HURACANES EN PAPEL™ - Reseñas literarias

Sólo me queda esperar la aparición de un Nuevo Tifón Literario de magnitud cinco como los producidos por Mikhail Bulgakov, Thomas Pynchon o Roberto Bolaño. Ese día llegará y mi búsqueda no habrá sido en vano. Huracanes en papel™ 2007-2024

domingo, 22 de noviembre de 2009

Ferdydurke, de Witold Gombrowicz

Literatura traidora. Gombrowitcz lucha contra la "Forma". En ella ve al monstruo de la inmadurez, a la máscara estancada que petrifica la vitalidad del arte, la filosofía o la literatura. Atacó los cimientos ideológicos de la patria, la Alta Cultura de la tradición, la virilidad absurda y todos los signos del territorio nacional occidental moderno. Sus textos generaron una textualidad próxima a lo que Deleuze y Guattari llamaron literatura menor, literatura desterritorializada.

¿No entendéis que precisamente desde el punto de vista de la forma, del estilo, no hay nada que dé resultados más desastrosos, ya que aquel que se encuentra en una situación artificial, en una posición de baratillo, no es capaz de pronunciar ni una palabra que no sea de baratillo?

Ferdydurke fue la primera novela de Witold Gombrowicz, escrita poco tiempo antes de estallar la Segunda Guerra Mundial en Polonia y publicada en Varsovia en 1937. Witold experimentó todo lo que pudo con el lenguaje, creando neologismos, fusionando conceptos y saltándose los esteriotipos de la forma lingüística. Llegó a Buenos Aires durante el viaje inaugural del trasatlántico Chroby en 1939. En esa semana los nazis invadían Polonia. Gombrowicz rechazó su plaza para regresar en el crucero. No sentía ningún tipo de nostalgia. Allí conoció a un grupo de jóvenes interesados en una nueva literatura que hicieron todo lo posible por traducirla durante seis meses en las tertulias del Café Rex. La obra se puso a la venta a través de la editorial Argos en 1947. No tuvo ningún éxito y pasó dificultades económicas. En esa primera edición su autor dijo que sólo se parecía de lejos al Ferdydurke original, puesto que el lenguaje ofrecía grandes dificultades para los traductores. Y así es. Hay que tener cuidado con la edición. Algunas de ellas arrastran al lector a equívocos. Cuanto más antiguas peor. Ferdydurke está considerada como una de las mejores novelas del siglo XX. Sin embargo han tenido que pasar setenta años para que en España podamos disponer de una traducción fiel entre el polaco y el castellano que exprese las irónicas y rebeldes parrafadas de uno de los escritores más transparentes de la Literatura con mayúsculas. Pero ya se sabe que nunca es tarde si la dicha es buena.

Ernesto Sábato la declaró como una payasada metafísica en la que delirantemente estaban en juego los más graves dilemas de la existencia del hombre. En su lectura podemos encontrar los destellos de un Hamlet gombrowicziano que se emborracha de locura para encontrar un orden en la propia locura. Su locura es fingida. Sigue atendiendo a la simetría mientras aprovecha para experimentar y rondar a su presa, cansarla, agotarla, para que baje sus defensas y sea ella quien se ponga en evidencia mostrando su simbolismo secreto hasta desnudarse. Aquí es donde reside, a mi modo de ver, la genialidad de Gombrowicz, del nuevo Hamlet moderno. Al igual que en el enfoque que hace sobre la identidad, una identidad que depende en suma mayoría del contexto cultural y social del individuo.

“En realidad estamos en presencia de una mezcolanza compuesta de múltiples emociones y de muchas personas que, influyéndose mutuamente, producen una emoción colectiva.”

Witold Gombrowicz dijo que el supremo anhelo de Ferdydurke era encontrar la forma para la inmadurez, lo cual era imposible. Lo que quería conseguir a toda costa era una mayor libertad de palabra en este campo de la cultura, donde el escritor malo no puede decir nada porque es malo y el bueno tampoco puede decir algo porque es bueno. Así que Ferdydurke tiene un doble aspecto: por un lado es un relato y una novela, una descripción y, por otro, un acto de su lucha personal con la forma.

El ser humano no se expresa de manera directa y de acuerdo con su naturaleza, sino por medio de una forma definida, y esta forma, este estilo, esta manera de ser, no proviene sólo de nosotros, sino que nos vienen impuestos desde fuera. Y hé aquí por qué la misma persona puede manifestarse por fuera de modo sabio o necio, sanguinario o angelical, maduro o inmaduro, según el estilo que le pase por la cabeza y en función de su dependencia de la otra gente. Y si los gusanos y los insectos trajinan todo el santo día en pos de alimento, nosotros perseguimos sin cesar la forma.

Destaco especialmente todo el contenido del capitulo Filidor forrado de niño y seguidamente el microrrelato de Filiberto forrado de niño donde aparece el marqués de Filiberthe, Philippe Hertal de Filiberthe. Todo un personaje. No sólo es divertidísimo, sino de una literariedad artística. Conjuga surrealismo y crítica provocando un efecto muy potente en nuestro raciocinio y nuestra imaginación. Es genial. No tiene desperdicio. Yo lo releí varias veces y en cada una me brotó una carcajada. Es mejor leerlo del propio libro pero aun así lo voy a sintetizar para compartirlo con ustedes y tenerlo de recuerdo. Quien lo desee puede omitir la lectura de este siguiente párrafo. El resto es silencio.

El coronel de zuavos, sentado en las gradas de una pista de tenis envidia el juego perfecto de los tenistas y para impresionar a su prometida dispara con su pistola en medio del juego a la pelota. Los jugadores sin pelota que mueven sin sentido sus raquetas terminan zarandeándose entre ellos en su combate. La bala traspasa la pelota y le da a un industrial y armador que observa el partido de tenis en la gradería de sol. La esposa abofetea a la persona que siente sentado a su lado que resultar ser epiléptico y cae al suelo entre convulsiones, espasmos y espuma por la boca. El graderío aplaude. Mimetismo absurdo. Philippe Hertal de Filiberthe. Sale al centro de la pista como un gentlemen para pedir que ofendan a su mujer. Treinta y seis caballeros a paso lento y parsimonioso se acercan a la marquesa para insultarla y así sentirse también unos gentleman. Mimetismo absurdo. La marquesa malparió del susto. Filiberto forrado de niño de forma inesperada se sintió avergonzado y se fue a casa mientras una tempestad de aplausos estallaba entre el público.

