
Javier Avilés innova una nueva literatura, despiadada, brutal, escatológica y dilatada, ampliando el texto cuadrilátero hasta el último aliento de su pulso articulado, sin tregua a la razón y consiguiendo párrafos de una profundidad artística. Hacia una captura nabokoviana de grises mariposas ceniza, símbolo implacable de la belleza en la muerte y la destrucción, nos va guiando poco a poco con sus teorías metaliterarias, por las ruinas que ha de atravesar para llegar , tal vez como lo hizo Cormac McCarthy por su carretera sanguinaria, a una textura literaria que emita luz y calor, que permita al pez soñar y al hombre del traje marrón superar su fuga Bartleby quinquenal, como brutalmente he podido constatar en esta tarde de lectura, oscuridad y fogonazos estroboscópicos hasta el metemerómofo más teatral. Me gusta desconocer a Javier Avilés. Le seguiré hasta ese ansiado final.

“Todo debe ser falso. Para que se pueda alcanzar la belleza, el escenario sobre el que se plasma debe ser falso.”
2 comentarios :
voy a intentar conseguirlo de forma urgente
gracias
ha sido necesaria su lectura
Publicar un comentario