HURACANES EN PAPEL™ - Reseñas literarias

Sólo me queda esperar la aparición de un Nuevo Tifón Literario de magnitud cinco como los producidos por Mikhail Bulgakov, Thomas Pynchon o Roberto Bolaño. Ese día llegará y mi búsqueda no habrá sido en vano. Huracanes en papel™ 2007-2024

martes, 14 de junio de 2011

Solar, de Ian McEwan

Lo dije hace unos meses en TwitterEcho de menos a Ian McEwan.Sentía la necesidad de sumergirme una vez más en su sofisticada y sutil literatura. Aún resuenan en mis abiertos pulmones aquellos vibrantes guijarros del duelo de Chesil Beach. Guijarros que me transmitieron la belleza y la urgencia de la comunicación. Han pasado ya tres vertiginosos años. Tres ciclos de contienda, libertad y literatura. Tres vueltas de la Tierra alrededor del Sol. Tres. Tres maravillosas vueltas. Tiempo que Ian McEwan ha destinado para declararle pleitesía al Astro Rey, en esta refulgente obra que el lector va ha poder disfrutar ahora que en nuestra vieja Europa está cubierta por la caleidoscópica primavera. No sé si les ocurrirá igual, no sé si cada libro posee oculto un propósito que detona en su voluntad, no lo sé pero a mi esta novela me ha expulsado fuera de casa. Me arrojó a la Ribera Fresca del Ebro, para que leyera a pocos metros de mi refugio-laboratorio, sobre la cariñosa hierba, y sobre bancos inertes que recogen nuestros cuerpos de marfil frente a las místicas aguas teñidas por lejanas tormentas de tránsito, y rocas bondadosas que yacen enamoradas de un esférico cielo que no deja de cambiar. Entre lo impertérrito y lo veleidoso, cada página entró por mis ojos salpicada de energía solar. Cada palabra emitió su destello, la tinta adquirió un brillo muy especial. Yo, Tránsito Blum, águila cósmica en la batalla, abrí las alas a su literatura y sus corrientes metaficticias me transportaron hacia un alto estrato de catarsis, de pasión y de fulgor por esta vida que aquí gastamos. Pasé mis manos una y otra vez acariciando las hojas como si al sol pudiera fundirme con las huellas de mi piel. Y fui solar. Sigo solar, y me declaro eternamente solar. He sentido esta misma sensación leyendo a David Eggers en los Guardianes de la intimidad o a Thomas Pynchon con su narrativa underground. Sus lecturas me han hecho sentirme solar. Solar. ¡Oh, grillos!, que palabra tán cósmica y potente, tan atractiva y catártica. Yo soy solar. Y tú, tu también eres solar. Todos somos un efecto foto-eléctrico, la combinación Einstein-Beard, el desenlace de las interacciones entre luz y materia, desplegada en una sucesión de pasos lógicos que nadie debería ignorar.

Esta obra salpica luz. En cuanto tenga la más mínima oportunidad pondré mi cuerpo desnudo frente al mar y dejaré a las olas que besen mis pies, en esas orillas de sal y burbujas de mar, en ese fresco manto azul empañado de sol. En ese manto fresco azul que lo empaña todo de amor, sin olvidar la crema solar en las sublimes horas de picor. ¡Larga vida al Sol!

lunes, 6 de junio de 2011

Vicio propio, de Thomas Pynchon

La última obra de Thomas Pynchon. Posiblemente, el mejor escritor vivo del Planeta Tierra. Su alma anarquista y su escritura más allá de la frontera convierten sus letras en un tránsito de conciencia. Así que con ese temblor me dirigí hacia su encuentro y al entrar en la librería todo la que la rodeaba quedó emborronado en la nada y lo invisible, y ahora puedo entender que si alguien me vió cogerla, tuvo que notar como mi mano y mi brazo se adelantaban a mi cuerpo con una inercia acentuadamente presurosa. Los mensajes que contienen sus obras son los bosquejos de un gurú. Emiten luz sobre un fondo negro. Se trata de un mente preclara. De un escritor enigmático trazando una Nueva Ruta en esa ficción que se hace más real que la propia realidad. Y resguardado en mis silencios, en esos ratos de tiempo muerto, pero vivo para la literatura, me zambullí en la atmósfera sesentera de Los Ángeles y conocí al sabio Doc Sportello. La experiencia ha sido... chachi. Muy chachi. Super chachi. Un vicio chachi.