
Una isla sin mar posee el aroma del café veracruzano e irradia el calor de un cielo nítido y seco mexicano. Escrita a pulsos lentos nos agarra para que acompañemos a Martín por las orillas de su vida, en esa bóveda donde todo acaba o se inicia. Poco a poco y juntando trozos del espejo nos muestra la naturaleza de su inquietud por evadirse. Los recuerdos del pasado universitario, las aventuras amorosas de la juventud, el sexo impaciente, la prisa por vivir y una crisis automotriz del sector del automóvil juarense que hiere inevitablemente su instinto de ubicación, de permanencia o deserción.
“Y lejos, en el Océano Pacífico, la noche llega más tarde y su ola arrastra a los viajantes al sueño y oscurece las tortugas y los búhos, un final que se refleja en las aguas imitando sus movimientos.”
César Silva Márquez , escritor obcecado en los géneros híbridos, dueño del inglés y el castellano, plasma con acierto el entrelazado de dos territorios solapados, aunque con rabia. Avispas cosmopolitas y diversas, que reinciden en levantar sus nidos allí donde ya han sido aniquiladas zumban en su novela como metáfora de esa furia. Su literatura procede de los renglones de Jack Kerouac, Philip Roth, Paul Auster, Stephen King, Raymond Carver, Cormac McCarthy, Junot Diaz, Cesar Aira o Haruki Murakami, entre muchos otros. De todos absorve su Literatura de Altura, su gancho directo. Su narrativa es valiente y resuelta. Emite un mensaje con relieve que no te deja indiferente. Su obra está encaminada a llegar al celuloide. El tiempo lo dirá. De momento su lectura les aportará frescura e identidad. Disfruten.
1 comentario :
Muchas gracias por el tiempo.
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