¿Se dan cuenta que a veces los libros nos escogen y no al revés? Así fue como me sedujo esta obra. Vi la portada entre muchas novelas de amor. Un hombre de época de presencia señorial. Un barco evocando un viaje emocional por alta mar, pues lo que se sustenta sobre unas tripas sólo puede traer una inmersión sentimental. Corrían las letras de un escritor francés a quienes recuerdo con una sensibilidad muy racional. Leí la primera página. Y me agarró.
Se trata de la escritura fluida, profunda y atemperada de un Premio Goncourt, galardón literario de mayor prestigio en Francia, recibido en 1922 por Henri Béraud. El martirio del obeso narra la historia de un martirio amoroso con los desprecios y la indiferencia que las mujeres cometen hacia los hombres gordos, pero con el humor y la frescura de una inteligencia que supo trascender a su persona y describir la vida como un banquete de oportunidades y herramientas para alcanzar la felicidad.
No esperen encontrar a un glotón y a un zafio descortés. La voz de esta novela pertenece a un miembro del Club de los Cien Kilos, extremadamente selectivo, procuaz, risueño, muy sociable y afectuoso. Su trato bonachón les acompañará hacia un baile de personalidades y situaciones jocosas, para reivindicar lo sano que es reírse de uno mismo. Los gordos atesoran una serie de cualidades invisibles al resto de los mortales, probablemente por quedar ocultas bajo una capa de grasa, y es de ahí de donde nacen una serie de prejuicios que los hace propensos a ser víctimas del abuso, especialmente del abuso emocional, por lo que queda redimido cuanto pueda achacárseles: todo en los gordos está bien y es digno de admiración, y lo que de malo les ocurre trae por causa la inquina, la envidia, la incomprensión y la ignorancia ajena, horrores todos ellos nacidos en el mundo de los escuálidos. ¿Te atreves a seguir aprendiendo? ¡Tránsito!
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