Raymond Quenueau fue un poeta y novelista francés. Se graduó en 1919 en latín y griego, se trasladó a estudiar en la Sorbona de París donde estudió tanto matemáticas como letras. Se graduó en filosofía y psicología y se sintió atraído por el movimiento surrealista, hasta que en su viaje a Grecia (1932) descubrió notables divergencias entre el lenguaje escrito y hablado que le permitieron evolucionar hacia un estilo infrecuente denominado neofrancés, favoreciendo la modernidad en el campo de la literatura.
Roland es un joven francés hiper-racional, pero desorientado, que defiende las ecuaciones algebraicas de una incógnita como medio para describir y explorar la realidad. No pretende construirla ni inventarla, tan sólo, descubrirla. Su historia comienza al poco de entrar como soldado en el Rif, una región montañosa del norte de Marruecos, ocupada por colonias españolas y francesas, en un momento de fuerte sublevación por parte de los bereberes chleuhs. Tras comprobar los horrores de la Guerra de Marruecos (1911-1926) regresa a París y allí contacta con grupos comunistas y con miembros del Movimiento Surrealista, entre los que se encuentra Anglarés, el presuntuoso gurú del movimiento, hombre de binóculo, corbata roja y sombrero de fieltro negro (transfiguración de André Breton) y jefe de una secta adscrita a todo tipo de grupos que acechan las resonancias del Infrapsiquismo: telepáticos dialécticos, antropósofos discordantes, yugoslavos anticoncepcionales, espiritistas paralíricos, polipsiquistas intolerantes, espiritistas incubófilos, socio-budistas disidentes... y un largo listado de individuos de diverso pelaje.
Odile es el nombre de una prostituta, de una mujer enigmática a la que conocerá dentro de este Círculo de "ismos". Su apodo está asociado a un animal totémico: "coc-Od(r)ile". Ella es el alma gemela de Roland, una mujer golpeada, que no se mueve del lugar en el que cae. Permanece allí donde le tumba la tormenta, indiferente a las hojas que barre el viento. Y con la que establecerá una relación de opuestos e identidad fronteriza.
“ — Ya no miro a mi alrededor —me decía ella—, ni arriba ni abajo. A ningún lado. Voy a donde voy: a ninguna parte. Un caso parecido al suyo.”
Roland no se ata a nada, no es de nadie, únicamente explora y su escepticismo desvinculante le lleva a convertirse en herético del surrealismo, en hereje del inconsciente, que le atrae de alguna manera pero del que no se deja abrazar irrevocablemente. Al principio de la obra se expone en tono burlesco un ejemplo del infrapsiquismo literario procedente de las sesiones convocadas por el grupo de surrealistas en la casa de Anglarés, que da paso posteriormente a un interesante análisis sobre los abismos del desorden perceptual :
“ —Pronósticos para la jornada del 18-7-x. - Las hierbas se han apagado en el prado de acero en el que se abren los pepinos. ¿Has visto la nube de sombras que respiraba el aire infinito de las cimas? Ven a nadar sobre los océanos vencidos por las brisas y que los oficiales de dientes verdeantes por las algas atraviesan a paso lento. Veo crecer sables sobre los nueve dados que ofrecen los astrólogos las múltiples deidades. De regreso a estas orillas en las que murieron nuestros padres un hombre avanzaba armado de cabellos lentos.”
La estructura narrativa de Odile supone una denuncia de las convenciones de la novela; enfrenta el antagonismo entre lengua escrita y lengua hablada; le da siempre prioridad a la estructura sobre la forma y el contenido; muestra el uso del neofrancés para reproducir en ortografía fonética el verdadero sonido de las palabras; y arroja el concepto de verso-novela, todo ello afín a la patafísica, un movimiento cultural francés de la segunda mitad del siglo XX vinculado al surrealismo pero que se basaba en el principio de la unidad de los opuestos, siendo por lo tanto un medio de descripción de un universo complementario, constituido por excepciones. En la patafísica , todo es anormalidad, la regla es la excepción de la excepción, es lo extraordinario, lo que explica y justifica la existencia de la anormalidad.
La historia forma parte de una novela de aprendizaje o Bildungsroman, como lo denominan los alemanes, con la que Raymon Queneau muestra el desarrollo físico, moral, psicológico y social de Roland, con carácter autobiográfico, puesto que comenzó su carrera literaria dentro del movimiento surrealista, a cuyo grupo perteneció durante cinco años y del que André Breton, máximo maestro de ceremonias, lo expulsó finalmente a causa de desavenencias literarias y personales. Este periodo determinó su animadversión hacia las vanguardias y queda mordazmente testimoniado en esta obra que muestra el escaparate de vivencias decepcionantes y agridulces de esa época convulsa en la que afortunadamente emerge el amor como vía de autorrealización. La obra fue escrita en 1937. Se publicó en 1964 por Éditions Gallimard. En 2007 llegó a España bajo la protección de Ediciones Marbot.
