Keith Gessen estudió en las universidades de Harvard y Syracusse. Es editor y fundador de la revista literaria, política y cultural n+1, dedicada desde 2004 a un continuo combate intelectual contra la revista McSweeney's de Dave Eggers, en contenido y estilo. Reivindican la literatura como superestructura y critican el actual academicismo de la literatura con sus métodos de análisis marxistas carentes de contenido, y convertidos en un ejercicio meramente teórico y desprovistos de valor. Se compadecen de James Wood, uno de los críticos más influyentes de Estados Unidos y reniegan de la literatura que se muestra como un simple reflejo de la realidad.
Todos los jóvenes tristes y literarios es su primera novela, que publica con treinta y cuatro años, tras haber colaborado como crítico para las revistas Dissident, New York, The AtlanticMonthly y The New York Review of Books. El diario Los Angeles Times lo eligió el año pasado como uno de los talentos literarios a tener en cuenta a partir de esta obra.
La novela describe la vida de tres personajes románticos, obsesivos e inolvidables. Mark es licenciado en Historia y trata de concentrarse en su tesis sobre la Revolución Rusa, a través de Roman Sidorovich, un menchevique muy gracioso, que fue enviado al exilio por Lenin a Berlín en donde acabó escribiendo reseñas humorísticas para Rul, una publicación liberal asociada al padre de Nabokov. Su constante contacto con los ordenadores le hace quedar atrapado en la pornografía gratuita de internet. Sam se embarca en «La Primera Gran Epopeya Sionista», a pesar de que no habla hebreo, nunca ha visitado Israel y no es un judío practicante. Keith, más serio y melancólico, vive angustiado por los problemas políticos y personales, y por su incapacidad de diferenciarlos.
“Ser un hombre literario en una nación dedicada a los negocios es a priori una empresa que riza lo cómico y lo ridículo; algo quijotesco.”
Su escritura es sencilla y cargada de talento. Me recuerda mucho a la narrativa de Philip Roth. En la transmisión de ideas es prácticamente una calcamonía rothiana. Reconoce admirarle y haber leído montones de sus libros y a su vez le critica una cierta psicosis anclada en que el mundo emite un tenaz antisemitismo que Gessen sin embargo no encuentra. Las reflexiones que plasma sobre el conflicto palestino-israelí son muy interesantes. Deja muy clara la diferencia entre judíos e israelíes. A los palestinos los tilda de idiotas y a los israelíes de cabrones. Tal cual. Presenta momentos de la historia política de los EEUU, Rusia e Israel, desde una perspectiva socialdemócrata rejuvenecedora y fácil de entender. En el caso de Rusia propone que los tres acontecimientos más grandes de la historia del menchevismo son, la ruptura con Lenin en 1903, la dimisión del Soviet en la noche del 25 de octubre de 1917, y la Asamblea Constituyente de enero de 1918. Datos que nos llevarán interpretar la historia con toda su solemnidad.
“Lo que salió mal en la Izquierda, lo que le hizo fracasar fue a la hora de sustituir la profunda cultura religiosa por una cultura propia. Cuando uno acude a los funerales de sus amigos socialdemócratas, nadie sabe que hacer. Mientras que en los entierros de los amigos religiosos todo está organizado al minuto, lo cual resulta muy reconfortante.”
Todos los jóvenes tristes y literarios es su primera novela, que publica con treinta y cuatro años, tras haber colaborado como crítico para las revistas Dissident, New York, The AtlanticMonthly y The New York Review of Books. El diario Los Angeles Times lo eligió el año pasado como uno de los talentos literarios a tener en cuenta a partir de esta obra.
La novela describe la vida de tres personajes románticos, obsesivos e inolvidables. Mark es licenciado en Historia y trata de concentrarse en su tesis sobre la Revolución Rusa, a través de Roman Sidorovich, un menchevique muy gracioso, que fue enviado al exilio por Lenin a Berlín en donde acabó escribiendo reseñas humorísticas para Rul, una publicación liberal asociada al padre de Nabokov. Su constante contacto con los ordenadores le hace quedar atrapado en la pornografía gratuita de internet. Sam se embarca en «La Primera Gran Epopeya Sionista», a pesar de que no habla hebreo, nunca ha visitado Israel y no es un judío practicante. Keith, más serio y melancólico, vive angustiado por los problemas políticos y personales, y por su incapacidad de diferenciarlos.
“Ser un hombre literario en una nación dedicada a los negocios es a priori una empresa que riza lo cómico y lo ridículo; algo quijotesco.”
Su escritura es sencilla y cargada de talento. Me recuerda mucho a la narrativa de Philip Roth. En la transmisión de ideas es prácticamente una calcamonía rothiana. Reconoce admirarle y haber leído montones de sus libros y a su vez le critica una cierta psicosis anclada en que el mundo emite un tenaz antisemitismo que Gessen sin embargo no encuentra. Las reflexiones que plasma sobre el conflicto palestino-israelí son muy interesantes. Deja muy clara la diferencia entre judíos e israelíes. A los palestinos los tilda de idiotas y a los israelíes de cabrones. Tal cual. Presenta momentos de la historia política de los EEUU, Rusia e Israel, desde una perspectiva socialdemócrata rejuvenecedora y fácil de entender. En el caso de Rusia propone que los tres acontecimientos más grandes de la historia del menchevismo son, la ruptura con Lenin en 1903, la dimisión del Soviet en la noche del 25 de octubre de 1917, y la Asamblea Constituyente de enero de 1918. Datos que nos llevarán interpretar la historia con toda su solemnidad.
“Lo que salió mal en la Izquierda, lo que le hizo fracasar fue a la hora de sustituir la profunda cultura religiosa por una cultura propia. Cuando uno acude a los funerales de sus amigos socialdemócratas, nadie sabe que hacer. Mientras que en los entierros de los amigos religiosos todo está organizado al minuto, lo cual resulta muy reconfortante.”
1 comentario :
engo 64 años. Me desilusiona una literatura tan pesimista que describe personajes masculinos, tan jóvenes como el autor, y se sientan tan fracasados en sus proyectos inútiles y especulativos, prácticamente empezando a vivir. Ya desde estudiantes viven tristes entre el alcohol, las drogas y el sexo recreativo. Entre los 20 y los 30 ya han perdido las esperanzas de ser alguien famoso, como si la fama fuera lo único importante. De los 30 en adelante están solos, cerca de padres acabados y reciclando ex esposas. Da idea de una juventud fugaz con valores distorsionados que no se dan cuenta que el mayor éxito es vivir. Prácticamente me escandalizó esta novela y me hizo dudar de mis esperanzas en el hombre moderno, especialmente si es hijo de una sociedad donde sobra el bienestar. Me parecía estar leyendo a baudelaire en prosa maldita, pero no pretendo que se tome como un elogio. Claro está que las grandes desilusiones nacen de las grandes expectativas.
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