“¡Has llegado al remate
te declaro botarate! ”

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Una novelita lumpen, de Roberto Bolaño

Una pequeña joya de la literatura. Un relato muy bien construido. Potente. Genera tensión y ofrece escenas muy bien delimitadas con personajes claramente definidos que suelen estar ausentes en la cultura oficial. Por eso mismo están más vivos en la novela. Poseen el infrarrealismo necesario para despertar todas nuestras curiosidades. Se lee con angustia y con ternura. Bianca, la protagonista, es una especie de Lisbeth Salander, pero sin computadora ni tramas financieras. Mucho más real.

Bianca y su hermano se han quedado huérfanos, su padres han muerto en un accidente de coche y la pensión que les da el estado no les llega para vivir decentemente, así que deberán hacer algo para tirar para adelante.

La novela empieza con una situación trágica que deja en el desamparo a dos jóvenes a muy corta edad. Bianca resulta más madura que su hermano y enseguida busca trabajo en una peluquería. Su hermano prefiere meterse en casa para ver películas pornográficas y cultivar su cuerpo. Un día trae a casa a dos tipos que hacen culturismo y con los que mantiene conversaciones obsesivas sobre anabolizantes, aparatos de gimnasia, ejercicios y campeonatos. Pero lo interesante es que los días que viven en su casa han preparado la comida, la cena y han limpiado toda la casa recogiendo cada cuarto y manteniendo el baño impoluto con lejía. A Bianca la han respetado en cada gesto y su única preocupación es competir en el mundo del culturismo. Aunque Bianca siente el impulso de desconfiar de ellos y revisar los armarios por si se han llevado algo, descubre constantemente que son personas honestas.

La psicosis de la delincuencia se manifiesta reiteradamente en su vida como una toxicomanía de la que debe escapar. La falta de dinero y la amputación de un futuro seguro le llevará a conocer a Maciste, un personaje muy peculiar de este mundillo del culturismo que salía en películas de serie B como
Maciste contra los tártaros, y que ostentó en su día el título de Campeón del Mundo de Culturismo. Ahora está ciego, sin embargo tiene mucho dinero. Sospechan que lo puede guardar en una caja fuerte dentro de su mansión. Maciste como todas las personas tiene necesidades sexuales y estas serán la puerta de entrada para que Bianca se introduzca en su laberinto plastificado. Entre ellos se crea una historia de sentimientos lumpen, sentimientos al fin y al cabo que desatarán el amor y las dudas.

Y en este ambiente lateral, anexo, contiguo y lumpen se desarrolla el relato. El ambiente de marginalidad permite que nos involucremos totalmente en la historia e intentemos descubrir como se sienten y como son sus vidas. Bolaño coloca casualmente en manos de Bianca un test de la revista
Donna Moderna para que podamos entender la cosmogonía de su universo existencial. Todas y cada una de las respuestas son la llave para que entremos en una realidad más potente que nos salve de la artificiosidad y el convencionalismo. Ya sólo por lo que contiene este test seremos propietarios de una nueva literatura. La literatura infrarrealista. Los amantes de la literatura de altura estamos de enhorabuena. Regresa el Bolaño que más amamos, el escritor que levanta huracanes en papel desde el Olimpo de la Contracultura, desde su alto vacío, en la cumbre de la Eternidad.

martes, 17 de noviembre de 2009

Un lugar llamado Oreja de Perro, de Iván Thays

Se trata de un híbrido entre Una cuestión personal de Kenzaburo Oé e Insensatez de Horacio Castellanos Moya, rebajado en intensidad dramática y existencialismo. Fue finalista del Premio Herralde 2008 aunque para la crítica supuso un claro empate con Casi nunca del mexicano Daniel Sada. En total competían doscientas cuarenta y cuatro novelas. Así que estamos ante la más afilada literatura latinoamericana contemporánea de autores vivos.

Un lugar llamado Oreja de Perro es un relato introspectivo protagonizado por un hombre que acaba de perder a Paulo, su hijo de cuatro años y que ve cómo su matrimonio con Mónica se rompe. Tiene como encargo acudir como periodista a Oreja de Perro, una diminuta y perdida aldea que pertenece al distrito de Chungui, en el departamento de Ayacucho, Perú. Este recóndito lugar, que aparece en el territorio como un trozo de animal, como una oreja arrojada lejos del cuerpo, fue masacrado por el terrorismo más sangriento en los años de Fujimori y vive a la espera de un reconocimiento que permita hacer las paces con la memoria y con la historia de Perú. De momento sólo les queda esperar.

Lo peor de Oreja de Perro es el silencio. Un silencio cargado de moscas.

El protagonista llega despedazado anímicamente a este traumático lugar que está en sintonía con sus fantasmas de muerte, aislamiento e interrupción del futuro. Todo queda paralizado. En el albergue comparte habitación con Scamarone, un fotógrafo que fue corresponsal de guerra en distintos países con quien no será fácil interactuar por su napoleónico ego pero que pone un punto de cordura a los desvaríos de su tormento.

“La soledad de Oreja de Perro es mala consejera, sus moscas son unas musas gordas y sin gracia. Sólo saben hacer ruido. Aumentan la sensación de encierro.”

En la taberna conocerá a dos mujeres, Jazmín y Maru, dos personalidades opuestas que le llevarán sistemáticamente a rememorar su pasado triste y anubarrado y le servirán de catalizador para entender en que momento de su vida se encuentran sus vínculos afectivos.

“Somos dos que acabamos de hacer el amor y ahora vamos de la mano a buscar un cigarro. Así de simple son las cosas. Ésos son los mares en que nos sumergimos.”

Iván Thays nada en el lago de sus sentimientos más íntimos. Puedes notar incluso el pálpito de sus pensamientos más livianos y la acción de un verbo encadenado. Tiene la virtud de acercarnos sibilinamente a sus escenarios conflictivos mientras intenta curarse al describir la realidad deshecha y fragmentada, y nosotros atendemos al espectáculo rutinario del dolor y la amnesia que harán girar las ruedas dentadas de un reloj cualquiera que nos empuje a un nuevo tránsito catártico. Pero antes de eso habremos de reconocer nuestra estructura más animal o el zoo de facetas que manejamos en nuestra vida. Una por una.

