Obra elíptica espolvoreada en los desiertos de Sonora que suscita un explosivo tránsito de conciencia y ralentiza el ritmo de las agujas del reloj. El Punto Omega es allí donde la mente trasciende todas las direcciones hacia dentro. El punto más alto de la evolución de la conciencia. Aquí tienen, amantes del Tifón Literario, otro Huracán en papel. Pero esta vez, esculpido con la Olympia SM3 Deluxe de Don Delillo. Su último disparo a cámara lenta.
Richard Elster tiene 73 años y es un asesor de guerra que ayudó al Pentágono a conceptualizar el marco intelectual de la guerra de Iraq. Jim Finley, cineasta y mitad más joven que él quiere rodar un documental para que explique lo que sabe de esa guerra. Un trabajo similar al que hizo el director Errol Morris con Robert S. McNamara, exsecretario de Defensa de los EEUU, en su documental The Fog of War (2003) —La niebla de la guerra—, en el que se analiza la psicología y los razonamientos del gobierno para tomar decisiones que llevan a miles de hombres a la guerra y a la destrucción. Jessie Elster, la hija de Richard llegará de visita y alterará la dinámica de esta situación. Los tres tendrán tiempo para mantener muy interesantes conversaciones. Incluso sentiremos como el tiempo se dilata, se estira, en esos vastos espacios inabarcables, de sol y calor, mucho calor.
Punto omega está sintetizada con un estilo becketiano de brevedad e intensidad muy certeras. La novela se compone de cuatro actos muy bien definidos. El inicio y el final, aparentemente externos a la trama, nos introducen en una completa ralentización de nuestro pulso vital mediante la versión conceptual que Douglas Gordon realizó con Psicosis 24 Horas, expuesta en el MOMA de Nueva York en 2006, obra que encarna los sueños, las angustias y las aspiraciones de toda una generación. Una meditación sobre el tiempo y el movimiento que Don DeLillo experimentó con gran asombro, visitando la exposición una y otra vez, sin cansarse al notar que su pensamiento cambiaba al igual que su manera de ver el mundo. Su percepción se intensificó, se fraccionó en átomos, en motas de luz, vistas por primera vez. Y esto es lo que plasma en esta original novela. Frena los diálogos, paraliza los escenarios, propone imágenes posmodernas que nos suspenden en el vacío, perdidos, en una atmósfera sofocante, que tiene como finalidad dar una lección a Richard Elster. Un estallido de conciencia.
Punto omega está sintetizada con un estilo becketiano de brevedad e intensidad muy certeras. La novela se compone de cuatro actos muy bien definidos. El inicio y el final, aparentemente externos a la trama, nos introducen en una completa ralentización de nuestro pulso vital mediante la versión conceptual que Douglas Gordon realizó con Psicosis 24 Horas, expuesta en el MOMA de Nueva York en 2006, obra que encarna los sueños, las angustias y las aspiraciones de toda una generación. Una meditación sobre el tiempo y el movimiento que Don DeLillo experimentó con gran asombro, visitando la exposición una y otra vez, sin cansarse al notar que su pensamiento cambiaba al igual que su manera de ver el mundo. Su percepción se intensificó, se fraccionó en átomos, en motas de luz, vistas por primera vez. Y esto es lo que plasma en esta original novela. Frena los diálogos, paraliza los escenarios, propone imágenes posmodernas que nos suspenden en el vacío, perdidos, en una atmósfera sofocante, que tiene como finalidad dar una lección a Richard Elster. Un estallido de conciencia.
“A veces un viento llega antes que la lluvia y provoca que los pájaros pasen volando delante de la ventana, pájaros de espíritu que cabalgan la noche, más extraños que los sueños.”
1 comentario :
Vuelta a Occidente, un terreno más firme bajo mis pies, un poco paletos y bastante incultos (no hay ni un gramo de falsa modestia en esta apreciación, pues he de confesar que no he leído casi nada de lo catalogado como imprescindible en, por ejemplo, El canon occidental). Curioso que el regreso sea a través de la guerra haiku de Richard Elster. Cosas de la globalización.
El tiempo. En “Body art” Delillo recrea el tiempo como un todo, un espacio donde conviven futuro, pasado y presente. Desde un punto narrativo, la creación literaria permite esta concepción, que nos abre los ojos a otras físicas posibles (teoría de cuerdas, el enigma cuántico) de las que también soy ignorante. En “Punto omega” retoma esta tesis algo más simplificada, por lo que creo que funciona mejor. Delillo detiene el tiempo en el reloj de la conciencia y nos presenta los efectos de este acto. Un tiempo cosificado nada tiene que objetar a esa guerra haiku de Elster. Pero Delillo regresa a la cruz de las cosas y castiga la soberbia intelectual del viejo pensador para hacernos ver que aún no nos hemos transformado en piedras (como se pretende en su punto omega). Lo interesante es que esta introversión defendida por Richard Elster es el camino que toma la narrativa actual en escritores como Vila-Matas.
Delillo es Norman Bates en esta Psicosis 24 horas. El único fallo que encuentro en el libro es que causa y efecto no aparecen desligados: el efecto es el castigo, la causa el pensamiento deshumanizado de Richard Elster.
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