Literatura trepidante. Desde la primera línea Ignacio Martínez de Pisón conoce el mecanismo para volcarte en la historia e introducirte en una época que rebosa personales ilustres, hechos históricos y memoria colectiva.
Dos jóvenes universitarios, José Robles y el norteamericano John Dos Passos, se conocen en un vagón de tren de tercera clase que se dirige a Toledo, y hablan de pintura, literatura y poesía. Al bajar del ferrocarril se van juntos a presenciar El entierro del conde Orgaz del Greco. Entre ellos surge una noble amistad en la que comparten aficiones de viaje, inquietudes culturales y simpatía por los idiomas. Años después Pepe Robles será quien traduzca al castellano Manhattan Transfer de John Dos Passos. Pero tiempo después, instalado en EEUU, decide regresar a España para ponerse al servicio del gobierno republicano. Los servicios secretos soviéticos le detienen y desaparece, dejando una incógnita penosa. Su amigo, John Dos Passos, regresa a España para colaborar en un documental de propaganda republicana, titulada Tierra de España y se entera de su asesinato. Empeñado en averiguar la verdad, choca contra una tupida conspiración de silencio y mentiras, que acabará determinando su evolución ideológica y provocando una ruptura de su vieja amistad con Hemingway.
Enterrar a los muertos es un producto literario muy exigente que combina la documentación rigurosa y la recreación biográfica, de una muerte que representa la insensatez de la guerra y la vileza que supone justificar los medios para llegar a un fin que es siempre dudoso. Ignacio Martínez de Pisón pinta con palabras ágiles y precisas, como lo hizo el Greco con su pincel y su técnica cromática, un hecho que está hinchado de ricos detalles y que conforman el cosmos de nuestra guerra civil española, y por lo tanto de nuestra historia colectiva. Su narrativa es excepcional. He querido percatarme de su talento literario, antes de introducirme en su última y más contemporánea obra, que intuyo será un acierto. Volveremos a tenerle en este blog tan huracanado. ¡Blum!
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