“Hacemos reír a los que queremos que nos amen, como micos. Somos fieles a nuestros amigos, como perros. Comemos la fruta con la mano como los conejos. Inflamos nuestros cachetes llenos de comida y la rumiamos lentamente como las ratas. Dejamos de ser nosotros mismos, cambiamos de piel como serpientes. Nos aprovechamos de los demás como buitres. Terminamos meando encima de lo que creemos nuestro, como felinos. Nos reímos como hienas, lanzamos zarpazos de pánico como osos. Mónica me dio el primer beso cerrando los labios, haciendo un pico, como un pájaro. O como un animal extraordinario, incomprensible, un ornitorrinco. Cuando su útero soportaba el peso de Paulo parecía un marsupial. Una larga y ondulada madre canguro.”

El juego de metáforas que realiza durante toda la novela es muy atractivo, igual que la recapitulación de contexto. Actúan de valla, acotan la materia de análisis. Está claro que la literatura de Thays es otra forma de combatir la realidad, tal vez con un estilo más refinado, más aséptico, más taimado, como un búho agarrado a la rama de un árbol con inmensos ojos trabajando en los sucesos, consumiéndose. Es un autor que promete, que dará al mundo de la literatura una obra muy importante cuando se concentre en el estilo y deje de lado la metaliteratura. En un lugar llamado Oreja de Perro sólo hemos conocido una pequeña parte de las cualidades de Iván Thays. Esta ha sido su oreja literaria. El día que arroje todos sus sentidos al relato, latinoamerica le podrá confiar sus secretos identitarios al nuevo narrador contemporáneo. Estamos en tránsito.

He escuchado con toda claridad lo que me quieren decir sobre tu futuro. Y esas voces te aconsejan que te rindas, que aceptes que te han vencido. A veces es bueno rendirse y no seguir luchando, recoger tus restos y empezar de nuevo.”

domingo, 15 de noviembre de 2009

Amberville, de Tim Davys

Ópera prima de Tim Davys, un sueco que aunque empezó a leer tarde desea narrar sus propias ficciones mientras se adapta a la vida neoyorkina. Jorge Herralde dijo que fue una de las sorpresas y uno de los libros más peleados de la Feria de Frankfurt de 2008. Se trata de un thriller convertido en fábula donde los personajes son animales de peluche que viven en una peculiar ciudad llamada Mollisan Town, metrópoli de gansters, clubs de jazz, luces de neón y ambiente puramente neoyorkino.

Amberville
es un barrio de Mollisan Town, una imaginaria ciudad habitada por animales de peluche, donde Eric Oso y su esposa Emma Coneja viven muy felices en un apartamento lujoso de Uxbridge Street. Se encuentran en un momento de su vida espléndido. Él trabaja en Mollisan Town Advertising, la agencia de publicidad más prestigiosa de la ciudad. Pero claro, esto no puede perdurar, no sería literario. El pernicioso pasado de Eric llamará a la puerta de su casa.

Frunció sus cejas, bordadas a punto de cruz, mientras se llevaba una mano a la dolorida cabeza. No obstante y simultáneamente, un destello de picardía asomó a los botones negros de sus ojos.

Por la mañana temprano mientras Eric Oso aún remolonea en la cama después de que Emma se hubiera marchado a trabajar a su estudio, le hacen una intempestiva y estrepitosa visita Nicholas Paloma y sus gorilas, dueño del Casino Monokowskij y uno de los animales de peluche más peligrosos de Mollisan Town, que además controla la mayor parte del crimen organizado de esa barriada y para quien trabajó de recadero en el pasado. Necesita que le haga un favor: borrarle de la Lista de la Muerte. Y se lo pide a él porque su madre, Edda Rinoceronte, es la jefa del Ministerio de Medio Ambiente, el ministerio que controla la Lista de Crías y la limpieza de indeseables gracias a los Conductores, personas que van en furgonetas rojas saneando la ciudad. Él es el más apropiado para hacerse con esa lista y borrarle. De lo contrario, Nicholas Paloma que teme por su vida, descuartizará a su amada Emma Coneja. Así que metido en este brete Eric Oso decide reunir a los antiguos integrantes de su banda, Sam Gacela, Tom-Tom Corneja y Serpiente Marek. Su obsesión: encontrar a Magnus, el supuesto escritor de la Lista de la Muerte.

La portada utiliza una versión, adaptada a esta fábula, de uno de los cuadros más famosos de nuestra pintura contemporanea, el Nighthawks (Halcones de la noche) de Edward Hopper, o si lo prefieren, "Los noctámbulos del Phillies", un diner urbano del barrio natal de Hopper en Manhattan, con tres personas sentadas a la barra junto al camarero, y que aquí ha sido sustituido por el diner de Mollisan frecuentado por animales de peluche. El cuadro es un icono del realismo, la soledad y la alienación existencial. Pintado en 1942. Hopper célebre sobre todo por sus retratos de la soledad en la vida norteamericana contemporánea dibujaba imágenes urbanas inmersas en el silencio, en un espacio real y metafísico a la vez, que comunica al espectador un sentimiento de alejamiento del tema y del ambiente en el que está inmerso bastante fuerte. Hopper consigue esto por medio de una esmerada composición geométrica del lienzo, por un sofisticado juego de luces, frías, cortantes e intencionadamente "artificiales", y por una extraordinaria síntesis de los detalles. La escena aparece casi siempre desierta; en sus cuadros casi nunca encontramos más de una figura humana, y cuando hay más de uno lo que destaca es la alienación de los temas y la imposibilidad de comunicación resultante, que agudiza la soledad. Un cuadro que conecta realmente con el espíritu de la primera obra de Tim Davys y con su mensaje subyacente.


Encontraremos influencias de películas como El halcón maltés, Dick Tracy, Quién engañó a Robet Rabbit, Los soprano, Scarface, El padrino o Dexter. Eric Oso es una especie de Dick Tracy envuelto en un enredo con mafiosos.

Lo que más destaca en esta ficción es que en esta ciudad pasan cosas un tanto sospechosas. Hay conductores de furgonetas rojas que tiene la misión de quitarle la vida todos los años a animales de peluche que han sido seleccionados por motivos totalmente desconocidos. Y por otro lado existen también conductores de furgonetas verdes con una "Lista de Crías" que se encargan de entrar a la ciudad nuevos animales de peluche. Pero estas listas tienen también una interesante relación con Rut Rata, la Reina del Vertedero y los Limpiadores, el complemento de los Conductores. Y por supuesto con un pinguino llamado Odenrick, el fadux de la Sagrada Bastante. Eric Oso llegará a descubrir toda la trama por un chivatazo de Noé Camello.

