HURACANES EN PAPEL™ - Reseñas literarias

Sólo me queda esperar la aparición de un Nuevo Tifón Literario de magnitud cinco como los producidos por Enrique Vila-Matas, Thomas Pynchon o Roberto Bolaño. Ese día llegará y mi búsqueda no habrá sido en vano. Huracanes en papel™ 2007-2024

lunes, 7 de septiembre de 2009

Hamlet, de William Shakespeare

Asombroso. Tiene una fuerza colosal. He querido que esta lectura fuera lenta, pausada, meditada. Si perdiera la vista y no pudiera leer más, me sentiría reconfortado al menos por haber podido disfrutar de esta soberbia y lúcida pieza de la literatura. Hamlet representa la anatomía de la ambigüedad. Es el personaje más enigmático de la literatura, dueño de uno de los intelectos más poderosos y sobrehumanos que existen. Entrar y experimentar el conflicto profundo de esta obra universal se convierte en un descenso catártico al mundo de las tragedias convulsas y purificadoras. La muerte, esa forma final del cambio, ese tránsito irrevocable, es la preocupación palmaria de este drama sangriento. Hamlet es el embajador de la muerte, sumamente implicado en esta región ignota que nos recordará lo que nos es desconocido o el deseo de renacimiento. Nos enseña la naturaleza de morir. Literatura sabia. Nos contiene a nosotros, siempre llega antes que nosotros y siempre nos espera en algún sitio por delante. Hamlet es titánico y su efecto en la palabra, descomunal. Un huracán de sabios pensamientos, un huracán literario convertido en papel.

“Quien sabe lo que habrá después de la muerte [...] ”

El objeto de la obra es la calavera. El fin de Hamlet consistirá en desenmascarar al asesino incestuoso que mató a su padre y se casó a los dos meses con la adultera bestia de su madre. Su tío. La obra se convierte en una ficción real, en un metateatro que enciende nuestra mirada con ojos refulgentes, que enciende nuestra mente para revisar con furia cada movimiento, cada gesto, cada ilusión y cada palabra que brotan de la evolución de estos hechos que trascienden a nuestra propia vida. La acción corresponde a la palabra y la palabra a la acción. Lo poético está integrado adecuadamente en lo dramático con sutileza y una emoción calculada, silente.

Algo huele a podrido en Dinamarca.

El fenómeno de Hamlet, de este príncipe fuera de la obra, no ha sido superado en la literatura imaginativa de Occidente. Don Quijote y Sancho Panza, Falstaff y tal vez Mr. Pickwik se acercan a la carrera de Hamlet en cuanto invenciones literarias que se han convertido en mitos independientes. Su personalidad está unida en trascendencia al rey bíblico David. El carisma y un aura sobrenatural, rodea su figura. Su eminencia no ha sido disputada nunca, por nadie. ¿Supo Shakespeare todo lo que había volcado en el príncipe Hamlet?

Uno puede sonreír, y sonreír, y ser un villano.

Él representa a un intelectual universitario de una Nueva Era. Dos Hamlets se confrontan, sin nada en común salvo el nombre. Cuando aparece el Espectro de su padre asistimos al encuentro de la Edad Antigua enfrentada al Alto Renacimiento con consecuencias tan extrañas como podamos esperar. Hamlet es consciente de que se le ha asignado una tarea completamente inapropiada para él. Se debate entre dos vías: hacer oídos sordos al destino o luchar para recuperar toda su dignidad y honor real, que su tío Claudio le ha usurpado.

La conciencia nos hace cobardes.

La obra es enorme. Sin cortes. Tiene cerca de cuatro mil versos, y rara vez se representa en su forma más o menos completa. T.S. Eliot dijo que Hamlet era ciertamente un fracaso artístico que parece responder a la desproporción entre el príncipe y la obra porque aparece como una conciencia demasiada inmensa para Hamlet. Sobrehumana. Y no le falta razón para afirmar que en una tragedia de venganza no da bastante espacio para la cimera representación occidental de un intelectual. Hamlet es apenas la tragedia de venganza que sólo finge ser. Es el teatro del mundo como La divina comedia, El paraíso perdido, Fausto, Ulises o En busca del tiempo perdido.

Nuestra efímera vida está rodeada de un sueño.

Aquí, lo más escénico, es la toma de decisiones que comparte con nosotros, y reproducida de manera visible. Lo hace incluso más escénico que espiar tras las puertas, dar golpes o batirse en duelo. Hamlet es la obra predilecta de todos los tiempos y de todos los pueblos. Aquí somos testigos de potentes revelaciones. Dejo algunas de ellas, que tan sólo son la punta de este trágico iceberg.

La brevedad es el alma del ingenio.
El viejo es dos veces niño.
Permita que su discreción sea su tutor; ajuste la acción a la palabra, y la palabra a la acción.
Aunque seas tan casto como el hielo y tan puro como la nieve no escaparás a la calumnia.
Todo lo que nace debe morir, pasando por la naturaleza hacia la eternidad.
Sabemos lo que somos, más no sabemos lo que podemos ser.
El mundo está desquiciado, ¡vaya faena haber nacido yo para tener que arreglarlo!
Presta el oído a todos y a pocos la voz; recibe la censura de todos pero resérvate tu juicio.
Sé fiel a ti mismo, y a eso seguirá, como la noche al día, que no podrás ser entonces falso para nadie.
Cuantas veces con el semblante de la devoción y la apariencia de acciones piadosas engañamos al diablo mismo.

El círculo se cerrará con una Justicia trágica. Hamlet acaba por matar al rey como el rey quería matarlo a él, con el sable envenenado y bebiendo de la copa de la que murió también la reina. Todos los lazos y tramas acaban en muerte. Laertes, Ofelia, el rey, la reina y Hamlet. Muerte, muerte, y más muerte... para suscitar nuestro tránsito. La estética, las metáforas y el contenido les hará enamorarse en cada acto del Reino de las letras, del Reino de la Sabiduría. Adéntrense pues. Esta obra, durante el tiempo que la lean les moverá las pasiones y les mostrará una estimulante guía. Recuerden que fue escrita para ser representada en un teatro. Es allí donde más la disfrutarán. Y donde con más fuerza recibirán la energía que contiene esta obra universal de la literatura. Disfruten del vuelo.


El resto es silencio.

1 comentario :

Anónimo dijo...

No sé si me gustan más las obras que comentas o las reseñas que de ellas haces, bravo Tránsito.

Chicago.