Odile nos permite reconquistar la sencillez humana, indagar sobre el porqué del sufrimiento y analizar una a una las circunstancias que nos destruyen, imbuidos en la obstinación y el orgullo de grandeza, temerosos de nuestro ser "normal" capaz de amar a una mujer que nos espera, tal vez, en la algarabía de un puerto, como narra esta sabrosa roman à clef.
Roland es un joven francés hiper-racional, pero desorientado, que defiende las ecuaciones algebraicas de una incógnita como medio para describir y explorar la realidad. No pretende construirla ni inventarla, tan sólo, descubrirla. Su historia comienza al poco de entrar como soldado en el Rif, una región montañosa del norte de Marruecos, ocupada por colonias españolas y francesas, en un momento de fuerte sublevación por parte de los bereberes chleuhs. Tras comprobar los horrores de la Guerra de Marruecos (1911-1926) regresa a París y allí contacta con grupos comunistas y con miembros del Movimiento Surrealista, entre los que se encuentra Anglarés, el presuntuoso gurú del movimiento, hombre de binóculo, corbata roja y sombrero de fieltro negro (transfiguración de André Breton) y jefe de una secta adscrita a todo tipo de grupos que acechan las resonancias del Infrapsiquismo: telepáticos dialécticos, antropósofos discordantes, yugoslavos anticoncepcionales, espiritistas paralíricos, polipsiquistas intolerantes, espiritistas incubófilos, socio-budistas disidentes... y un largo listado de individuos de diverso pelaje.
Odile es el nombre de una prostituta, de una mujer enigmática a la que conocerá dentro de este Círculo de "ismos". Su apodo está asociado a un animal totémico: "coc-Od(r)ile". Ella es el alma gemela de Roland, una mujer golpeada, que no se mueve del lugar en el que cae. Permanece allí donde le tumba la tormenta, indiferente a las hojas que barre el viento. Y con la que establecerá una relación de opuestos e identidad fronteriza.
“ — Ya no miro a mi alrededor —me decía ella—, ni arriba ni abajo. A ningún lado. Voy a donde voy: a ninguna parte. Un caso parecido al suyo.”
Roland no se ata a nada, no es de nadie, únicamente explora y su escepticismo desvinculante le lleva a convertirse en herético del surrealismo, en hereje del inconsciente, que le atrae de alguna manera pero del que no se deja abrazar irrevocablemente. Al principio de la obra se expone en tono burlesco un ejemplo del infrapsiquismo literario procedente de las sesiones convocadas por el grupo de surrealistas en la casa de Anglarés, que da paso posteriormente a un interesante análisis sobre los abismos del desorden perceptual :
“ —Pronósticos para la jornada del 18-7-x. - Las hierbas se han apagado en el prado de acero en el que se abren los pepinos. ¿Has visto la nube de sombras que respiraba el aire infinito de las cimas? Ven a nadar sobre los océanos vencidos por las brisas y que los oficiales de dientes verdeantes por las algas atraviesan a paso lento. Veo crecer sables sobre los nueve dados que ofrecen los astrólogos las múltiples deidades. De regreso a estas orillas en las que murieron nuestros padres un hombre avanzaba armado de cabellos lentos.”
La estructura narrativa de Odile supone una denuncia de las convenciones de la novela; enfrenta el antagonismo entre lengua escrita y lengua hablada; le da siempre prioridad a la estructura sobre la forma y el contenido; muestra el uso del neofrancés para reproducir en ortografía fonética el verdadero sonido de las palabras; y arroja el concepto de verso-novela, todo ello afín a la patafísica, un movimiento cultural francés de la segunda mitad del siglo XX vinculado al surrealismo pero que se basaba en el principio de la unidad de los opuestos, siendo por lo tanto un medio de descripción de un universo complementario, constituido por excepciones. En la patafísica , todo es anormalidad, la regla es la excepción de la excepción, es lo extraordinario, lo que explica y justifica la existencia de la anormalidad.
La historia forma parte de una novela de aprendizaje o Bildungsroman, como lo denominan los alemanes, con la que Raymon Queneau muestra el desarrollo físico, moral, psicológico y social de Roland, con carácter autobiográfico, puesto que comenzó su carrera literaria dentro del movimiento surrealista, a cuyo grupo perteneció durante cinco años y del que André Breton, máximo maestro de ceremonias, lo expulsó finalmente a causa de desavenencias literarias y personales. Este periodo determinó su animadversión hacia las vanguardias y queda mordazmente testimoniado en esta obra que muestra el escaparate de vivencias decepcionantes y agridulces de esa época convulsa en la que afortunadamente emerge el amor como vía de autorrealización. La obra fue escrita en 1937. Se publicó en 1964 por Éditions Gallimard. En 2007 llegó a España bajo la protección de Ediciones Marbot.
Odile nos permite reconquistar la sencillez humana, indagar sobre el porqué del sufrimiento y analizar una a una las circunstancias que nos destruyen, imbuidos en la obstinación y el orgullo de grandeza, temerosos de nuestro ser "normal" capaz de amar a una mujer que nos espera, tal vez, en la algarabía de un puerto, como narra esta sabrosa roman à clef.
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