HURACANES EN PAPEL™ - Reseñas literarias

Sólo me queda esperar la aparición de un Nuevo Tifón Literario de magnitud cinco como los producidos por Mikhail Bulgakov, Thomas Pynchon o Roberto Bolaño. Ese día llegará y mi búsqueda no habrá sido en vano. Huracanes en papel™ 2007-2024

martes, 27 de octubre de 2009

El paseo, de Robert Walser

El paseo de Robert Walser me produce paz y me inquieta. Acompañarle en su recorrido matinal es como darse un tiempo para la serenidad, observando los detalles realistas de su entorno y siendo testigos del itinerario de su lúcido pensamiento. Es un precioso regalo para quien practique la escritura.

“Pasear -respondí yo- me es imprescindible, para animarme y mantener el contacto con el mundo vivo, sin cuyas sensaciones no podría escribir media letra más ni producir el más leve poema en verso o prosa.”


Pero digo que me inquieta, porque en esta obra refleja dos de sus mayores angustias como escritor, su estrechez económica y su sentimiento de culpa por comparar su actividad con la que tienen otros ciudadanos que trabajan dentro de las fábricas o en los campos. Walser siente todo el rechazo social de su época e intenta justificar la labor artística e intelectual del escritor, entregado a una estimulación deleitosa y febril.

“¿Sabe usted que mi cabeza trabaja dura y tercamente, y a menudo estoy activo en el mejor de los sentidos, cuando parezco un archigandul y persona frívola sin responsabilidad, sin pensamiento ni trabajo, perdido en el azul o en el verde, lento, soñador y perezoso, que ofrece la peor de las impresiones?”

Pasear es una necesidad en su vida. Un medicamento. Una salvación.

“Sin pasear estaría muerto, y mi profesión, a la que amo apasionadamente, estaría aniquilada.”

No existiría su trabajo (escritura) sin el contacto con ese mundo exterior. Para abrirle la puerta a sus introspecciones debe arrojarse siempre a las calles, salir a su paseo, y buscar la llave de su arte.

“En un bello y dilatado paseo se me ocurren mil ideas aprovechables y útiles. Encerrado en casa me arruinaría y secaría miserablemente.”

“Naturaleza y costumbres se abren atractivas y encantadoras a los sentidos y ojos del paseante atento, que desde luego tiene que pasear no con los ojos bajos, sino abiertos y despejados, si ha de brotar en él el hermoso sentido y el sereno y noble pensamiento del paseo.”

“Secreta y misteriosamente, siguen al paseante toda clases de hermosos y sutiles pensamientos de paseo, de tal modo que en medio de su celoso y atento caminar tiene que parar, detenerse y escuchar, que está cada vez más arrebatado y confundido por extrañas impresiones y por la hechicera fuerza del espíritu, y tiene la sensación de ir a hundirse de pronto en la tierra o de que ante sus ojos deslumbrados y confusos de pensador y poeta se abre un abismo.”

Leer a Walser es como recogerse a sí mismo, es como atraer todas las sensaciones que salieron de la piel y unificarlas, dirigirlas hacia el centro del alma para darles el protagonismo que merecen. Y este efecto no sólo es catártico, sino que genera un tránsito en nuestras percepciones y revaloriza nuestro mundo interior. Lo asciende al Olimpo de los tesoros invisibles.

“A veces ando errante en la niebla y en mil vacilaciones y confusiones, y a menudo me siento miserablemente abandonado. Pero pienso que es bello luchar. Un hombre no se siente orgulloso de las alegrías y del placer. En el fondo lo único que da orgullo y alegría al espíritu son los esfuerzos superados con bravura y los sufrimientos soportados con paciencia. Pero no gusta derrochar palabras a este respecto. ¿Qué hombre honrado ha mantenido por completo intactos a lo largo de los años sus esperanzas, planes, sueños? ¿Dónde está el alma cuyos anhelos, osados deseos, dulces y elevadas concepciones de la felicidad se cumplieron, sin tener que hacer descuentos en ellas?

Robert Walser es el poeta más secreto de mirada presumida y un labrador que horada el mundo con letras. Con esta obra cualquier paseo que demos por la ciudad puede convertirse en un gozo. Yo así lo experimenté. Empecé a leer este relato en la biblioteca. Walser se me apareció vestido con luces. Señorial. En cuanto empezó a describir las bondades de la calle sentí la imperiosa necesidad de salir fuera. Me marché de la biblioteca. Era ridículo estar allí con ese libro que podía disfrutar sentado en un banco cerca de un parque. Pero no fui capaz de mantener el libro cerrado. Me encaminé hacia la rivera del Ebro y bajé durante veinte minutos leyendo y paseando al mismo tiempo, paseando con mi mirada puesta en El paseo de Robert Walser. No es la primera vez que leo mientras camino. Es un ejercicio que he disfrutado desde hace muchos años, pero en esta metaocasión ha supuesto el cenit de las experiencias como lector apasionado. Debían de ser las siete y media cuando regresé a casa, justo cuando el entrelubricán dejó de salpicar sus últimos rayos rojizos. Justo cuando mi mano se desprendió de la última hoja.

lunes, 26 de octubre de 2009

Insensatez, de Horacio Castellanos Moya

Horror. Barbarie. Insensatez. Trágica realidad. Frente a este autor, debemos entender que estamos ante uno de los mejores escritores vivos del panorama narrativo latinoamericano. Ante la escritura catártica y convulsa de Horacio Castellano Moya. Un Huracán en papel. Un escritor de vanguardia. Pluma latiente y corazón literario que fue ensalzado por uno de los más grandes literatos de nuestra era: Roberto Bolaño. Prestemos pues atención. Se trata de pensamiento de altura, del elixir de las letras valientes. Inteligencia y furia literaria arrojada al depósito y registro de novelas que denuncian la atrocidad, el salvajismo, la crueldad y el despotismo caníbal que anida en los gobiernos latinoamericanos instaurados por el régimen oligárquico con intereses supracapitalistas norteamericanos volcados en la destrucción de la insurgencia local latinoamericana, los nobles y masacrados indígenas.

Para descubrir la necedad terriblemente perpetrada seguiremos el análisis exánime de mil cien cuartillas impresas, casi como a renglón seguido, sobre el genocidio ejecutado por el ejército de un país centroamericano contra la población indígena desarmada.

Sin prever cuánto cambiará su vida, el personaje que cuenta esta novela acepta un encargo que descubre agobiante y con riesgo: integrar la versión final de un informe que consigna el genocidio padecido por pueblos indígenas de un país centroamericano en cuya capital, con el cobijo del arzobispado, el narrador se enfrenta a más de mil cuartillas que en parte reproducen denuncias de sobrevivientes y testigos. Él atisba entonces un horror que le fascina y abruma, pues encuentra en las palabras que lee metáforas, giros y dislocaciones de lenguaje que recrean ante él, vívidamente, masacres y actos de crueldad que resultan indecibles de otro modo.

Al margen de esa tarea, sin embargo, se describe una realidad cotidiana, a ratos frívola, de la que nuestro personaje no es ajeno. Así, en un contrapunto que crece en ritmo e intensidad, acosado por peligros reales o imaginarios, éste reconoce que no hay distancia ni término suficientes para olvidar una violencia que en adelante habrá de ser su obsesión y su infierno.

El protagonista, encerrado en una casa de retiro espiritual del Arzobispado se entrega las veinticuatro horas del día a la lectura de las barbaridades que relata las mil cien cuartillas, aislado en la más absoluta soledad, masticando una y otra vez las imágenes de la barbarie. Al tercer día empieza a sentir su ánimo quebrantado, poseído por la misma visión perturbadora que tiene del general Octavio Pérez Mena, hechizado por su brutalidad, se ve a si mismo irrumpiendo en la choza de la familia indígena, tomando con su férrea mano al bebé de pocos meses por los tobillos, alzarlo en vilo y luego rotarlo por los aires, cada vez a más velocidad, como si fuese una honda de David desde donde saldría disparada la piedra, girándolo por los aires a una velocidad de vértigo, frente a la mirada de espanto de sus padres y hermanitos, hasta que de súbito chocaba su cabeza contra el horcón de la choza, reventándole de manera fulminante, salpicando sesos por todos lados al calor de la masacre. Allí, en ese minúsculo cuarto con litera, sufría una reiterativa transformación en el teniente Octavio Pérez Mena, oficial a cargo del pelotón destacado para la matanza, así que entraba de nuevo a la choza de esos indígenas de mierda que sólo entenderían el infierno que les esperaba cuando vieran girar por los aires al bebé que él mantendría tomado de los tobillos para reventar su cabeza de carne tierna contra los horcones de madera. Y ese reguero de sesos palpitantes es lo que le hace volver en sí, descubrirse en medio de la habitación, agitado, transpirando, un tanto mareado por los movimientos vertiginosos hechos cuando giraba al bebé por los aires, y al mismo tiempo con una sensación de levedad, como si se hubiera quitado una carga de encima, como si su transformación en el teniente que reventaba la cabeza de los bebés recién nacidos contra los horcones fuera la catarsis que le liberaba del dolor acumulado en las mil cien cuartillas en las que en seguida se volvía a sumir, en un ciclo repetitivo de concentración prolongada con intervalos para la misma fantasía macabra.

