Faltaban diez minutos para el cierre de la librería y los pasillos se me hicieron extensos y sobrecargados para elegir otra lectura apasionada que llevarme a mi Salón Dorado de la literatura. Durante ese tiempo tan agitado debí leer una prolífica lista de autores y obras sin éxito para mis deseos. Y de repente vi a Flaubert. Literatura francesa. El maestro de Maupassant.
El título no me gustó. Tengo muy pocas ganas de ponerle atención a la sinrazón y a la insania. Sin embargo probé a leer la primera página y sentí que el orden y la estética de su lingüística cruzaba a otras estancias del alma. A un estado superior de inteligencia. Se trataba de una obra autobiográfica, escrita cuando él tenía diecisiete años. Un estudio ardiente y febril de la vida y la realidad que convierte su prosa en poesía a través de la palabra exacta. Imprescindible para un Amante de la Literatura. Tuve suerte de encontrarlo.
"Me acuerdo con qué voluptuosidad devoraba entonces las páginas de Byron y de Werther; con qué transportes leí Hamlet, Romeo, y las obras más apasionadas de nuestra época, todas aquellas, en fin, que derriten el alma en delicias o que la queman de entusiasmo."
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