Me apareció esta pieza literaria en un pasillo recóndito de la biblioteca que más frecuento estos días de otoño. La portada me fascinó y la edición tan cuidadosa completó el resto de la decisión. Al abrir la primera página observé que nadie se había llevado este pequeño libro. No aparecía ninguna fecha en la hoja de préstamos. Así que la sensación de estar frente a un tesoro que nadie había descubierto se hizo en mi interior muy poderosa, y como es de tamaño de bolsillo, lo he llevado conmigo, acompañándome a todos los lugares a los que he ido. Como quien lleva castañas asadas en invierno.
Empecé saboreando cada página de la introducción hasta alcanzar una atmósfera de respeto y admiración por el autor.
Si algo bueno y noble hay en un escritor, eso será lo que refleje su obra, escriba lo que escriba, porque las leyes que rigen lo pequeño son las mismas que rigen el Universo. La manifestación de la ley que mueve el mundo está tanto en el soplo de la brisa, en el correr del agua, el verde de los sembrados como en la majestuosa tormenta que arrasa los campos, amenaza casas, o destruye los árboles. Y esto mismo ocurre de forma similar en el interior del ser humano. Hay mayor grandeza en aquellos espíritus que llevan una vida equilibrada en la que se hace uso del buen juicio, se siente admiración por lo bello y se mantiene una actitud serena ante la cercanía de la muerte, que en aquellos en los que dominan los impulsos de cólera, destrucción o venganza y que en su exaltación arrastran su propia vida.
Empecé saboreando cada página de la introducción hasta alcanzar una atmósfera de respeto y admiración por el autor.
Si algo bueno y noble hay en un escritor, eso será lo que refleje su obra, escriba lo que escriba, porque las leyes que rigen lo pequeño son las mismas que rigen el Universo. La manifestación de la ley que mueve el mundo está tanto en el soplo de la brisa, en el correr del agua, el verde de los sembrados como en la majestuosa tormenta que arrasa los campos, amenaza casas, o destruye los árboles. Y esto mismo ocurre de forma similar en el interior del ser humano. Hay mayor grandeza en aquellos espíritus que llevan una vida equilibrada en la que se hace uso del buen juicio, se siente admiración por lo bello y se mantiene una actitud serena ante la cercanía de la muerte, que en aquellos en los que dominan los impulsos de cólera, destrucción o venganza y que en su exaltación arrastran su propia vida.
La manifestación de la dulce ley que mueve al género humano es la que Stifter reconoce y plasma en Piedras de colores, mostrando la ley de la equidad que hace que cada cual pueda vivir entre los otros, no bajo la amenaza, sino en el respeto y la dignidad, que le van a hacer posible cumplir su destino humano. Esa ley actúa tanto en las cabañas como en los palacios, y se puede percibir tanto en la abnegación de una pobre mujer como en el desprecio soberano de la muerte que hace gala el héroe que se sacrifica por la humanidad. Para Stifter el arte es lo más elevado, después de Dios. No fue un escritor que perteneciera a ningún movimiento de su época. Se limitó a describir su entorno priorizando la estética y la simplicidad con la motivación de crear para el lector un rato agradable y contribuir con un grano de bondad a la construcción de lo eterno.
El éxito de Piedras de colores fue total, no sólo en los círculos literarios o entre otros escritores, sino que produjo una honda impresión en amplios sectores del público. Los críticos literarios ponderaron la claridad y pureza de sus líneas, reconociendo la paz, la belleza y la nobleza de los sentimientos que irradiaban en los dos relatos de este magistral libro, Cristal de roca y Creta blanca. El primero les llevará a las enigmáticas montañas y el segundo a un castillo en la llanura. Disfruten del paseo. Volverán renovados. ¡Tránsito!
El éxito de Piedras de colores fue total, no sólo en los círculos literarios o entre otros escritores, sino que produjo una honda impresión en amplios sectores del público. Los críticos literarios ponderaron la claridad y pureza de sus líneas, reconociendo la paz, la belleza y la nobleza de los sentimientos que irradiaban en los dos relatos de este magistral libro, Cristal de roca y Creta blanca. El primero les llevará a las enigmáticas montañas y el segundo a un castillo en la llanura. Disfruten del paseo. Volverán renovados. ¡Tránsito!
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