La ciudad de Mollisan Town guarda secretos oscuros. Sus habitantes se hacen algunas preguntas. ¿Por qué habrían de fabricarse nuevos peluches? ¿Por qué debían ser retirados por los Conductores aquellos que ya existían en Mollisan Town? ¿Por qué vivían todos en el miedo, manifiesto o disimulado, que les infundía lo que los aguardaba en la otra vida? Y ¿quien había instaurado un sistema tan cruel? En la "Lista de la Muerte" se encuentran 18 nombres y sólo uno puede ser borrado o absuelto.

Eramos predecibles y, por tanto más fáciles de manejar para el Estado. A todos nos entregan con los mismos instintos, más o menos. Las generaciones anteriores, como las posteriores, reaccionarán como nosotros, eso se da por hecho.

Tim Davys, que estudió psicología, introduce durante la narración varias ideas funcionalistas sobre la bondad y la maldad, para darle más juego a la trama en la que están inmersos los personajes. Un signo claro que denota su fiel adaptación a la cultura de EEUU, la cuna del funcionalismo:

“La maldad existe en las experiencias. Jamás en las intenciones.”
“La maldad es lo que su víctima experimenta. Y nada más.”
“La maldad pura es un resultado, no una intención.”
“La maldad pura es una experiencia.”

Analiza también el efecto que la iglesia y las religiones tienen en los individuos y porqué se hace tan importante dentro de las sociedades, incluso en Mollisan Town.

“Si la vida de los peluches no tuviese fin, la iglesia no existiría. [...] Todos los rituales y los escritos, las ceremonias y los preceptos que constituían el mundo de la iglesia y su orden adquirían su fuerza en esa sencilla realidad: que la vida, tal y como la conocíamos, era finita. Y que la otra vida, la que por razones obvias, sólo conoceríamos después, no existiría más que en razón de la fe y de una dulce esperanza.”

La situación en la que están vinculados Eric y su hermano gemelo, Teddy, nos llevarán igualmente a plantearnos ciertos temas éticos o morales sobre la apariencia de determinados actos en los que su última finalidad podrían resultarnos incluso bondadosos.

“Existen situaciones en que lo bueno no es evidente. Dejar de contar algo es ocultarlo. Ocultar algo es engañar. Y contarlo es engañar. Y contarlo es arrasar con aquello que tanto ha tardado en construir.”

Ambos hermanos aman a la misma peluche. A Emma Conejo. Por lo que se crea un muy original triángulo amoroso que guarda una constante en su conflicto afectivo:

“Desear el mal ajeno era propio de los envidiosos.”

Amberville es una novela para adolescentes primerizos. Intenta ser madura pero no consigue introducirnos en dualismos que ejerciten los estados más abstractos de nuestra conciencia. Se queda en un singular thriller psicológico de peluches norteamericanos, sin pistolas, sin disparos, sin atracos y sin humo. No suscita mucha tensión. Estoy seguro que en la Feria de Frankfurt 2008 se pujaron por obras superiores que no traten evidencias que tenemos ya tan masticadas. Veremos como evolucionan sus próximas novelas.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

La casa en el confín de la Tierra, de William Hope Hodgson

Creo que es el cierzo. Llega el frío y cuando me meto en casa siento ganas de enclaustrarme entre mis libros mientras el viento se calma. Pero esta idea de soledad lleva oculta en realidad un deseo por acercarme a las historias de terror contadas en una noche cerrada y silenciosa. Y eso es lo que he hecho. Con esta obra me adentré en múltiples dimensiones del arte. Me interesaba el autor. Era del Círculo de Lovecraft. Mundos Exteriores y Horror Sobrenatural. Pero antes fíjense. La imagen de la portada como verán es impactante. Es un dibujo del inquietante polaco Zdzisław Beksiński. Murió asesinado a puñaladas en su casa de Varsovia en 2005, a los 75 años. Lo mató el hijo adolescente de la persona que cuidaba de Beksiński por negarse a darle un préstamo. Beksiński entró en la escena artística de su país en la década de los 50 y destacó por sus interpretaciones abstractas de esqueletos, sus criaturas monstruosas y otras imágenes apocalípticas evocadoras de la muerte y la decadencia. Es una pena que la editorial Valdemar haya recortado la imagen original privándonos del verdadero horizonte que pintó Beksiński. Bueno, no importa, yo se la muestro íntegra, más abajo. El bicho horrendo que sale con la cabeza vendada y ensangrentada tiene muy poco que ver con las Criaturas-cerdo que ponen en jaque al protagonista y que detalla de una manera que no concuerda con la imagen de Beksiński. Puede que él no leyera la novela de Hodgson:

Tenía una boca y una mandibula grotescamente humanas, pero no podía decirse que tuviera barbilla. Su nariz se prolongaba en un hocico que, junto con los ojos pequeños y las extrñas orejas, le daba un extraordinario aspecto de cerdo. Tenía la frente escasa y la cara de un desagradable color blancuzco.

Lo importante es que los escenarios sí que están en sintonía con las ficciones góticas de Hodgson. Marcan un ambiente fantasmagórico muy rico en detalles surrealistas, oníricos y tenebrosos, que deseo que observen antes de entrar en estos confines de la Tierra.











Terrorífico e interesante, ¿verdad? Pues bien... ahora conozcamos al escritor. William Hope Hodgson (1875-1918) es sin duda uno de los representantes más originales de lo que se ha dado en llamar el «cuento materialista de terror». Nacido en Essex, Gran Bretaña en 1877. A los 13 años se enroló en la marina mercante, lo cual le permitió navegar por todo el mundo. Ocho años más tarde decide volver a tierra, cansado del mar y de la mala vida llevada por los marineros. En Inglaterra trabajó como fotógrafo y como profesor de gimnasia en una escuela de Blackburn. Abrió un gimnasio que no tuvo mucho éxito, aunque hay una anécdota un tanto perversa que sí se hizo famosa. Hodgson le planteó un reto a Houdini.

Los días 24 y 25 de Octubre de 1902 salieron unos anuncios en la prensa que preparaban el gran reto. Hodgson había preparado el terreno con mucha sabiduría. La fama de Houdini como escapista ya era grande por no decir que única. Es por eso que William debió redactar estas sospechosas palabras que le envió a Houdini en una carta. Tal vez estaba usando el ingenio para vencer la habilidad de Houdini:

Condiciones:

  1. Traeré mis propios grilletes.
  2. Usted traerá los suyos.
  3. Si usted no se libera el premio será donado a la enfermería Blackburn(¿tramposo pero altruista?)

