HURACANES EN PAPEL™ - Reseñas literarias

Sólo me queda esperar la aparición de un Nuevo Tifón Literario de magnitud cinco como los producidos por Enrique Vila-Matas, Thomas Pynchon o Roberto Bolaño. Ese día llegará y mi búsqueda no habrá sido en vano. Huracanes en papel™ 2007-2024

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Ébano, de Ryszard Kapuscinski

En África el tiempo aparece como consecuencia de nuestros actos y desaparece si lo ignoramos o dejamos de importunarlo. Es una materia que bajo nuestra influencia siempre puede resucitar, pero que se sumirá en estado de hibernación, e incluso en la nada, si no le prestamos nuestra energía. El tiempo es una realidad pasiva y, sobre todo, dependiente del hombre. Todo lo contrario de la manera de pensar europea. En alguna parte del mundo fluye y circula una energía misteriosa, la cual, si viene a buscarnos, si nos llena, nos dará la fuerza para poner en marcha el tiempo: entonces algo empezará a ocurrir. Sin embargo, mientras una cosa así no se produzca, hay que esperar; cualquier otro comportamiento será una ilusión o una quijotada.


Durante miles y miles de años, África anduvo a pie. La gente no tenía noción de la rueda, ni tan siquiera conseguía hacerse a tal idea. Hombres y mujeres iban a pie, se desplazaban caminando y todo lo que tenían que llevar lo llevaban en la espalda, en los brazos, y la más de las veces, sobre las cabezas. Entonces... os preguntareis, ¿de dónde han salido los barcos que se ven en los lagos, en el interior del continente? Del océano: los desmontaban en los puertos marítimos, transportaban las piezas sobre las cabezas y las montaban en las orillas de los lagos. Se han transportado, por tanto, al interior de África, por piezas, ciudades, fábricas, maquinaria para minas, plantas eléctricas y hospitales. Toda la civilización técnica del siglo XIX fue llevada al interior de África sobre las cabezas de sus habitantes.

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¿Cómo morían los elefantes? ¿Dónde yacían sus restos? ¿Dónde estaban sus cementerios? Se trataba nada menos, que de colmillos de elefante, del marfil, de las enormes cantidades de dinero que por él se pagaba. El cómo morían los elefantes era un secreto que los africanos habían guardado frente a los blancos durante mucho tiempo. El elefante es una animal sagrado y también lo es su muerte. Y todo lo sagrado está protegido por el más impenetrable de los misterios. La admiración la había despertado el hecho de que el elefante no tenía enemigos en el mundo animal. Nadie era capaz de vencerlo. Sólo podía morir de muerte natural. Esta solía producirse al ponerse el sol, cuando los elefantes acudían a sus abrevaderos. Se detenían en la orilla de una lago o de un río, alargaban las trompas, las sumergían en el agua y bebían. Pero llegaba un momento en que un elefante viejo y cansado ya no podía levantar la trompa y para saciar la sed tenía que adentrarse en el lago cada vez más. Y también cada vez más sus patas se hundían en el légamo. El lago lo succionaba, lo atraía a sus insondables profundidades. Él, durante un tiempo, se defendía agitándose, intentando liberar las patas de la tenaza del légamo para poder regresar a la orilla, pero su propia masa resultaba demasiado grande y la fuerza del fondo era tan paralizante que el animal, finalmente, perdía el equilibrio, se caía y desaparecía bajo las aguas para siempre. Y es ahí, en el fondo de esos lagos, donde se encuentran los eternos cementerios de los elefantes.

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He sentido habitar dentro de África. Si. Me ha dado la impresión de sobrevolarla, mientras observaba el discurrir y el hacer de sus gentes. He conocido varias de sus ciudades, poblados, etnias, culturas, sus necesidades... Es un relato muy sincero, que ayuda a identificarnos como europeos, como humanos y como parte de su historia. En esta obra se desgranan temas como la particular noción africana del tiempo, la ultracasa, Fashoda o el punto en el que se unen las líneas vertical (británica) y horizontal (francesa) que dividen África , los warlord o señores de la guerra que siembran el odio racial y tribal adueñándose de todo, la particular noción de la culpa, los diferentes golpes de Estado, los dictadores, la brujería o del significado de la vida. Es un repaso, no sólo de la geografía, sino de las diferentes formas de vida que a cada individuo le ha tocado vivir. Es un relato inolvidable. Su prosa permite visualizar el contexto, es generoso al describir las escenas y mantiene un constante hilo periodístico en su narración. Ahora entiendo porque a Ryszard Kapuscinski se le llamó el mejor reportero del siglo XX. Disfruten del África de Kapuscinski. Está llena de belleza y sorpresas, a pesar de la rudeza y crueldad de su entorno. Cada día son testigos de uno de los momentos más maravillosos del continente: el alba.

1 comentario :

Anónimo dijo...

Preciosa descripción de Africa, seguro que leerla será un disfrute, pero no lo es menos, leer tu resumen. Te sigo. Kena.