Es una obra conmovedora. Se sufre. Muchísimo. Es inevitable. Se trata del testimonio real de un padre que ve como en el verano de 1996 su hija de quince años se vuelve loca, presa de una psicosis aguda. Y aceptar esto resulta espeluznante. Aterrador. Sally es una niña de padres divorciados, fascinada por la literatura, que relee una y otra vez los Sonetos de William Shakespeare o disfruta escuchando las Variaciones Goldberg de Bach, interpretadas por el magnífico pianista Glen Gould. En vista de esta sensibilidad uno empieza a preguntarse si se trata de un... ¿genio o un trastorno mental? ¿Cómo diferenciarlos? ¿transitorio o vitalicio? Todo resulta extraño cuando Michael encuentra un coche patrulla aparcado enfrente de su casa, en Bank Street (Nueva York). La policía se encuentra allí porque su hija intentaba embestir a los coches segura de que podría detenerlos en su camino. ¿Tal vez las drogas? ¿Ácido? ¿Éxtasis? No. Todo producto de su mente. El establishment psiquiátrico de corte milimétricamente biomédico determina que padece un Trastorno Bipolar. ¿Porqué ella? ¿Hereditario o producto del descontrol de una familia disfuncional? No se cuestiona. Directamente es internada en un psiquiátrico, en la «Cámara de Aislamiento Acolchada» donde la nutren de haloperidol y del anticonvulsivo ácido valproico, con el fin de inducirle indiferencia, bloqueando toda su dopamina, la responsable del pensamiento secuencial y la que nos ayuda a hacer funcionar el sistema motor y determina la fluidez con que movemos brazos y piernas. Le practican una auténtica lobotomía química a la que deberá estar sometida de por vida. Un negocio para el farmacéutico, de unos setecientos veinticuatro dólares, incluyendo el relajante muscular Cogentine, más una píldora para dormir, más un ansiolítico. Todo para reducir sus estallidos visionarios llenos de grandilocuencia.
Con esta obra Michael Greenberg realiza su debut en la literatura, narrando su difícil experiencia personal. La revista Time la ha escogido como uno de los diez mejores libros del 2008 y Amazon lo ha seleccionado como el segundo mejor libro del 2008. Próximamente será llevado al cine.
Yo particularmente destacaría en este honesto ensayo la claridad con la que describe su desazón, su sentimiento de culpabilidad, las emociones de su hija, las metáforas sobre el nebuloso rastro de la locura, o las referencias de la paranoia que encuentra en la literatura, sobre todo el paralelismo que descubre en Lucia, la hija de James Joyce, a la que se le diagnosticó esquizofrenia y trastorno bipolar de ciclo rápido, al poco de que el autor concibiera su Finnegans Wake como una novela de la noche inconsciente, una novela de oscuros juegos de palabras y asociaciones, aproximándose, todo lo que una obra literaria puede hacerlo al cerrado mundo de la psicosis, sin ser demente ella misma. Según Joyce, esto, seguramente, al infiltrarse en el cerebro de su hija pudo precipitar las enigmáticas expresiones de Lucía trastornándola, al igual que le ocurre a Sally tras devorar los Sonetos de William Shakespeare. Este punto nos hará reflexionar mucho durante la lectura. Lucia le dijo una vez a James Joyce que la razón por la que estaba mentalmente enferma era porque él no le había transmitido ninguna moral. A esto James Joyce le respondió que cómo podía darle algo que ni el mismo tenía. Muy triste respuesta ¿no? Aquí hay mucho con lo que reflexionar. Sufrirán con esta obra, pero también les hará sentirse más humanos. Suerte.
2 comentarios :
Todavia no leo el libro,solo vi una entrevista del autor la semana pasada ,me vi reflejada en historia y sentimientos , en realidad es un apoyo para padres que hemos y estamos pasando por esto,lo leere y recordare como me senti como mama que lo habia hecho todo como debia ser...solo que alguien me movio la banca y me cai a la realidad,
Muchas gracias por este estupendo análisis. Me has animado a leer la obra, y a Joyce también, que aún no lo conozco ;-)
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