Si gana usted seré el primero en felicitarle. En caso contrario, la enfermería saldrá beneficiada.


Houdini aceptó el reto en otra escueta carta. Con ello aceptaba también las condiciones. O al menos las aceptó en un principio.

En el Palace Theatre, Houdini y Hodgson serían atados de manos con grilletes. También se les ataría las muñecas y las piernas. Ganaría el que antes se escapase de esa trampa autoimpuesta. Curiosamente, podemos dudar que Houdini pudiese escapar de la trampa que su rival le había preparado. Pero todo son especulaciones. Los hechos que conocemos son los que narra una crónica de un periódico de esa época.

Al parecer Houdini se quejó de buenas a primeras de los grilletes de su rival. Decía que estaban falsificados, que los veía forzados. Hodgson respondió que las condiciones que habían impuesto se habían aceptado previamente: “Cada uno usaría sus propios grilletes”. Ese era un argumento impecable. Es por ello que siguieron adelante con el reto frente a un interesado y morboso público que probablemente quisiera contemplar a Houdini y apostase por él más que por el desconocido maestro de gimnasia.

Al cabo de media hora de forcejeos el hermano de Houdini, entre la concurrencia, pidió que liberasen las manos de su hermano para que le circulase la sangre durante unos minutos. El doctor de la sala le apoyó y dijo que era lo más conveniente. Pero Hodgson se negó en redondo. Ese no era el trato y debió sospechar de la mala fe de su contrincante.

Tres cuartos de hora más y Houdini consiguió liberar sus manos. Eso le hizo volver a pedir tiempo prestado para que le circulase la sangre y al cabo de diez minutos seguir con el resto de la liberación(muñecas y piernas). Hodgson, testarudo, se volvió a negar. Él ya se había liberado aunque éste es un punto que no queda explicado con nitidez en la crónica. Lo que está claro es que cuando Houdini liberó el resto de su cuerpo le dijo a la audiencia que en catorce años de profesión nunca le habían tratado con tanta brutalidad y que (erre que erre) los grilletes del otro estaban forzados, no eran tan “legales” como los suyos. Pero ya para entonces un policía había ordenado a Hodgson salir de la sala para evitar disturbios y la tormenta de público airado que se le avecinaba. A las doce y cuarto de esa mañana la gente abandonó más o menos decepcionada el teatro.

Más tarde Hodgson alegaría que él no había falsificado nada y que ya era mucho no haberse retirado de la competición cuando el otro le había recriminado tanto y con tanta injusticia. ¿Quién estaba en lo cierto? Bien... Había unas condiciones pactadas y Hodgson las siguió al pie de la letra. Atendiendo a ese detalle nuestro escritor es irreprochable. Pero sólo son conjeturas. Como podemos conjeturar también si Houdini pagó o no el dinero a la enfermería Blackburn.

Al poco de esta anécdota Hodgson cambió la gimnasia por la escritura. Por esa época Hodgson, además de sus artículos a las revistas deportivas, también escribía artículos y ensayos sobre temas marineros o sociales en gacetas literarias. Viendo que en el pequeño pueblo de Blackburn el negocio se le estaba viniendo a pique, y nunca mejor dicho, ya debió comenzar a sopesar la idea de hacerse escritor a tiempo completo. Y comenzó su carrera literaria.

La asombrosa facilidad de Hodgson para recrear atmósferas angustiosas y oprimentes fascinó a H.P. Lovecraft y los escritores de su círculo. A propósito de esta obra, decía Lovecraft:

«La casa en el confín de la tierra (1908) -quizá la mejor de todas las obras de Hodgson- trata de un caserón solitario y temido de Irlanda, que constituye el centro de espantosas fuerzas del trasmundo y soporta el asedio de híbridas y blasfemas anormalidades que surgen de secretos abismos inferiores. Los vagabundeos del espíritu del narrador durante ilimitados años-luz del espacio cósmico y kalpas de eternidad y su asistencia a la destrucción final del sistema solar, son algo casi único en la literatura fantástica. Por lo demás, a lo largo de la historia se pone de manifiesto la capacidad del autor para sugerir horrores vagos y emboscados en un escenario natural.»

H.P. Lovecraft y Clark Ashton Smith lo reivindicaron como maestro de la escuela norteamericana del Horror Sobrenatural junto a Ambrose Bierce y otros. Una etiqueta muy bien designada. El relato te pone los pelos de punta. Hay momentos en los que sientes la subida de una descarga eléctrica por la espina dorsal.

La casa en el confín de la Tierra incluye elementos como Criaturas-cerdo, el Orbe Blanco, la morada del Eterno, lo Inefable, el Mar del Sueño, la sombra del Sol Muerto, el Dios-Asno y múltiples detalles imaginarios que rondan por la mansión que está en rapport con otra remota y tremenda casa ubicada en una Llanura rojiza incomparable (lo único que en la portada se ajusta al relato) en un sorprendente viaje a través del tiempo y el espacio. La trama es muy sencilla. Dos amigos se van a una aldea de Ardrahan, un lugar remoto en el oeste de Irlanda para pescar en un río que uno de ellos encontró por casualidad no hace mucho en unas anteriores vacaciones. Descendiendo río abajo por el inhóspito paraje descubren unas ruinas dentro de un bosque sombrío de lo que en tiempos debió ser una mansión, y allí se topan con un manuscrito lleno de barro que resulta ser el diario de quien allí vivió durante mucho tiempo.

La entrada en el relato es adictiva. Genera mucha curiosidad, nos guste o no este tipo de género. El desarrollo es coherente, razonado, todo discurre dentro de la normalidad y el escenario empieza a resultar inquietante. Sin darte cuenta das un salto en el tiempo para intentar descubrir que ha sucedido en esas ruinas que en el pueblo dicen ser habitadas por el diablo.

Tengo que decir que hay párrafos en los que el anciano cruza puertas a un espacio interestelar que pueden resultar un tanto farragosos y aburridos, perjudicando el hilo de angustia que se crea en torno a la casa y a sus moradores en el confín de la Tierra. De todas maneras siempre es interesante visualizar nuevos escenarios nunca narrados en otros géneros. Si les digo la verdad yo llegué a pensar que Hodgson escribía bajo los efectos de algún tipo de alucinógeno. Las alteraciones de la percepción son constantes en muchos tramos.