El momento de eclosión de la narración llega al cuarto día. Revisando el texto su mente se le va por completo de las manos. Ella sola se transporta indómita al teatro de los hechos como una reportera, a su antojo, caminando por la explanada de la aldea donde los soldados machete en mano tasajeaban a los pobladores maniatados y puestos de hinojos, o entra a la choza donde los sesos del bebé volaban por los aires, o se mete en la fosa común entre los cuerpos mutilados, como si no hubiera tenido suficiente con todo lo leído, hasta el hartazgo. Su mente deambula en un círculo vicioso de imágenes que, al filo de la medianoche, le ha perturbado tanto que apenas logra correr la puerta de cristal para salir al patio frio y oscuro y aullar como un animal enfermo bajo el cielo estrellado y azotado por el viento.

al principio quise haber sido una culebra venenosa, pero ahora lo que pido es el arrepentimiento de ellos

Entre todos esos mártires de la insensatez conoceremos el caso de Teresa, que a sus dieciséis años, por ser hija de una abogada laboralista que defendía a los sindicalistas y que terminaría siendo asesinada, fue capturada en una protesta estudiantil y conducida a las mazmorras del cuartel de la policía, donde padeció los peores vejámenes, golpizas, violaciones sistemáticas y diarias por parte de los torturadores, media docena de psicópatas milicos encabezados por un teniente, de nombre, Octavio Pérez Mena, que hoy, sí, hoy, mientras usted lee este casual artículo que flota en la inmensidad de internet, él, se pasea orgulloso y ufano por esa ciudad anónima y subyugada de Centroamérica. Libre. Indemne. Exento del crimen y del genocidio. Atroz insensatez consecuencia del corrupto poder de los despotismos faltos de revisión internacional.

Los personajes, como Erik; el hidalgo español; el chiquitín de bigotito mexicano; Teresa, la mujer decenas de veces violada; la toledana sufriendo por el novio que la había estafado ; Fátima, quien le contagia la gonorrea al protagonista; Jota Ce o Charlie, forman un cosmos particular que nos permite observar la tragedia de esta insensatez sangrienta que ha mellado la conciencia de sus supervivientes.

“Yo no estoy completo de la mente”

Las frases del dolor resuenan con angustia en la conciencia del protagonista que revisa el manuscrito compuesto por los recuerdos del dolor de la masacre. Este objeto se convierte en un recipiente sagrado que debe proteger de los tentáculos del poder y que pone su vida en riesgo. Es la memoria de un pueblo exterminado. Es la historia de su tiempo. Material que traspasa su piel y su conciencia. Siente el compromiso de ayudarles. Todo el país está plagado de fosas con cadáveres sin un entierro digno. Sus familiares no tuvieron la oportunidad de vivir el duelo junto a sus muertos. Hay una brecha abierta que debe ser cerrada. Cuanto antes. Inexorablemente. Con justicia y humanidad. Algunos indígenas sobrevivientes piden extraviar la memoria y perpetuar el olvido.

herido sí es duro quedar, pero muerto es tranquilo

Esta idea llega a su máxima intensidad en la fiesta del judío neoyorkino, Johnny Silverman, antropólogo forense que trabaja con el Arzobispado, excavando en los diferentes sitios donde se habían registrado las masacres para recuperar las osamentas de las víctimas con el propósito de reconfirmar los testimonios y permitir que los muertos tuvieran su ceremonia de funeral correspondiente al ritual indígena, aunque fuera muchos años más tarde. Para que cesen las pesadillas.

Que siempre los sueños allí están todavía

La inteligencia militar persigue a todos aquellos que van detrás de estos informes que desean cuanto antes destruir. El poder no puede permitir que la verdad emerja. Quien lo intente debe ser aniquilado.

Igual que lo hace la literatura, nuestro mundo también debe atender al genocidio, a la barbarie, a la insensatez. La permisividad hacia estos yugos sangrientos auspiciados con impunidad por el dominio económico y geopolítico de los grupos de presión corporativistas, están generando, a día de hoy, matanzas de un cáliz tan ultrajante y encarnizado que deberíamos desplegar un control sin tregua mediante un ejército de soldados humanitarios dispuestos a derrotar las ergástulas de los despiadados. Vivimos en el tiempo de la zozobra. Pero recuerden...

Todos sabemos quienes son los asesinos.

jueves, 22 de octubre de 2009

Maldito Karma, de David Safier

El sábado revisé l'actualité littéraire con los nuevos Best Sellers de octubre en una de las librerías más imperiomastodónticas que tiene el estado español. Sí. En una de esas Casa Zara del libro, del Grupo Planeta, que quieren acaparar todo el mercado posible de lectores. Y allí clavé mi mirada , en la sección de Novedades, en la portada de una novela que llevaba vendidos un millón de ejemplares en Alemania y que a su vez se había convertido en un Best Seller instantáneo en Francia e Italia. Le eché un vistazo. La trama me pareció un tanto rocambolesca. Pero divertida. Entendí que el deseo del autor era entretener. Y me la llevé. No porque me atraiga el tema de la reencarnación, sino porque era sencillamente un Best Seller. Un libro de masas fáciles. De esos que pueden generar chascarrillos o debates difusos. Así que encendí toda la maquinaria de la lectura y me entregué ¡al tajo!

Y bien. Empecemos. He reunido todos mis datos. El fin de esta novela tiene como meta poner en orden nuestros sentimientos. Sí. Quiere que reflexionemos sobre la ousia vital de nuestra existencia y los nudos de nuestro corazón latiente. La obra se la dedica el autor a su mujer y a sus dos hijos, a quienes considera su nirvana. El más absoluto estado de liberación del sufrimiento. Y con estos preliminares me arrojé a la narración, consciente de la emotividad contenida. Y desagradablemente, me encontré con un punto oscuro en el relato. Muy, muy oscuro. Continuemos. Como no es mi deseo que lo compréis ni que lo leáis, lo voy a destripar por completo. Con pétreo talante. Inexorablemente. Quien lo desee, está a tiempo ahora de aniquilar este Alto Vacío y activar la orden de destrucción con el aspa de su navegador. Los demás podréis atender la tesis de mi descontento. Prosigan los valientes. Empiezo con el argumento.

Kim es una presentadora muy famosa de informativos de la TV Alemana. Tiene 32 años. Alex, su marido, 33. Lilly, su hija, 6. Se conocieron durante la carrera. Fue amor platónico. Se casaron en Venecia, en la preciosa iglesia de San Venczio, frente al mar. Luego Kim se quedó embarazada y rompió aguas en la caja del supermercado. La ambulancia tardó 43 min en llegar y en ese lapsus de tiempo firmó varios autógrafos. En el paritorio Alex recibió por parte de las enfermeras un 9,7 de puntuación por el cariño con que trataba a su mujer. La nota general era 2,7. Ahora ella está en el mejor momento de su carrera. Es candidata a los Premios TV junto con el atractivo rival Daniel Kohn. Alex cuida de su hija y se ocupa de la casa. Justo, los premios, coinciden con el día del cumpleaños de Lilly. Y ella decide acudir sola a la gala, eludiendo la petición de Lilly para que se quede con ella en ese día tan importante. Tras la gala, en el hotel, sube a la azotea y allí muere aplastada por el lavabo de una estación espacial rusa. En el más allá Kim se entera de que ha acumulado mal karma a lo largo de su vida: ha engañado a su marido, ha descuidado a su hija y amargado a cuantos le rodean, pronto descubre su castigo: está en un agujero, tiene dos antenas y seis patas... ¡es una hormiga! Deberá acumular buen karma para ascender por la escala de la reencarnación y volver a ser humana, pero pasando por muchos contratiempos.

Interesante leiv motiv. Divertido ¿no les parece? Pues yo les aseguro que engancha. No la puedes soltar. El verdadero protagonista de la historia es "El Alma". Esa energía, psique o espíritu que todos llevamos dentro. Con esta premisa se construye una historia que no cesa de arrancarnos guasonas sonrisas. Sonrisas hasta placenteras, ingeniosas. Los personajes toman vida, tienen relieve, es casi como abrir una ventana al desplegar el libro y observarles a todos en una danza cómica y socarrona pasando de un gag a otro con total naturalidad. Da gusto. Te preguntas constantemente que va a ocurrir.

Y todo empieza en medio de una crisis de pareja. La relación entre Alex y Kim atraviesa una mala racha. Bastante mala.

“Nuestra relación era tan estable como la Unión Soviética en 1989.”

