Talento empobrecido. Esta obra será alegremente fagocitada por la voracidad del cine de terror pero no podrá nutrir los anhelos del alma hacia la excelencia. Una voz original, un narrador nítido, una escritura laboriosa que trabaja para la distopía y la decadencia. Andrés Barba es una promesa que no despega. Su inteligencia parece eclipsada por los halagos del mercado editorial y su producto final no alcanza siquiera el rendimiento literario de un micro-relato de Roberto Bolaño, arrinconando sus ficciones en una frondosa y tupida selva tropical, iberoamericana, para arrojar toda su creatividad al alcantarillado de una ciudad absorta en sacrificios salvajes.
República luminosa es el hundimiento de las bases del hombre hasta niveles infrahumanos. Es sinónimo de anarquía y de sin razón. La infancia queda adulterada hasta la criminalidad como vía de escape para salvar un proyecto literario convertido en pesadilla atroz. Todo un esfuerzo cruel. Entonces me pregunto –¿Y si canaliza su agudeza onírica hacia la Gran Obra de la Literatura como hizo Borges en su tiempo, en su aquí y ahora?–. Presenciaremos lo que es natural ¡Blum!
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