Alberto Méndez murió once meses después de escribir estos cuatro potentes relatos entrelazados entre sí y ambientados en nuestra desgarradora Guerra "Incivil" Española. No llegó a conocer el éxito que terminó alcanzando dentro de la literatura española. Pero, fíjense, estamos ante el libro más vendido de la prestigiosa editorial Anagrama en lengua castellana. La calidad de su lenguaje es asombroso. Deslumbrante. Alberto Méndez maduró esta obra en las herméticas galerías de su fuero interno durante toda una vida. Y en cada frase respiramos los vapores de su alma que recorre una por una las oraciones sobre la derrota de una guerra construida con silencios.
La narración se basa en cuatro historias que discurren paralelas y ligeramente interrelacionadas. Un capitán del ejército de Franco que, el mismo día de la Victoria, renuncia a ganar la guerra; un muchacho poeta que huye de la guerra junto a su también joven compañera embarazada, viviendo una vertiginosa historia de madurez y muerte en el breve plazo de unos meses; un preso de la cárcel de Porlier que se niega a vivir en la impostura para que el verdugo pueda ser calificado como tal; y, un diácono rijoso que enmascara su lascivia tras el fascismo apostólico que reclama la rapiña contra el vencido.
Las dos historias centrales son supremas, excelsas, magistrales. La historia del poeta me volteó el corazón. Sentí una punzada lacerante en el pecho. Y con la historia de Miguel Eymar sufrí una rabia iracunda que me subía y me bajaba por todo el cuerpo, de impotencia, una rabia de injusticia. Ambas me han permitido visualizar e interiorizar con vigor las heridas mal curadas de esas víctimas abatidas de la postguerra. De esa gran tragedia que traen las guerras.
“Hasta el alba no volvería a haber vida y la vida iniciaba siendo heraldo de la muerte. Sabían que a las cinco de la mañana comenzarían a oírse nombres y apellidos en el patio y que los nombrados subirían a unos camiones para ir al cementerio de la Almudena de donde nunca volverían.”
Tras leer este Huracán en papel, esta Literatura de Altura elevada en este Alto Vacío y tras sentir el trauma histórico que aún revolotea latiente en nuestro avanzado siglo XXI, aquí le presto este espacio, muy generoso, para que ruja poderosa en nuestra memoria con el fin de luchar por la dignidad y la clausura catártica de un dolor que necesita ser atendido con todos sus honores. Yo me transmuto, aquí, impetuoso, como conducto de tránsito para que Los girasoles ciegos pase de mano en mano, de corazón en corazón, para que su mensaje se expanda en los confines del cosmos propagando los valores de la democracia, la igualdad y la libertad. Y ya tan sólo me quedan gritar dos máximas... sólo dos, que ¡viva España! y ¡viva la República!
2 comentarios :
Lo tengo pendiente de lectura... tendré que darle más prioridad.
Lo leí hará un par de años: una maravilla.
Publicar un comentario