La primera frase del libro es muy cómica. Fue lo que más me decidió a comprarla. Estaba en completa sintonía con los preliminares. Me gustan este tipo de frases nacientes. Se nota que el escritor tiene estilo y va directo al magma. Con inteligencia y sencillez. Me gusta.

“El día de mi muerte no tuvo ninguna gracia.”

Vamos a ser testigos de una confidencia importante. Nos va a contar uno por uno sus secretos. Con lo cual inmediatamente te sientes partícipe en la narración. Y para adentrarnos por completo, Kim nos confiesa los seis... PEORES MOMENTOS DEL DÍA de su muerte:

6º Lilly le pide por su cumpleaños a su madre que se quede en casa con ella, el mismo día de la entrega de premios de TV.

5º Ve su imagen reflejada en el espejo de los baños del aeropuerto y se pregunta si le será atractiva a Daniel Khon, nominado también a la categoría de "Mejor presentador de informativos".

4º En la habitación del hotel siente que ella y su marido ya no se quieren. Él no está allí con ella compartiendo este gran acontecimiento.

3º El vestido se le rompe en la gala y le enseña el culo a 1.500 famosos y a 6 millones de telespectadores.

2º Muere aplastada por lavabo de una estación espacial rusa.

1º Tiene seis patas, dos antenas larguísimas y un abdomen tremendo... ¡es una hormiga!

Y en todo este guirigay conoce a Casanova reencarnado en una hormiga macho que es apresada en uno de los calabozos del hormiguero. Este personaje es un comodín que anima mucho las escenas. Les da un punto muy gracioso, incluso carismático. La aparición de la madre de Kim nos acerca más a lo humano, ella es una ex-alcohólica. De niña ni siquiera le tatareaba canciones infantiles, en cambio le cantaba el Do you think I'm sexy de Rod Steward. Brutal.

Este toque le añade una pincelada tragicómica al enredo familiar. Las lecciones de la madre sobre la decadencia de su vida conmueven. Y además ayudan a entender parte del caracter convulso de su hija Kim.

Por cierto. Antes de seguir. Durante la lectura he tenido siempre la impresión de que esta comedia ha sido escrita por una mujer. No es que desee desconfiar de las virtudes observadoras de David Safier sobre el género femenino, sino que prefiero atender a las mías como lector. No sé. Creo que hay temas que sólo las mujeres conocen. Es simplemente eso. Y aquí hay un dominio de ese terreno que me inquieta y del que recelo. Pero, nada, no es más que una diminuta apreciación que deseo dejar anotada, por si algún día se descubriera la supuesta patraña de la falsa autoría de esta obra según mi hipotética pesquisa. Hay mucho negro en el mundillo de la tele, Safier está muy metido trabajando como guionista de series en Alemania. En la tele pasan cosas muy raras. Sino que se lo pregunten a Ana Rosa Quintana. Bien. Prosigo con los detalles de la narración.

“Cuando eres un animal te das cuenta de lo duros de mollera que son los humanos.”

Poco a poco, Kim irá obteniendo más y más karma gracias a sus buenas acciones con los seres vivos e irá ascendiendo en la escala de la reencarnación. Pasará de hormiga a conejilla de indias, luego a gato, después a beagle y finalmente se reencarnará en la hiper-rubensiana María. ¡Vamos!... en una gorda con importante sobrepeso.

Y desde el cuerpo de María (Kim) ideará una estratagema para recuperar a Alex y a su hija. Y como el alma de Kim es todo menos deficiente, planifica sibilinamente la culminación de su objetivo por fases:

Fase uno: Observar al enemigo: concretamente a su amiga Nina que le ha birlado a su marido.

Fase dos: Provocar celos. Guerra psicológica. Luz de gas. Romper el equilibrio entre Nina y Alex. María (Kim) mete una caja de condones en la chaqueta de Alex antes de introducirla en la lavadora y Nina la encuentra cuando están tendiendo la ropa. La caja actua como pura dinamita explotando en su tela de araña emocional y causando una irritación total en su rival. Este momento es para troncharse. La tensión empieza a ascender y es cuando empezamos a disfrutar de un final cargado de nitroglicerina cómica. Empieza el movimiento. Kim consigue que Casanova, reencarnado en gata y que no es para nada amante de la homosexualidad, se lance al cuello de Alex para hacerle un chupetón. Otro estallido de nitroglicerina.

Fase tres: Tomarse un descanso. Manipula el termómetro electrónico anticonceptivo que usa Nina para sus relaciones sexuales y espera a que su confianza y su estabilidad se resquebraje. Nota que estas triquiñuelas y subterfugios no son suficiente.

Fase cuatro: Cambiar el plan radicalmente. Evocar los sentimientos que Alex tenía hacia Kim. Le embelesa y se besan con absoluto amor. Un beso eléctrico. Algo maravilloso.

Fase cinco: Tiene que improvisar. Nina entra en la cocina y les pilla. Se marcha muy dolida. Kim le pide que la deje alejarse. Alex la mira de muy mala uva porque siente que Kim le ha embrujado. En ese momento Kim está atrapada. ¡Maldito Buda! ¡Maldito karma! No puede contar la verdad... y Alex la despide. Pero a Kim le sirve para darse cuenta de que quiere a Alex y que con Daniel Kohn la cosa era sólo ardiente, excitante, una aventura. Con Alex era verdadero amor. Bien. ¡Tela lo que le cuesta darse cuenta de esto!

En todo este proceso María (Kim) obtiene situaciones en las que poder disfrutar de muchos momentos cerca de su hija que están repletos de ternura, y esto te lleva a defender su noble causa. Enorgullece apoyar los esfuerzos destinados a la victoria de un verdadero amor, y derrocar así, las relaciones vacuas que se instauran por un interés veleidoso y futil. Las diferencias de conductas entre Nina o María con respecto a Lilly son abismales.

“Jugar al fútbol con una Lilly sonriente conseguía que dentro de mí se segregaran hormonas de la felicidad que, por lo visto, hacían más efecto que las pastillas.”

Alex y Nina desaparecen de casa con Lilly y se marchan a Venecia. María (Kim) les sigue ayudada por Daniel Kohn que le presta el dinero y se apunta a la aventura para saber qué está pasando en este enredo. Con ellos se va también el gato Casanova, quien encontrará una pista sobre el paradero de Lilly. María (Kim) encuentra a su hija escondida en la iglesia San Vinczio, donde se casaron sus padres. Al poco entran Alex y Nina que la habían perdido. La iglesia está en ruinas, así que todos corren peligro dentro. Alex le pide explicaciones a María (Kim) de porqué está siguiéndoles. Como Buda no le permite manifestarse con respecto a sus reencarnaciones para que él entienda que es Kim, ella utiliza frases alegóricas.

“El gorrión que es un pillo, le regala a la novia el anillo.”

Daniel Kohn cree entender que María es Kim. Alex empieza a sospechar algo también pero Nina decide acabar con toda esa locura, porque principalmente no quiere perder, como es lógico, a Alex. Y de repente Lilly crispada de desesperación trepa por uno de los andamios de la iglesia, poniendo su vida en riesgo, y en ese momento tanto Alex como María (Kim) muestran un hercúleo interés por ella, para protegerla, mientras que Nina toma una conducta más displicente. Pretende llamar a los bomberos para que ellos se hagan cargo y al salir por la puerta, María (Kim) que está pendiente de la frágil inestabilidad de los andamios y de lo cerca que están de ser golpeados por esa puerta, se lanza hacia Nina para detenerla. Hasta aquí la historia, con sus rifi-rafes de ficción, resulta muy entretenida y hasta plausible. La escena es trepidante y la entrega por parte de María (Kim) apasiona, por lo que perdura ese mismo deseo por defender la causa de Kim: derrocar a Nina. Pero no. El aura de María (Kim) se volatiliza de forma fulminante. Todo el buen rollo del libro se va al carajo. Justo aquí. Igual que ocurre con el final de Los Grope de Tom Sharpe. En medio de todo este largo proceso de redención dármica, Kim, propala un juicio imperdonable contra su rival. Imperdonable. Y hace trizas el relato. Safier, o el negro de Safier destapa el velo de sus verdaderas intenciones al crear toda esta pantomima.