Los dos últimos capítulos son frenéticos, terroríficos. Hodgson debió de acabar exahusto tras terminar de escribirla. Durante la lectura puedes percibir incluso el sudor de sus temores. Lo más interesante es el entorno de la casa siniestra de Ardrahan con su torre y el pozo tenebroso por el que se escapan las criaturas de las tinieblas. Me ha gustado mucho el final. Es potente y aumenta el realismo de la atmósfera sobrenatural. Estas historias en otoño, encerrado en casa, mientras el viento empuja las ventanas, pueden reactivar todos y cada uno de los poros de su piel. Asegúrense de cerrar bien el pestillo de la puerta e intenten no hacer caso a los ruidos extraños de su casa.

Bueno. Y para finalizar, no quiero cerrar la entrada de este blog sin recomendarles que le presten mucha atención al comic de Richard Corben. Es el Spilberg del cómic de terror adaptando obras de Edgar Allan Poe o Lovecraft. El guión es de Simon Revelstroke, otro maestro. Yo lo leí después de acabar con el relato de Hodgson y me ha resultado no sólo fascinante sino magistral. Conecta fielmente con la atmósfera original. Es un muy interesante complemento. Los dibujos y el texto convierten las ochenta y cuatro páginas del cómic en el bien llamado noveno arte. La editorial Norma lo tiene descatalogado así que desde Huracanes en papello pongo a su disposición para que puedan disfrutarlo enteramente:

La casa en el confín de la Tierra - Richard Corben (2000)








¡Qué lo disfruten! Me alegrará conocer sus impresiones tras su lectura. Yo sobreviví a la experiencia. Mi corazón sigue latiendo incluso con más fuerza. Buen provecho.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Trauma, de Patrick McGrath

Me llamó la atención su título. Al verlo, actuó como una fría gota que cae en el lago de las percepciones inundándolo de vibración. Su narrativa posee ingredientes literarios y científicos de gran peso excepto en su final, en el cierre. Pretende impresionar y lo único que produce es un sensacionalismo disparatado. Todas las informaciones que nos va entregando durante el desenlace sobre la naturaleza del trauma generan una gran expectación y un deseo de bucear hacia las profundidades del relato. Los personajes son muy reales. Por encima de sus cabezas sobrevuela la tragedia del trauma, de un choque emocional que produjo un daño duradero en el inconsciente y del que queremos ser informados. Si abren la primera página les enganchará.

Patrick McGrath tiene una escritura transparente que te permite observar cada suceso y a sus personajes con total nitidez. Nació en Londres en 1950 y pasó su infancia junto al manicomio de Broadmoor, del que su padre era superintendente. Sin duda, esta experiencia ha influido en la construcción de sus personajes. Es autor de un libro de relatos, Sangre y agua (1988), y de las novelas Grotesco (1989), Spider (El araña) (1990), Dr. Haggard's Disease (1993), La historia de Martha Peake (2000), Locura (2001) y Port Mungo.

El argumento mezcla novela íntima con una pizca de thriller, que a mi parecer estropea la historia.

El psiquiatra Charlie Weir se dedica a acabar con los demonios de la gente, pero todavía no ha encontrando la manera de resolver los conflictos que tiene con su propia familia, especialmente la rivalidad con su hermano Walt o la pérdida de su mujer y su hija. A través de su hermano conoce a Nora, que pronto se convierte en su amante. Pero la vulnerabilidad de Nora, al principio tan irresistible, empieza a ocupar demasiado espacio en su vida. Charlie quiere averiguar la fuente de tanto sufrimiento, pero en su búsqueda, él mismo se encuentra con su inconsciente que le revelará un secreto espeluznante.


“Aristóteles vio en la compasión, como es sabido, un estado de ánimo morboso y peligroso, que fuera bueno tratar de cuando en cuando con un purgante; consideró la tragedia como una catarsis.”

El trauma de Joshep Stein ofrece peculiaridades muy interesantes para aprender como actúan los mecanismos del alma herida. Me recuerda, aunque en versión anglosajona, al caso de Ignacio en Los renglones torcidos de Dios de Torcuato Luca de Tena. Charlie realmente hace aquí una labor más de psicoterapeuta que de psiquiatra.

Lo que yo estaba intentando obtener de él era la historia traumática en sí: lo que había pasado, los detalles del incidente, qué había sentido él, que había hecho su cuerpo, que significaba todo aquello. Sólo cuando tuviéramos la historia del trauma, y él la hubiera asimilado en el seno de su memoria consciente -en su yo-, podríamos avanzar a la fase siguiente, que incluía volver a conectarlo con el mundo, concretamente con su familia y con la comunidad donde vivía.


Charlie trata también a Billy Sullivan y a Danny, excombatientes de la Guerra del Vietnam, hombres que habían vuelto sus armas contra sí mismos. En estas sesiones grupales aprenden que la perdida de compasión es sinónimo de perdida de humanidad. Aquella guerra se cobró su precio con un alto porcentaje de suicidios. En el Vietnam War Memorial de Washington se guardan ya muchos restos de ese trauma nacional.

La constante de la novela gira en torno al Síndrome postraumático y a los muertos. McGrath llega a apuntar que nunca vemos con claridad a nadie. Sólo vemos los fantasmas de los otros ausentes, y confundimos con la realidad las ficciones que construimos a partir de planos trazados en la primera infancia. Ahí radica el problema, según su interesante forma de observar la realidad.

Aquella imagen se quedó uncida en mi psique a la culpa que yo sentía. Y el recuerdo no se diluyó ni cambió para nada. Regresaba con toda la inmediatez y con todo el detalle de la experiencia en sí, normalmente en mis sueños. Es un infierno recordar así, poseer una memoria que no se marchita.

En la página 144 hay un descuido de género por parte de la editorial. Mondadori parece que baja la guardia. No es "lo" sino "la", porque se refiere a la joven que se dispara en la cabeza encerrada en su habitación:

Fui yo quien lo (la) había encontrado en su habitación.

Les dejo con algunas de las frases que más llamaron mi atención. Y por último les señalo que la mujer de la portada puede que sea Nora Chiara, la enigmática y elegante chica que conocerá Charlie en casa de su hermano Walt. La otra opción sería Agnes. Pero no lo creo. Opinen ustedes si lo desean.

