Tengo un amigo, Doctor en Ciencias Geológicas, que ha sabido siempre disfrutar de la ciencia ficción y con el que he podido hablar cómodamente de las obras de Asimov, de El juego de Ender de Scott Card, Estación de tránsito de Clifford D. Simak, La invención de Morel de Bioy Casares, Neuromante de William Gibson, Ora:cle de Kevin O´Donell, Fahrenheit 451 de Bradbury o Ensayo sobre la ceguera de Saramago. Cualquiera que ha caído por fortuna en nuestras manos la hemos compartido, así que el día que me invitó a su casa a comer me habló de esta interesante novela. No quiso contarme nada. Conociendo como me conoce, intuyó que me gustaría, y acertó. De pleno. He disfrutado como un niño con esta cósmica obra de Scifi del género hard que ha robado por completo mi atención durante seis noches y cinco días, agitando mis sueños e inyectándome adrenalina para recorrer la admirable aventura de la ciencia de Arquímedes, Copernico, Galileo o la filosofía de Hobbes. Me ha convertido una vez más en testigo absoluto del placer de la ficción enmarañada con la realidad. La meticulosa ambientación histórica me ha hecho revisar datos y elementos que contextualizan con gran acierto la obra y que convierte El sueño de Galileo, en una ingeniosa y profunda revisión del impacto de sus teorías. Aún así, no he podido encontrar en la red todo lo que me hubiera gustado, como el Tratado de fortificaciones de Ostilio Ricci, escrito por el abate que enseñó a Galileo a emplear las esferas para realizar todo tipo de cálculos sobre distancias y dimensiones. Un tema realmente intersante de geometría que tenía totalmente olvidado y que permite entender como brotaron los razonamientos de Galileo para llegar a su legendaria conclusión: El Sol permanece inmóvil, la Tierra gira sobre sí misma y al rededor del sol al igual que Júpiter y otros planetas. No somos el centro del universo. La concepción de la realidad según las sagradas escrituras es un completo error. Hay que cambiar el chip y si se puede, buscar inteligencia en otros planetas. ¿Por qué no?
Pues bien, lo que ocurrió, tras comprobar que el autor había recibido los más prestigiosos premios de la ciencia ficción, entre ellos el Nebula, Locus y Hugo, es que abrí la tapa del libro, leí su primera página y permanecí en órbita fascinado con el déjà vu de Galileo y el desconocido que se le acerca. Tuve que pausarla tras terminar el tercer capítulo para así consolidar en mi imaginación las espectaculares escenas que aquí se narran con tanta soltura. Kim Stanley Robinson tiene la virtud de montarte en segundos una película de letras que atraviesan el tiempo, el espacio y salpicándote con la más científica modernidad. Proponiendo un nuevo enfoque al fenómeno interplanetario: la Teoría Múltiple de las Multiplicidades. Acojonante.
Pero antes de entrar en ese punto álgido literario pasarán por la ambientación que recrea en la construcción del catalejo de una manera que se me torna ya inolvidable. Galileo inicia su prototipo con 9 aumentos y llegó a conseguir 32, con aplicaciones sobre la luz de lo más sofisticadas. Todos estos detalles le dan mecha a la trama, al igual que la descripción de todas sus indagaciones, los 3.200 km de diámetro de la Luna, la rotación 28 veces más lenta que la Tierra, el ciclo lunar o las incorrecciones de la época sobre el pico más alto de la Tierra a dos mil metros en los Alpes desconociendo la altitud de la cordillera del Himalaya, para compararlo con la altura de un pico lunar que aparece moteado de sol en la zona oscura de la Luna. Y todas sus pesquisas envueltas en un frío del carajo. Como si estuviera a la máxima sintonía con nuestro invierno, como si yo mismo hubiera sido teletransportado a 1610 al tocar sus hojas. Puedo decir que la novela me ha abducido. Es adictiva. He echado en falta disponer en mi casa de un telescopio de aficionado para apuntar hacia Júpiter y abrazar con mi mirada las lunas juveas. Me resarcí explorando por internet y en las páginas de la NASA para acceder a las fotos de diferentes sondas que han patrullado Júpiter, como el Voyager 1 y Galileo. De alguna manera nuestras computadoras actúan también como telescopios con las herramientas adecuadas. Hay fotografías espectaculares que me dejan inexorablemente atónito. Son un estallido de colores e información para especular y disiparse en los confines silenciosos del cosmos.
El momento en el que Galileo es transferido a través del sistema portal del catalejo hasta Europa me dejó intrigadísimo. Justo ahí arranca el especulativo género de la ciencia ficción para desarrollar diferentes teorías sobre la naturaleza del universo. Despliega un abanico de misterios propios del mejor Asimov, como el consejo de Ganímedes, el hielo de la superficie, las Torres Blancas, el anfiteatro, la ciudad subterránea y un desconocido que dice ante el Consejo:
Pero luego el interés crece todavía más con la misión que tienen preparada: SUMERGIRSE BAJO EL OCEANO DE HIELO DE EUROPA, uno de los satélites de Júpiter, para descubrir que hay allí. Tal vez otra inteligencia superior a la nuestra. Brutal. Como veis está lleno de temas fascinantes que suscitarán un Nuevo Tránsito de con-ciencia. Disfrutadlo.