Qué gran decepción. Pero bueno, ya se sabe, no es oro todo lo que reluce. Maldito karma, desgraciadamente, emite un tufillo muy feo, huele a podrido en sus entresijos en cuanto se empieza a juzgar la vida de Nina. El error más feo lo comete en este punto, cuando empieza a moralizar camufladamente y en plan bellaco contra su pasado. Todo ese espectáculo de amor y de actos entregados por un fin altruista se derrumba en cuento Kim, que parecía haberse redimido de su vileza, juzga a Nina por un aborto que tuvo de joven, tildándola por ello de malvada, suponiendo además que ese "acto cruel" le llevará a reencarnarse, incluso tal vez en hormiga, al escalafón más bajo de la transmigración de almas . Aquí Safier, o quien haya escrito esta comedia irrespetuosa, ha metido completamente la gamba. Me estaba gustando mucho el final con esa lucha impetuosa por defender la vida de Lilly cuando se sube al andamio. Es un final valiente. Emotivo. Y de repente ¡zas! Latigazo antiaborto obtuso y friático escondiéndose en razonamientos irresolutos tras el yugo de las religiones. Patético. Descubro que esta farsa tiene como objetivo provocar sentimientos de culpa contra mujeres que en su día (sin conocer nosotros los motivos) tuvieron que abortar. Pues bien. Lo tengo claro. Jamás volveré a leerme nada que lleve la marca de David Safier. Este tipo de libros son los que me gusta quemar en la chimenea, cuando llega el invierno, para que la llama de su máxima combustión me den toda la luz necesaria con la que releer algún que otro párrafo del
Summa Theologica de Santo Tomás de Aquino. Partidario de la animación mediata o retardada, igual que Aristóteles. Entendía que Dios no creaba el alma del ser humano hasta muchos días después de la fecundación. Noventa en el caso de una mujer. Lo que significaba en su época que el embrión no tenía alma. Y eso que en el siglo XIII Santo Tomás no contaba con todos los datos de los que ahora dispondría sobre ADN, embriogénesis o histología.

Pero a parte de todo esto y centrándonos en el enfoque literario, Safier debería aprender la técnica de la punta del iceberg que tanto usaba Ernest Hemingway para tratar temas dolorosos como la guerra, las heridas, la muerte, el alcoholismo, el machismo, el fracaso o el aborto. Pero claro. ¿Cómo se me ocurre pensar que esto lo puede aprender un guionista de series al que si le miras bien el rostro en la contratapa del libro compruebas su irreverente gesto cargado de ironías mediocres y procedentes de las ciénagas donde habita su alma encadenada, presa de su cerril conservadurismo mojigato. En la sección de "libros" de la COPE o en la Sede de la Conferencia Episcopal se estarán frotando las manos para promover la compra y difusión de este taimado alegato católico y antiaborto para confundir a las adolescentes o mujeres dubitativas, o para herir a las personas que pasaron por este hecho tan íntimo y personal . Es abyecto y ruin.

“Y Nina no estaría mucho tiempo muerta. Se reencarnaría. A lo mejor en un bonito conejo o en un fantástico caballo: a ella le gustaban los caballos. Y tampoco había hecho tantas cosas malas en su vida como para ir a parar muy abajo en la escalera de la reencarnación. ¿O sí? Que una vez abortara no bastaría para ir a un hormiguero. ¿O sí? Después de todo, Buda no era como el Papa. ¿O sí?.”

¿Qué les parece? Utiliza una disyuntiva excluyente. Qué pérfida. En su sistema de valores, Kim propone dos posibles alternativas para Nina por haber abortado. Las dos alternativas conllevan un importante descenso. Quiere dejar claro que el aborto (en general) se situa entre uno de los peores actos malvados del ser humano:

1.- Abortar no basta para descender a lo más bajo del escalafón. El hormiguero. Así que si no basta, es porque no llega a ser suficiente, lo que deja entender que su descenso está próximo al escalafón de la familia
formicidae. Puede que no se convierta en una hormiga, pero si en un insecto, una oruga o una araña. Algo que esté siempre por debajo del conejo o de los lepóridos, más abajo del ratón o la musaraña, puesto que abortar le excluye irremediablemente de reencarnarse en un bonito conejo.

2.- Abortar te precipita irrevocablemente al hormiguero. Así. Sin más. Porque a ella le sale del níspero. Y además no admite preguntas ni sugerencias. Por si acaso.

Así que esta es la sentencia que Kim proyecta para el futuro transmigracional de Nina como experta en reencarnaciones. Un gesto cutre y chabacano por parte del escritor.

Y después de esto, para rematar la escena, María (reencarnación de Kim en un cuerpo obeso) le salva la vida a Nina, sí, sí, arrojándose como un colchón de grasa encima de ella para protegerla de los andamios que se derrumbarán al abrir la puerta. Esta claro que Safier quiere ensalzar a María como una heroína, una salvadora que conoce todas las etiquetas del bien y del mal. Que juzga al prójimo con precisión y que desea por encima de todo la salvación del prójimo, incluso por encima de su cadáver. ¿Vaya caña, no? Esto es muy judeo-cristiano. Y en esto Kim (María) pierde los latidos del corazón en tan altruista y oligofrénica hazaña. Cuando llegas a este punto del guion ya no sabes ni que pensar del final, que está a dos cortos capítulos para cerrar la historia con lo que le puede quedar de decoro y dignidad al escritor.

Se oyen de nuevo los latidos del corazón de María (Kim). Está en el vestíbulo del nirvana. Tiene al Buda desnudo balanceándose encima de ella y Kim le pide que haga el favor de vestirse. No me digan que no es para partirse de risa. Y Buda le contesta que ella también está desnuda.

“Era verdad. Los dos teníamos toda la pinta de estar en una excursión de nudistas organizada por Weight Watchers.”

María (Kim) le pregunta si está muerta y él le contesta que no del todo, a lo que ella se extraña por no estarlo del todo. Y añade:

“No estar muerta del todo es como no estar embarazada del todo.”

Insiste en el mismo concepto de forma recurrente, aunque ahora con otra enunciación, que viene a decir que «estar muerta = no estar embarazada », o «estar viva = estar embarazada ». Como veis la intención de este relato es claramente antiaborto. Desea moralizar y penalizar todo tipo de abortos sin ofrecer argumentos ni entrar en análisis reflexivos. Es taxativo y simple. Su lenguaje reiterativo es propio de una voluntad tirana y pusilánime. Hacía tiempo que no me encontraba un personaje tan dañino. Safier es el facha de la literatura alemana, que se quiere tirar el rollo en defensa de la familia y el amor, no sin antes atacar de forma indigna a personas que han sufrido una realidad que desconoce por completo. Que tipo más oscuro. Esta novela va a crepitar de lo lindo en las brasas de una hoguera invernal, en cuanto suba a mi refugio de la montaña. Y esto lo juro por Júpiter y por Saturno, que al igual que la Tierra giran al rededor de Sol en una órbita elíptica.

Y bueno. Por último tengo que comentar que mi ejemplar tiene muescas negras que aparecen de forma caótica en cinco hojas impares del libro. Una de ellas está clavada en la cuarta línea de la página 305, en la "v" de "volver". Otra en la página 275. La mella se hunde en la "b" de "abrió". Me pregunto qué ha podido dañar el libro en el proceso de impresión. Al leer da la sensación de que Seix Barral sufre una tara editando. No es agradable. Ocurre lo mismo en la página 215. La "n" de "Tan protegida", en la cuarta línea, está machacada. O la "o" del "aproveché" de la página 209. Ha sucumbido. O la que se incrusta por debajo de la tercera "a" en la tercera línea de la página 83. Un desastre. Un mal trabajo, Seix Barral. Lo mismo que incluir en la portada a un dogo alemán, cuando el perro en quien se reencarna Kim en el relato es un beagle. Mira que es fácil montar la imagen con Photoshop. Pues nada, hasta el diseño de la Josep Bagà Associats es imperfecto, desacertado y descuidado. Como cuando lees la primera hoja, la de los créditos editoriales y te dice que la impresión del libro es 100% libre de cloro y que por lo tanto puede calificarse como papel ecológico. ¡Mon dieu! ¿A donde vamos a llegar? Papel ecológico. Claro. ¿Ecológico para el bosque, no? Estas cosas me incomodan, porque no se trata de un pliego publicitario que te encuentras por la calle. ¡La literatura es algo más serio! Pero bueno. Me queda el consuelo de saber que la traducción de Lidia Álvarez Grifoll es muy potente. Eso me ha gustado. Espero que le hayan pagado bien. Y que las ventas en España sean ridículas. ¿Qué diría Lisbeth Salander de estos disparates? Opinen ustedes. El resto es trabajo suyo. Yo ahora me siento más liviano ¿será porque he obtenido buen karma, Buda?
¿estás ahí? No me contesta. Igual está en plena meditación con un Pest Seller.

lunes, 19 de octubre de 2009

El libro de la venganza, de Benjamin Taylor

La tortuosa búsqueda de la identidad. En 185 páginas El libro de la venganza actúa como una granada de mortero que asciende con trayectoria empinada a una tremenda velocidad para terminar en una potente explosión. El relato está profusamente decorado y cuenta con la más profunda compresión y compasión por el funcionamiento del corazón humano. Hace una exploración sobre lo que está oculto transportándonos a la sensación final de estar frente a la vida al desnudo. Les dejará un sabor agridulce. Se sufre, pero también les suscitará un gratificante estado de liberación. Te deja triste a la vez que te vuelve más sabio.