A menudo es por medio del simple coraje y una buena mujer que se superan los problemas psicológicos, y sin ninguna ayuda de gente como yo.

Tenía un sofá en el despacho, un viejo Chesterfield de mi época de la Johns Hopkins, un mueble espacioso y tapizado en cuero granate, todo lleno de grietas y arrugas y muy cómodo.

La mayor parte de las cosas que llamamos amor son nuestra resistencia a la idea de marcharnos de casa.

sábado, 7 de noviembre de 2009

Los cuadernos de Fritz Kocher, de Robert Walser

Esta es la puerta de entrada al universo walseriano más ingenuo e inocente. Escribió estas ligeras redacciones con diecisiete años. Fue publicado en 1904 en Leipzig y saldado poco después en unos almacenes de Berlín. En ellas se encuentra la semilla de su estilo pulcro y detallista. Se leen muy rápido. Parecen entradas de blog. Breves y brillantes. Cada una esconde un secreto del sentir de una vida que parecía naufragar.

Con catorce años Robert Walser (1878-1956) abandona la escuela por problemas económicos. Hasta los 17 se forma como aprendiz de banca y a esa edad obtiene su primera ocupación como oficinista en Biel, su ciudad. Pocos meses más tarde, se traslada a Stuttgart, donde vive su hermano. Aunque es un empleado competente que sus superiores aprecian, al joven Walser no parece seducirle hacer carrera dentro de una oficina. Descubre el teatro y quiere ser actor; pero olvida pronto su propósito. La poesía se le presenta entonces como un camino de escape –o de “paseo”, será mejor decir– ante la maraña que es para él el futuro. Se instala en Zurich, donde vive diez años cambiando constantemente de empleo, de cuarto de alquiler y posiblemente también de relaciones amorosas entre criadas y camareras.

“En cuanto había reunido un poco de dinero me despedía para poder escribir sin ser molestado.”

Walser escribió las redacciones tópicas (El otoño, Amistad) que cualquier profesor exige a sus alumnos, pero que a él nadie le había pedido. Estas prosas traslucen un esfuerzo titánico por centrar una vida que había empezado ya a descentrarse: abandono de la escuela, del oficio, de sus sueños teatrales, de la familia y ciudad de origen. Se reúnen aquí los textos escolares –de hecho son las redacciones de clase de Fritz Kocher– de quien se vio obligado a interrumpir sus estudios.

Este mismo empeño por centrar su vida se advierte en la segunda parte del libro cuando hace una exaltación del trabajo de oficinista, aquel precisamente en el que se había formado, y después había abandonado. Su anhelo para detener la deriva por la que empezaba a despeñarse su vida –y que parece ideada por su coetáneo Franz Kafka– es tal que esboza aquí la peregrina teoría de que la escritura literaria no es más que una proyección de las virtudes del buen oficinista:

“Su talento para escribir hace fácilmente un escritor del oficinista”.

En la tercera y cuarta parte ya se advierte un corte en las amarras que trataban de sujetar la escritura al puerto de la buena sociedad: el diario de un pintor alejado en las montañas y, sobre todo, un espléndido encomio –sin duda lo mejor del libro– del bosque que merecería unos versos de Hölderlin:

“Si yo fuera capaz de soportar la esclavitud, no sentiría envidia
de este bosque y me resignaría a vivir entre la gente”.

A partir de estos cuadernos primerizos, la vida y la obra de Walser iban a perseguir sólo un centro que se hallara en el lugar más descentralizado posible. Los lectores de las geniales Jacob von Gunten o El paseo disfrutarán también descubriendo los motivos recurrentes del escritor en su estado embrionario:

“La parte que más me gusta de la ciudad es el casco antiguo, deambular por entre las callejuelas estrechas”

“Es la mejor distracción para un inútil muchachote como yo que no sirve para otra cosa”.

Frases mágicas del gran Walser que escribía cuando estaba ocupado al grado máximo en estar desocupado. Sin rumbo. Con el único propósito de errar y pasar inadvertido. ¡Qué potente paradoja! Yo ya no concibo la literatura sin Walser.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

En tierras bajas, de Herta Müller

El idioma alemán está de moda en la Academia Sueca. Ya van tres premiados en sólo diez años, Herta Müler, Elfriede Jelinek y Gunter Grass. Herederos de Goethe. Este año de cambios en la presidencia del Nobel de Literatura nos ha traído un insólito resultado. Nuevamente, Philip Roth, deberá esperar con paciencia, el deseado galardón, como muchos otros autores. Ha sido el turno para una gran desconocida, Herta Müller. Y tras la inesperada noticia empecé a descubrir una realidad literaria aislada y oculta a los tentáculos comerciales del libro. Esta obra fue censurada en Rumanía en 1982. Nicolae Ceausescu la prohibió con absoluta porfía. Revelaba la historia de represión permanente y de incomunicación de una familia suaba anclada en las convenciones religiosas, las supersticiones y el odio. La vida de un pueblo alemán perdido en Rumanía, de una minoría tratada como desposeídos y en una época de escasez y hambruna. Literatura que emergió desde las carencias humanas y las ataduras del despotismo de un dictador y director de una política antirusa y nacionalista rumana.

Al premiar a Herta Müller, se premia también la memoria del inmenso sufrimiento del pueblo rumano bajo el yugo del comunismo. Todo el país lo celebra, sus amigos, los críticos y los habitantes de la ciudad donde se educó y vivió antes de marcharse, Timisoara.

Ahora acerquémonos un poco más a los detalles de este Nobel para entender la magnitud y la importancia de la obra de Müller. Los lectores estamos de enhorabuena. Se trata de una de las más poderosas escritoras de la joven literatura rumana en lengua alemana. Posee alta calidad literaria, es irrebatible políticamente, comprometida y europea. Notaremos que su lenguaje es denso y preciso, iluminado con tintes poéticos. Pero antes es necesario entender quienes son los suabos y qué hacía Herta Müller por esas tierras bajas de Rumanía.

Pues bien. Los suabos del Banat fueron, en su origen, una comunidad diminuta. No eran más que un puñado de campesinos pobres que hace más de doscientos años emigraron desde Alemania central hacia las regiones despobladas de Europa del Este. Se instalaron primero en la región del Banat, en lo que en aquel entonces era Austria. Pero tras el colapso del imperio austro-húngaro, esta pequeña comunidad, que seguía fiel a sus tradiciones y lengua alemanas, es decir, fiel a su propia historia, decidió unirse, tras la primera Guerra Mundial, a lo que hoy es Rumania, porque el nacionalismo húngaro en furor en aquel entonces prohibió la enseñanza en otras lenguas. En Rumania, los suabos encontraron una acogida menos opresiva y pudieron mantener sus tradiciones.