La historia es esencialmente un triángulo de amor entre adolescentes mayores de edad, ambientado en EEUU, en la década tumultuosa de 1970 en medio de la discordia de sus familias. En el primer año de universidad, en el Swarthmore College, Pennsylvania, Gabriel Geismar, con una mente muy brillante para las matemáticas y astrólogo en ciernes, conoce a los mellizos Daniel y Marghie Hundert, hijos del legendario físico Gregor Hundert, quien fue galardonado con el Premio Nobel. Gabriel se enamora de Danny, y Marghie se enamora de él. Todo su mundo se complica en este tour de force al estar en guerra con su propio padre, un rabino santurrón con púlpito en Nueva Orleans. La familia Hundert también mantiene un profundo conflicto desintegrador. Gabriel está destinado a servir de socorrista de la familia Hundert, a los que adopta como su propia familia. La saga familiar de los desventurados Hundert que se desarrolla a través de una gran franja de la mitad del siglo XX nos mostrará las heridas de una Europa que fue hostilmente mortificada e hizo emigrar a muchas familias.

El libro explora el torturado y errático proceso por el cual los adolescentes tratan de definirse a sí mismos en relación con sus padres, una repetición de la "revancha" del título, un tránsito del que Danny y Marghie, como Gabriel descubre poco a poco, no exentos de sufrimiento. Benjamin Taylor captura sus búsquedas de la identidad en el tono del diálogo perfecto y los largos pasajes de meditación. Una novela sobre la amistad, la soledad y los peligros de los adultos para abrirse camino en el mundo. Su elegante trazado se percibe con pulso improvisado y enérgicamente deliberado. Su escritura es excelente, detallista e inquieta. Posee una mirada inteligente y evoca escenas conmovedoras con gran sensibilidad. Se trata de una novela muy original, sobre todo al tocar temas como la guerra de Vietnam, el judaísmo, el arrepentimiento, la derrota, las malas decisiones, el rencor y la fractura generacional de la época. Benjamin Taylor es un mago de la literatura. Ha desvelado dos noches de mi sueño.

Las diferencias que expresa entre el fascinante mundo de los insectos con respecto al de los humanos me han resultado soberbias, especialmente en ese final circular, que nos obliga a retomar la naturaleza infantil de Gabriel, y madurada tras el proceso, donde reside, seguramente, el núcleo de su identidad. Os reconozco que incluso he sentido deseos de hacerme con los Souvenirs Entomologiques de Jean-Henri Fabre, el Shakespeare de los insectos. Pero es imposible. En España está descatalogado por Espasa-Calpe, junto con toda su obra. Por lo menos me queda el consuelo de saber que los insectos de momento no están controlados por la SGAE. Podré mirarles a los ojos sin el látigo de la posesión, de igual a igual. ¡Cuídense, amantes de la literatura! ¡Cuídense! Aún nos quedan muchas cosas por vivir.

“Escoge una especialidad, trabaja con ahínco y rinde según tus aptitudes.”

sábado, 17 de octubre de 2009

Los Grope, de Tom Sharpe

Última novela del escritor británico a sus ochenta y un años de edad. Y con ella demuestra estar en plena forma para el humor. Su fórmula funciona. Los Grope es una sátira tremendamente divertida en contra del despiadado matriarcado. Tiene muchos momentos para desternillarse de la risa. La trama es muy dinámica. Los personajes tienen volumen, están muy bien construidos y son contundentes en su papel. Al poco de empezar a leerla uno entiende que Tom Sharpe sea un maestro del humor. Construye escenas sorpresivas, entre el absurdo y el desconcierto, manteniendo siempre el orden de su finalidad.

La historia familiar de los Grope se remonta al siglo XII cuando el apuesto Awgard el Pálido, un vikingo danés que desembarca en Inglaterra harto y mareado de las olas del mar, deja tirado a su destacamento mientras ellos asaltan el Convento de Elnmouth para violar a las monjas. Deserta y allí conoce a una sirvienta horrendamente fea, Ursula Grope, que ha sido rechazada dos veces por otros destacamentos vikingos de lo rematadamente fea que es. Ella se lo lleva a su cabaña y le exige que la fecunde para salvar su honor de monja no violada. Y así nace el árbol genealógico de los Grope, con Ursula como Madre Fundadora y semilla de una estirpe que se convertirá en un matriarcado feroz. La saga fructifica y el árbol crece hasta nuestra Era Actual, principios del siglo XXI, momento en el que entrará en escena el joven y tímido Esmond Wiley.

A partir de ese momento las carcajadas están aseguradas porque con Esmond también aparecerán en escena, Vera, su cursi madre, obsesionada con las novelas románticas; su padre, Horace, un aburrido, provinciano y anodino director de banco; su tío Albert, un mamarracho pequeñoburgués vendedor de coches de segunda mano que estafa a Hacienda y su tía Belinda, la Grope más atractiva de la saga, infliltrada en toda esta mordaz guerra de sexos donde todos los personajes rebosan comicidad.

Es muy interesante observar como refleja la Batalla psicológica entre todos ellos, entre cónyuges, cuñados y cuñadas. Se termina armando la marimorena. Albert, con su Aston Martin, su whisky de malta, Chivas Regal. Horace, de estilo Glenmorangie, entrando en cólera, crispado contra el doppelgänger de su hijo. Vera, atacada de los nervios, sufriendo por su "hijito del amor". Y Belinda, que decide urdir su trama concienzudamente, al puro estilo Grope. Genial.

Tom Sharpe aprovecha para criticar toda la ñoñería insulsa que autoras como Barbara Cartland, toda una celebridad de la novela romántica, vestida siempre de rosa y hablando sobre el amor, la salud y los problemas sociales, han arrojado a la cultura. Se encara contra iconos como el oso Rupert o contra Alfred Tennyson, poeta del postromanticismo. Estos detalles le dan más fuerza a su argumento.

El final es quebradizo y en cierta manera predecible. Y muy simple. Queda muy cortante, sin desarrollo e incongruente. Me ha dado la impresión de ser bastante ambiguo, confuso y anfibológico. Si lo que intenta es criticar la estaticidad de las tradiciones y la artificiosidad de toda vida antinatural, le sale el tiro por la culata. La escena final pasa del matriarcado más brutal al machismo más recalcitrante, en lugar de proponer un termino medio. Mal. Con lo bien que iba. Es una pena. En una fase de la literatura en la que triunfan los valores de Stieg Larsson con su valiente Lisbeth Salander, Tom Sharpe sólo consigue hacernos reír. Esa es su virtud. No hay más.

Y en cuanto a errores, comentar por último que en la página 86, en la penúltima linea aparece un "su sumiera" que te tira de la lectura. De una editorial como Anagrama esto es imperdonable.

La novela está dedicada a la medicina catalana por salvarle la vida hace más de dos años. Tom Sharpe vive desde hace veinte años en Llafranch, Palafrugell, Gerona. Su corredor literario le recomendó que se fuera a la Costa Brava para desbloquearse. Se alojó en un hotel y al poco se enteró por un soplo de que el anterior propietario de su residencia estaba en bancarrota y le compró la villa por 48 millones de pesetas (290.000 euros), cuatro veces más barata del precio de mercado. Allí es donde sufrió en 2006 un ataque agudo de peritonitis (inflamación de la membrana que envuelve los órganos del abdomen) y a las 3.30 horas de la madrugada la doctora Montserrat Verdaguer, una neuróloga que se ha convertido en su médico de cabecera, secretaria, cocinera, chófer y amiga incondicional tuvo reflejos para montarlo en el coche, un Lexus inglés con el volante a la derecha, y llevar a Sharpe agonizante, su inmenso corpachón doblado en el asiento, hasta el hospital de Gerona en media hora. Una proeza automovilística digna de un conductor de ambulancias. Lo operaron a vida o muerte. Le cosieron la barriga con 53 puntos y tras la operación se quedó cuatro días inconsciente. Sharpe asegura que si le ocurre en Inglaterra este libro no habría visto la luz. ¡Con lo que yo me he reído!

jueves, 15 de octubre de 2009

Lo peor de todo, de Ray Loriga

Aquí está. No podía faltar. Ahora ya sé lo que uno siente cuando lee a Ray Loriga. Lo peor de todo es un viaje hacia dentro. Con sinceridad. Hacia el alma. Contundente. Su potencia existencialista, su furia amotinada y su melancolía catártica conectan durante la lectura con nuestro ritmo cardíaco. Loriga pone de relieve los problemas que se plantean en la conciencia de los hombres de hoy. Escribe con el hastío de Kierkegard y el ojo fílmico de Sam Peckinpah, sin miedo a mostrar su cosmovisión sombría y cruel de la existencia humana. Permitiendo que supure el asesino que existe dentro de él. Afrontándolo.

Su topo literario, Élder Bastidas, hace un repaso casi terapéutico de su vida, desde las decepciones de la infancia hasta un presente en el que la melancolía y la incomprensión lo dominan todo. Solo el amor puede ser una tabla de salvación para no hundirse definitivamente.