La sombra de la historia tuvo siempre los dientes listos para hincarlos en la comunidad de los suabos. La Gran Depresión de los años 30 los empobreció dramáticamente y muchos emigraron hacia Argentina y Estados Unidos para nunca volver. Y luego vino la década siniestra que desembocó en la Segunda Guerra Mundial. Hitler llevó a cabo un plan para utilizar a los alemanes étnicos dispersos por esa Europa Central. Como Rumania misma se alió a los alemanes, muchos suabos rumanos participaron en la persecución de los judíos y en la invasión de la Unión Soviética. Sólo algunos pocos se opusieron a Hitler. Y fueron fusilados.

Pero de pronto, la balanza de la guerra se alteró y justo un año antes de su final, en 1944, Rumania se cambió de bando. Los suabos, orgullosos de su ascendencia alemana, pasaron de la noche a la mañana a ser vistos como siniestros enemigos y muchos de ellos acabaron en campos de concentración en la Unión Soviética en los tiempos de la posguerra. La madre de Herta Müller fue uno de ellos. Pasó cinco años en un campo de concentración en Ucrania, y sobrevivió milagrosamente.

Herta Müller era nieta de agricultores y comerciantes que perdieron sus propiedades con la llegada del régimen comunista. Fue hija de un miembro de las Waffen SS y de una deportada. Nitchidorf, la pequeña ciudad donde nació Müller en 1953, tenía periódicos en alemán, y hasta un teatro donde se podían representar obras alemanas. Cuando Müller cumplió quince años aún no hablaba rumano. Recibió toda su educación en alemán, la lengua en la que escribe. Su antigua casa aún existe, aunque sea contra la voluntad de sus cimientos. Cuando Müler tenía apenas doce años, uno de los dictadores más brutales de la Europa del Este de la posguerra asumió el poder: Nicolás Ceausescu. Müller creció en esa Rumania triste y sin libertades en la que el puño del absolutismo se cerraba sobre los suabos cada día más. Allí sufrió la tortura, el terror, la angustia del control. Al emigrar descubrió que su mejor amiga de la infancia colaboraba con la Securitate, como otros tantos miles de niños y adolescentes.

Más tarde fue a la universidad, donde estudió lengua alemana, y uno de sus primeros trabajos fue como traductora en una fábrica de carros. Muchísimos suabos abandonaron Rumania en esa época, a pesar de que debían pagar sumas astronómicas por tener derecho a una “visa de emigración permanente”. Los años 80 comenzaban ya a anunciar la terrible crisis de los Estados comunistas, y crecían los rumores de que el dictador tenía un proyecto secreto de destrucción total de los pueblos y las ciudades de esa incómoda minoría étnica alemana. Más de 200.000 huyeron durante esa década. Mientras tanto, Muller trabajaba en la fábrica y escribía.


Antes de leer En tierras bajas estoy convencido que les será útil haber conocido todos estos datos históricos para situar la obra en su particular contexto social. A parte de saber que el suabo es un dialecto alemán y que perjudicó la superviviencia de estos pueblos, también les ayudará el saber que en esos años Ceaucescu para pagar la deuda externa acumulada producto de la industrialización acelerada en la década anterior, ordenó la exportación de gran parte de la producción agrícola e industrial del país lo que provocó una escasez de comida, energía y medicamentos, haciendo que la vida diaria de los rumanos fuera una lucha feroz por la supervivencia.

La obra está compuesta por once relatos. Cuentos breves y profundamente perturbadores como surrealistas pesadillas en miniatura. Todo empieza con la tensión inquietante de La oración fúnebre que nos adentra en la vida familiar de una niña suaba que sufre una pesadilla con el entierro de su padre. Aparece un tren con hombres que van a la guerra y mujeres solitarias con bebés en sus brazos. En cuanto suene el despertador presenciaremos cual es el proceso de El baño suabo en dichas condiciones de escasez. Una presentación sencilla y rotunda de su familia. El niño pequeño, la madre, el padre, la abuela y el abuelo aprovechan el mismo agua caliente de la bañera para lavarse, uno detrás de otro, con el mismo jabón y unos fideos grises con los que se frotan por la piel, para luego todos juntos sentarse a ver la película del sábado. Este acercamiento dará paso a la descripción más detallista que hace en Mi familia de cada uno de ellos y de su árbol genealógico. Estos tres primeros relatos son el preámbulo de En tierras bajas, el más largo de todos los cuentos y en donde demuestra con más riqueza la lírica de su prosa y la iridiscencia poética de sus pensamientos. La naturaleza se hace protagonista del páramo en el que habita, flores lila, malvarrosas, acacias, vides, mariposas de la col, moscas, golondrinas, puercos, lagartijas, ranas, maíz, gatos y un sinfín de elementos y personajes que formarán el cuadro más colorido de toda la obra, para manifestar el sufrimiento, el aislamiento y el abandono de su familia y de su pueblo suabo. Y para dejarlo todavía más claro nos contará el paupérrimo negocio de su padre con las Peras podridas. Luego en el día de Todos los Santos bailará un Tango opresivo. También bailará la niña convertida en adolescente en el relato de La ventana. Bailará con Peter mientras sus ojos ardientes se clavan en Toni. Después aparecerá El hombre de la caja de fósforos que como todos los veranos arrasa con un granero de la aldea y es la chispa que prende la Crónica de pueblo. Seguidamente entrará al pueblo un hombre de otra aldea que quiere que el peluquero le haga La crencha alemana y el bigote alemán. Después Papá, mamá y el pequeño se van unos días a un hotel de la playa y todas las mañanas bajarán muy temprano para que nadie les quite el sitio. Luego entraremos en El coche de línea, un autobús revuelto de gente dispar que la llevará hasta la ciudad, donde presenciará a su llegada el trabajo de Los barrenderos. Metida en un bloque de viviendas, entre cuatro paredes, nos hablará de su soledad, de la sucesión de dictadores, de los asesinatos de la mafia y de El parque negro. Y pondrá el cierre describiendo de forma escueta, en tan sólo dos páginas, como es un Día laborable en su vida suaba en un país gris dentro de una oficina.

Por mi cabeza flotan dunas de sueño a la deriva.