Gracias a este combate contra su ego insurrecto encontramos en todas sus páginas la profundidad psicológica de un personaje decidido a desnudarse para nosotros. El poder de sus reflexiones son como ganchos directos de costado a costado, rematando en la barbilla y liquidándonos en la ceja. Sin pestañear. No tiene ganas de florituras ni detalles. Le interesa pelear con la Verdad. Nada de politiqueos ni diplomacias. La violencia, el sexo y la muerte son lo que son. En su vida nunca le gustaron los profesores, ni los hinchas del Barcelona, ni los curas con tanto pecado, tanto demonio y tanta mierda. A él le gusta posicionarse. Tomar partido. Entre sus temas predilectos siempre se encontró Vietnam. Anduvo durante muchos años con un libro titulado Vietnam no era una fiesta de Alfonso Martínez Garrido, hasta que se le perdió. Temas sangrientos y lejanos que le devuelven a la vida. En ningún momento podremos dudar de su sensibilidad. Seremos testigos de su delicadeza hacia T, su gran amor, y hacia su singular familia. Su referente más auténtico.

Dije ayer que no iba a comparar a Agustín Fernández Mallo con Ray Loriga, ambos escritores españoles, nacidos el mismo año y arrojados a la ninguneada Generación X. Y así va a ser. Mi mayor deseo ha sido descubrir su innegable talento, lo cual me ha dejado inmensamente satisfecho. Me parece importante rescatar a esta generación de escritores que en España pertenecen a la generación más preparada de la historia de nuestro país. Nacidos en los 70-80, la mayoría universitarios, familiarizados con los idiomas, pero que los bajos sueldos, la sobreabundancia de grados y los cambios sociales les han impedido llegar a donde pensaban llegar. Comparten piso. No tienen coche, ni casa, ni hijos y ya se han dado cuenta de que el futuro no estaba donde creían. Es el equivalente español de los llamados JASP (Jóvenes aunque sobradamente pre-parados). Universitarios que chapotean en un mercado sobresaturado de universitarios. Con poco más de mil euros deben sostener una vida de adultos, por lo cual no pueden permitirse hijos ni relaciones estables, comparten piso con otros mileuristas y, aunque están mejor formados que sus jefes y saben idiomas y manejan instrumentos informáticos que éstos no conocen, son sistemáticamente ninguneados y despreciados por estos y no acceden a puestos de superior retribución. No se comunican por los habituales medios de comunicación de masas, sino por internet o móvil, medios que sus jefes no valoran e ignoran, son individualistas y carecen de conciencia de clase social. Son víctimas de hipotecas abusivas y emplean casi todo su dinero en el ocio y en la tecnología. Son un potencial de desarrollo para el país, pero desacreditado y ultrajado, que algún día acometerán su venganza. ¡Hasta que la historia de El Conde de Montecristo se repita!

¡Ups!... Perdonen. Se me apareció de repente... ¿qué veo aquí delante, frente a mi ciclónico monitor? ¿Estos numeritos son personas? ¿personas sin trabajo?¿parados? Buff... veo que se trata de un 18,5 % de la población activa... 3.709.447 personas, más todos los que andan camuflados haciendo cursos del INEM, que serán otro medio millón más. ¡Anda! Y veo que España ocupa ya el primer puesto de parados de la UE. Sí. La Unión de los Países Desarrollados. ¿Desarrollados?... ¿aunque llevemos años inmersos en una involución social? ¿destruyendo empleo? No lo entiendo. La Constitución Española de 1978 dice en su Artículo 35 que...

Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo.”

Señoras y señores... Ha llegado la hora de las justas reclamaciones. Sí. De exigir. Puesto que un derecho es un mandato. Adelante. ¡Reclamen! ¡Ordenen! Es su deber y obligación. No teman. La razón les acompaña hacia un tránsito incuestionable. Recuerden, Lo peor de todo, como dice Ray Loriga, no son las horas perdidas, ni el tiempo por detrás y por delante, lo peor son esos crucifijos tan feos que tenemos delante.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Nocilla Dream, de Agustín Fernández Mallo

Nocilla Dream es tecno-literatura científico-poética. Su docuficción nos entrega conceptos postpoéticos vanguardistas trasladados a una narración sin complejos, como por ejemplo que Ernesto Che Guevara es, por excelencia, el gran icono analógico/mecánico-racional/objetivo en la cartografía de su Universo Nocilla, de su ficción colectiva ensamblada a su ficción personal. Y además, si lo piensan según su prisma, el Che se separa incluso con más intensidad de este concepto que las Crónicas Marcianas de Ray Bradbury o las Ratas de Gambia. Ahora puede parecerles extraño, porque aún no se han familiarizado con su semántica, pero si empiezan a observar las distancias que existen en su mapa conceptual verán que en su opuesto nos aparece J.L. Borges como el irrevocable icono emocional/subjetivo-digital/electrónico dentro de este mismo territorio del sueño ennocillado. ¿Extraño, verdad? Sin embargo a mi me ha resultado muy interesante. Descubrirán que hay mucho más. El inicio de su Proyecto Nocilla muestra temas de una gran complejidad y lucidez: Realidad Virtual, Código Binario, la geometría de la información, la gramática del lenguaje audiovisual, los intentos de anonimato digital por parte del creador del software PGP (P.R. Zimmermann), la nueva morfología arquitectónica, Micronaciones (El Principado de Sealand y el KREV-Reino de Ergaland & Vargaland), cine, arte y mucha física nuclear. Todo ello llevado al límite de la creación literaria posmoderna, hacia el desarrollo de un arte nuevo, entregado a la conquista del tránsito cultural, sometido a su proyecto de la misma manera que evoca este verso al que apunta de Yeats:

Todo ha cambiado, cambió por completo/ una belleza terrible ha nacido.

Nocilla Dream reúne los restos liofilizados de nuestra caótica globalización. Explica a través de escenas paradójicas un fractal de la Realidad que hoy vivimos, inmersos en sueños tecnocráticos, buscando una definición quimérica de ego o identidad. Los personajes pertenecen a una norteamérica de desiertos mccarthyianos, conectados por la más dilatada de las autopistas de la Red de Carreteras Federales de Estados Unidos: la interminable Ruta 50, que cruza desde la Ocean City en Maryland hasta el Océano Atlántico, en West Sacramento, California. Les aparecerán poéticas zapatillas colgadas de las ramas de esos árboles que solitarios en la inmensidad del desierto conquistaron un remoto acceso acuífero para sobrevivir.

Tengo la sensación de haber tardado mucho en llegar a este libro. Recuerdo que lo vi muchas veces en la librería. Agustín Fernández Mallo me saca siete años, sin embargo lo siento muy cerca de mi generación, la del 74. Me ha resultado muy interesante su evolucionada visión sobre nuestra sociedad. Su temática esta enlazada por completo con los elementos tecnocrático culturales de nuestro fin de siglo y el comienzo de este nuevo. Todo lo que narra lo siento familiar. A Zimmerman, a sus escritores, su física, o su ficción. Me alegra comprobar lo cerca que estamos. Únicamente, si este hubiera sido mi libro, habría llevado como título Nutella Dream. Es mejor y me resulta más unido a mi infancia. En cuanto al contenido de este zapping literario le doy un notable y destaco la cita que edita de Félix de Azua y la red de tuberías que nos dibuja en nuestra mente, tributo a Italo Calvino, junto a la red de venas y arterias de nuestro organismo que él añade con gran acierto literario. Intuyo que terminaré la trilogía de su Proyecto Nocilla. Y ahora transitemos hacia otro escritor coetáneo, que como él nació en 1967. En breve estaremos con él, en columna de avance, en este Alto Vacío. Y no por comparar, sino para descubrir. Disfruten.

“Decir "ciencia ficción" es una redundancia porque toda ciencia es ficción.”

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viernes, 9 de octubre de 2009

La lluvia antes de caer, de Jonathan Coe

¿Saben esas veces en las que el vello corporal se nos eriza, de forma súbita? Sí. ¿Esas veces en las que toda la energía que contiene la emoción anidada en lo más profundo de nuestro ser aflora hacia nuestra piel, hacia la superficie, y cada pelo le rinde pleitesía, levantándose, erizándose para darle salida y proyección al sentimiento? Bien. Pues esto es lo que yo he experimentado al leer esta conmovedora novela. Una sublevación inevitable del corazón. Y un placer envuelto de misterio. Puedo decir que es una novela que he disfrutado de párrafo a párrafo. No he podido soltarla desde que leí la primera página. La compré este lunes y hoy viernes he llegado a su impetuoso final. Su narración es perfecta. La elegí por dos motivos. Uno: se trataba de una novela actual, de Anagrama. Dos: el escritor, Jonathan Coe, iniciaba un importante tránsito en su trayectoria literaria, abandonando la sátira y la comedia social por una literatura íntima, madura y llena de sutilezas. Intuí que la literatura británica se ganaba a un tercer escritor sublime, junto con Ian McEwan y Martin Amis. Y así ha sido. Los lectores estamos de enhorabuena. Ha nacido un nuevo Huracán en papel, llamado Jonathan Coe, decidido a dejar una huella imborrable en nuestra conciencia dormida. El argumento les producirá una curiosidad adictiva, que irá in crescendo, suscitando una lectura apasionante, repleta de escenas evocadoras, poéticas e inolvidables. Hagan la prueba para ver que sienten.

Rosamond, la tía de Gill, muere, a los setenta y tres años, por culpa de una enfermedad cardíaca. No quiso implantarse un bypass. Su médico, la encantadora Philippa May, que la visitaba dos veces por semana, se la encontró clavada en el sillón de su chalet en Shropshire con un micrófono en la mano, enchufado a un magnetófono, rodeada de álbunes de fotos y el tocadiscos encendido con un vinilo de la soprano española Victoria de los Ángeles, titulado Cantos de la Auvernia de Canteloube. La tía Rosamond nunca se casó, por lo tanto su herencia fue divida en tres partes. Sólo le quedaban dos familiares, sus dos sobrinos, Gill y David, a quienes les destina un tercio a cada uno. La tercera parte es para Imogen, una desconocida para la familia, pero en realidad alguien muy importante en la vida de la tía Rosamond, alguien por la que siente un deber y una obligación. Y ahí empieza el misterio. La atracción a la lectura. Su compromiso con ella convierte la novela en un periplo descriptivo que recorre la historia de su familia, los deseos, la culpa, la crueldad, la manipulación y la ambivalencia de los sentimientos vividos. Rosamond necesita contarle la terrible historia que se esconde detrás de la foto número dieciocho a Imogen. Necesita narrar toda la historia oculta en las veinte fotos que ha seleccionado de todos los álbumes.


Y ahora otro atractivo excepcional de la narración. Este libro incluye banda sonora. Y como cada uno sabe lo que debe hacer para ser feliz, yo he leído esta preciosa novela mientras en mi cabeza sonaban, una por una, las Chants d'Avergne de Joseph Canteloube, interpretadas por la maravillosa y luminosa voz soprano de Victoria de los Ángeles. Toda la narración gira en torno a esta envolvente pieza musical. Es mágica. Te traslada a un Nuevo Tránsito. A un espacio de luz, paz, serenidad y armonía. No he podido parar de escucharla, incesantemente, apasionadamente. Quiero, como amantes de la Literatura de Altura que sois, entregaros este glorioso regalo para acercaros al palatino efecto que nacerá en vosotros cuando os alimentéis con esta lectura deliciosa. Les adelanto que esta canción es la música que Rosamond eligió escuchar antes de morir y es la melodía melancolica que sonará durante los días que grabó las cintas para que Imogen entendiera la historia de su familia. Cantos de la Auvernia de Canteloube. Sublimes. Empiecen a volar.


Y a partir de aquí ya pueden olvidarse de mi artículo. El resto es para aquellos que ya la leyeron y desean rememorar parte de esos detalles tan potentes que nos permiten trazar la historia en nuestra mente. En nuestro corazón. Son las veinte fotos literarias. Disfruten pues, Amantes de la Literatura de Altura. ¡Disfruten! Les recomiendo fervientemente que la lean. Este año será muy comentada. Dejen su huella en este Alto Vacío, me encantará conocer sus impresiones como lectores.

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Foto nº1: Invierno de 1938. Una casa a las afueras de Hall Green, a unos kilómetros al centro de Birmingham. Rosamond tiene seis años. Sylvia, su hermana tiene quince. Realizaron un Plan de Evacuación de niños: más de un millón de niños fueron apartados de sus padres, metidos en trenes con una maleta y una mascarilla antigás.

Foto nº2: Warden Farm. Una excursión. Tía Ivy y tío Owen. Sus primos Raymond, Digby y Beatrix (abuela de Imogen).

Foto nº3: La roulotte. El campamento secreto de Beatrix y Rosamond. Pacto de sangre. Se convierten en hermanas. Unidas pase lo que pase por un juramento inquebrantable. Deciden fugarse por la noche a casa de Rosamond.

Foto nº4: La granja de Warden Farm. 1950-1959. Bonaparte es el Springer Spaniels favorito de Ivy. Un día Beatrix le da una ala de pollo por debajo de la mesa y el perro se atraganta. Ivy se desmayó y se quedó en reposo en la cama durante dos dias. La reprimenda materna que le echó a Beatrix en tono bajo y monocorde estaba lleno de odio, era letal, homicida. Rosamond lo escuchó todo detrás de la puerta.

Foto nº5: Invierno de 1945. Parque de juegos de Row Heath, en Bournville. La gente patina en el estanque congelado. Rosamond tiene 11 años y Beatrix tiene 14. En su mano izquierda sujeta a Bonaparte con una correa. Ivy ha ido a Birmingham para visitar a su hermano y el padre de Rosamond se las lleva para que jueguen. Ivy le permite por esta última vez sacar sola de paseo a Bonaparte. Beatrix le liberó de la correa. El perro se echó a correr en línea recta hacia el perímetro del parque, hacia el infinito horizonte, hasta que lo perdieron de vista para siempre. Bony, aquel perro tonto.

Foto nº6: Primavera de 1948. Boda de Beatrix con Roger, embarazada con 18 años.

Foto nº7: Munch Wenlock. Aparece Thea, la madre de Imogen, en la cocina de su casa matrimonial. La cresta del Long Mynd.

Foto nº8: Junio de 1949. Munch Wenlock. Beatrix tiene 50 años. Sale en otra roulotte junto con dos actores, Jenifer Jones y David Farrar que han llegado para rodar una película. Beatrix se fuga con el bebé (Thea) en la roulotte de Jack, uno de los carpinteros del equipo de Londres, durante tres años por Irlanda. Comentan la película Corazón salvaje de Michael Powell.

Foto nº9: Brandon Bay. Dingle. Irlanda. 1950. Beatrix le manda una postal a Rosamond en la que escribe un... ¡Viva la libertad!


Foto nº10:
Serpentine de Hyde Park.1952. Maurice, el prometido de Rosamond, junto a Rebecca, su primer gran amor. Ella rompe con Maurice porque está enamorada de Rebecca. Son lesbianas.

Foto nº11: Julio de 1953. Licenciatura en Historia de Rebecca. Exterior del Albert Hall. Habían tenido su primera gran discusión. Aparecieron en su casa por la noche Beatrix y Thea (5 años). Había roto con Jack pero ahora estaba enamorada de un tal Charles, de Canadá, que vivía en Vancouver. Había comprado ya el billete de avión para irse ella sola a Toronto y dejar a Thea con Rosamond. Rebecca se negó en rotundo, pero a la mañana siguiente la firmeza de Rosamond fue determinante y Beatrix pudo salir sola hacia el aeropuerto de Londres. Al final tardó en volver dos años.


Foto nº12: La foto favorita de Rosamond. Verano de 1955. Lago Chambon. Murol. Auvernia*. Francia. Aparecen Rebeca (25 ños) y Thea (6 años) en el agua. Ella le está enseñando a Thea a tirar los guijarros para que salten por encima del lago. Rebeca nota que va a llover y Thea le pregunta si está triste por eso. Rebecca le dice que adora la lluvia de verano y Thea le contesta que a ella le gusta la lluvia antes de caer.


Rosamond le contestó que antes de caer la lluvia no existía, que era humedad concentrada en nubes. Pero Thea le contestó - Ya sé que no existe. Por eso es mi favorita. Porque no hace falta que algo sea de verdad para hacerte feliz ¿no? - y salió corriendo hacia el agua sonriendo abiertamente y encantada de haberse salido con la suya gracias a su propia lógica. Y de repente Rebecca siente una intuición. Siente que lo que tienen las tres se va a acabar.

“No hace falta que algo sea verdad para hacerte feliz.”

Y así es. A principios de septiembre Beatrix volvió con Charles y un hijo en común de año y medio llamado Joseph. Lo suyo no es de verdad. Siente que se va a acabar. Cuando Beatrix regresa para llevarse a Thea, Rebecca se marcha y deja a Rosamond.

*Nota: Bailero sonó por primera vez para ellas en la radio. Les produjo mucha ternura. Hicieron el amor. Se convirtió en el Tótem del amor entre Rebecca y Rosamond. Durante mucho tiempo fantasearon con veranear en los paisajes de Auvernia. Y cuando Rebecca ahorró para comprar su coche se fueron para allá, cargadas con todo tipo de cosas para el camping. La noche antes de marcharse acamparon en una playa llena de guijarros a orillas del lago Chambon, en un prado repleto de flores silvestres y la hierba alta y frondosa. Una escena idílica que perdurará en mi memoria de lector durante mucho tiempo.


Foto nº13: 1959. Beatrix y Rosamond sentadas en un banco de una casa victoriana de reposo, solida y gris, a última hora de una tarde de verano. Beatrix tuvo un accidente que le postró durante un año en el hospital. La estaban tratando de sus problemas mentales. Tomaba unas pastillas que la amodorraban. Y en una ocasión cuando dormía y Rosamond cogía el abrigo para marcharse le escuchó decir -¿Ros? ¿Por qué haría eso? ¿Por qué desapareceria sin más? ¿Por qué? ¿Por qué saldría corriendo?- refiriéndose a Bonaparte -Aún sigo pensando en él. No puedo dejar de pensar. Es que no tiene sentido. ¿Qué le habría hecho?- Pero nada le servía de consuelo.

Foto nº14: 1962. Una caseta de playa. 304. Sasparella, viento de poniente. Rebecca invita a Rosamond a su nueva y grande pero triste casa de Milford on Sea para estar con sus hijos. Descubre que la invita para que sustituya a la niñera que se ha ido de vacaciones. Esas dos semanas allí llegan al final de su amistad. Rebecca se encara de forma envenenada contra Thea, despreciándola e insultándola de la forma más cruel y vil que se pueda hacer, con el mismo tono asesino que usaba su madre, Ivy. Ve en ella la mirada de Gollum concentrada en su tesoro, una mirada ruin, cuando Rosamond y Thea están reposando tras el enfado juntas en la cama, en un abrazo familiar. Rosamond descubre que Rebecca fue siempre cruel y manipuladora.

Foto nº15: Warden Farm. Nochebuena de 1966. Toda la familia sentada al rededor de la cocina. Once personas. Rosamond intenta explicarle a Thea el sentido de la personalidad circular de su madre. Rememora la escapada nocturna. Thea le dice que Baetrix nunca habla de Rosamond y la deja sola en el jardín.

Foto nº16: 1969-1971. Saskatchewan. Canadá. La casa de Charles, Beatrix, Joshep (15 años) y Alice. Beatrix le había mandado una felicitación navideña firmando como . Se terminó separando de Charles. Murió en 1991, a los 61 años. Todas las enfermeras del hospital en el que trabajó la recordaban con gran afecto y cariño.

Foto nº17: Invierno de 1975. La costa de Lincolnshire. Hay cuatro roulottes. Martin, Thea, Imogen. Vivían en una de ellas. Martin trabajaba en transporte pero tenía un grupo de música alternativa. Ella siente devoción por él. Martin termina dejándola.

Foto nº18: Thea (27 años). Con esta foto Rosamond le cuenta el secreto trágico a Imogen. Fue su madre quien le dejó ciega. Con tres años. Perdió los estribos y la zarandeó tan violentamente que desde ese dia dejó de ver. Imogen no recuerda nada. La mente tiene fusibles. Se lo contó Beatrix por teléfono una o dos semanas después de que ocurriera. Fue juzgada y encarcelada. Rosamond fue a visitarla. Tenía una mirada vacía, unos ojos fríos y sin vida, los ojos de alguien que ya no podía asumir el riesgo de mirar el mundo. Rosamond luchó por proteger a Imogen y llevársela a vivir a su casa, con Ruth, para ofrecerle la mejor de las vidas, pero Servicios Sociales lo impidió, porque según ellos mantenía lazos muy estrechos con Thea y eso sería perjudicial. Pero a juicio de Rosamond las rechazaron por la naturaleza de su relación, por prejuicio. Fuera de su círculo de progresistas eran consideradas desviadas y parias. Imogen fue a parar a una familia de adopción. Rosamond pidió que se le hiciera un retrato para que sus familiares pudieran tener un recuerdo de su nueva vida.

Foto nº19: Retrato "Imogen. 1980" - Ruth captó su inevitabilidad. Esto le hace convencerse a Rosamond de que la vida sólo empieza a tener sentido cuando te das cuenta de que casi siempre dos ideas totalmente contradictorias pueden ser ciertas.

Foto nº20: La última. La fiesta del cincuenta cumpleaños de Rosamond al que Imogen pudo asistir. Para Imogen fue mucho estrés y sus padres decidieron no volver a dejarla ponerse en contacto con su anterior familia. A parte se marchaban a Toronto para vivir allí.

Thea fue hasta Toronto para ver a su hija. Tenía la dirección donde vivía. Al ir a su casa vio como salía junto a sus padres hacia la universidad y Thea la siguió montándose con ella en el autobús. Allí la esperaba su novio y no pudo hablar con ella. Pero otro día cuando la siguió su novio no había llegado e Imogen esperó sentada en el Queen's Park y Thea se sentó a su lado para charlar desde el anonimato. Thea disfruta sabiendo que ella es feliz con su vida. Imogen muere una semana antes de cumplir los diecisiete años. Seis meses después de que Thea la visitara. Atropellada por un coche al salir corriendo detrás de su perro. Eterno retorno.


Abuela y nieta. Había un patrón de muerte. ¿Dónde se encontraba? Esto podía ser una revelación suprema o, quizás, un sueño, una quimera, como La lluvia antes de caer, algo irreal, una ficción inolvidable desde la que reflexionar temas fascinantes. Destino y patrón condicionante.

“No dejes que el presente borre el pasado.”

viernes, 2 de octubre de 2009

Las hormigas, de Boris Vian

Cuando llega el otoño las hormigas cautivan nuevamente mi atención y mi intelecto. Estos días se fundarán nuevos hormigueros, tras una cópula exquisita en las alturas de un vuelo nupcial entre reinas y machos alados que caerán muertos y triunfantes al suelo. Las calles o campos, recipientes de este sacrificio evolutivo, ofrecerán sus cavidades subterráneas para que este insecto social pueda seguir actuando impostergablemente como un supraorganismo de conciencia colectiva. Es un momento para el tránsito. Y para celebrarlo, como todos los años releo gustoso La vida social de las hormigas de Wilhelm Goetsch y me arrojo a una literatura que incluya al género formicidae.

De esta manera, entre librería y librería se me apareció Boris Vian como un coloso entre los libros de bolsillo portando mi título deseado. Once relatos encabezados por el más sullivaniano, Las hormigas. Todos fueron escritos entre 1944 y 1947, tras la Gran Guerra, por uno de los autores más polifacéticos de la literatura, escritor, poeta, músico de jazz, ingeniero y traductor, que se codeó con la crème de la crème del jazz como Duke Ellington, Miles Davis o Charlie Parker, y con el proteccionismo existencialista de Jean Paul Sartre y Albert Camus. Me quedan en activo los efectos de Escupiré sobre vuestra tumba y sus Escritos pornográficos. Su literatura es desgarradora, aunque tal vez con esta obra se aleja un tanto del estilo detallista que usaba con el pseudónimo de Vernon Sullivan. Anoto aquí la temática de cada uno, pero destaco sobre todo, Las hormigas y Blues por un gato negro. Tienen fuerza.

Las hormigas. Entramos en la Gran Guerra. Los soldados muertos son tratados como trozos de carne molestos. Estallan las bombas, todo se llena de granadas y metralla. Avanza a cubierto por detrás de los tanques mientras escucha el desagradable ruido de los cadáveres que son chafados. Su cuaderno de notas quedará inmortalizado.

Discípulos aplicados. Dos psicópatas son instruidos en la Escuela de Polis y ellos juegan al «corta-furcias-en-rodajas».

El viaje a Khonostrov. Entramos en el departamento de un vagón de tren. Hay cinco personas muy dicharacheras, excepto una: Saturne Lamiel. Y eso le va a costar caro.

El cangrejo. Jacques Théjardin. Toca el flautín agreste en una orquesta de música de cámara y un día expuesto a una perniciosa corriente enferma de peste de cangrejos. Su estado le lleva a la desesperación y al surrealismo.

El fontanero. Una profesión muy peculiar, teniendo en cuenta que en un cuarto de baño siempre hay trabajo para un fontanero.

El camino desierto. Fidèle estudia para ser marmolista funerario. Lleva una vida metódica y tiene un amor, Noémi, con la que desea casarse en breve si todo sale bien.

Los peces muertos. Aquí se ocupa de esos crueles patrones que tratan como despojos a sus empleados.

Blues por un gato negro. Peter Gna y su hermana salen del cine y en las calles se encuentran a un gato y un gallo peleándose y soltándose improperios. En la pelea el gato negro termina cayendo a una alcantarilla y se monta todo un rescate en la calle para salvar al gato sarcástico y mordaz.

La neblina. André, un pensionista, sale del asilo completamente curado para regresar de nuevo a su casa y a su barrio con sus vecinos. La neblina de la ciudad, los sonidos de la Defensa Antiaerea y la crispación de la guerra dificultan una vida sencilla.

El ganso azul. Faetón Sol va a ciento veinte por la carretera y se detiene para recoger a Anaïs, un cuerpo prometedor, que saca el pulgar de autoestopista. Dentro del coche lleva al mayor, un perro y dos maletas. Ella se sube. Los hechos irán descubriendo la verdad.

El extra. En los Estudios Cinestropicio necesitan siempre actores y ellos esperan y esperan hasta que les toca su turno para demostrar que lo suyo no es una profesión vocacional.