Pues bien, lo que ocurrió, tras comprobar que el autor había recibido los más prestigiosos premios de la ciencia ficción, entre ellos el Nebula, Locus y Hugo, es que abrí la tapa del libro, leí su primera página y permanecí en órbita fascinado con el déjà vu de Galileo y el desconocido que se le acerca. Tuve que pausarla tras terminar el tercer capítulo para así consolidar en mi imaginación las espectaculares escenas que aquí se narran con tanta soltura. Kim Stanley Robinson tiene la virtud de montarte en segundos una película de letras que atraviesan el tiempo, el espacio y salpicándote con la más científica modernidad. Proponiendo un nuevo enfoque al fenómeno interplanetario: la Teoría Múltiple de las Multiplicidades. Acojonante.
Pero antes de entrar en ese punto álgido literario pasarán por la ambientación que recrea en la construcción del catalejo de una manera que se me torna ya inolvidable. Galileo inicia su prototipo con 9 aumentos y llegó a conseguir 32, con aplicaciones sobre la luz de lo más sofisticadas. Todos estos detalles le dan mecha a la trama, al igual que la descripción de todas sus indagaciones, los 3.200 km de diámetro de la Luna, la rotación 28 veces más lenta que la Tierra, el ciclo lunar o las incorrecciones de la época sobre el pico más alto de la Tierra a dos mil metros en los Alpes desconociendo la altitud de la cordillera del Himalaya, para compararlo con la altura de un pico lunar que aparece moteado de sol en la zona oscura de la Luna. Y todas sus pesquisas envueltas en un frío del carajo. Como si estuviera a la máxima sintonía con nuestro invierno, como si yo mismo hubiera sido teletransportado a 1610 al tocar sus hojas. Puedo decir que la novela me ha abducido. Es adictiva. He echado en falta disponer en mi casa de un telescopio de aficionado para apuntar hacia Júpiter y abrazar con mi mirada las lunas juveas. Me resarcí explorando por internet y en las páginas de la NASA para acceder a las fotos de diferentes sondas que han patrullado Júpiter, como el Voyager 1 y Galileo. De alguna manera nuestras computadoras actúan también como telescopios con las herramientas adecuadas. Hay fotografías espectaculares que me dejan inexorablemente atónito. Son un estallido de colores e información para especular y disiparse en los confines silenciosos del cosmos.
El momento en el que Galileo es transferido a través del sistema portal del catalejo hasta Europa me dejó intrigadísimo. Justo ahí arranca el especulativo género de la ciencia ficción para desarrollar diferentes teorías sobre la naturaleza del universo. Despliega un abanico de misterios propios del mejor Asimov, como el consejo de Ganímedes, el hielo de la superficie, las Torres Blancas, el anfiteatro, la ciudad subterránea y un desconocido que dice ante el Consejo:
“Éste es el hombre al que elegí para que lo iniciara todo.”
“Éste es el hombre que comenzó a investigar la naturaleza por medio de la experimentación y el análisis matemático. Desde su época hasta la actualidad, la ciencia, empleando este método nos ha convertido en lo que somos. Cuando hemos ignorado los métodos y los hallazgos científicos, cuando hemos permitido que las estructuras arcaicas del miedo y el control afianzaran su poder sobre nosotros, nos ha sobrevenido un desastre implacable.”
Pero luego el interés crece todavía más con la misión que tienen preparada: SUMERGIRSE BAJO EL OCEANO DE HIELO DE EUROPA, uno de los satélites de Júpiter, para descubrir que hay allí. Tal vez otra inteligencia superior a la nuestra. Brutal. Como veis está lleno de temas fascinantes que suscitarán un Nuevo Tránsito de con-ciencia. Disfrutadlo.
Teoría de Supercuerdas (Subtítulos en español) - Brian Greene
1 comentario :
Guau, tu comentario al libro lo consigue hacer aún más atractivo que leyendo de lo que va, que ya sorprende bastante. No he leído nada del autor y quizá sea este libro una buena oportunidad para conocerlo. Es también el autor de la famosa trilogía marcian de la conquista de Marte por parte de los humanos: la versión "hard" tanto desde el punto de vista de la ciencia como de la sociología del poético (y absolutamente extraordinario) "Crónicas Marcianas" de Bradbury.
Soy aficionado a la literatura en general y al género de la ciencia ficción en particular, lamentablemente en la ci-fi la calidad literaria suele ser más bien justita y los autores caen en tochos largos y pesados, creyendo que así le dán más profundidad a la obra.
Mi próxima lectura en el género pretendía ser el "Navegante solar", de David Brin, un autor al que quiero acercarme y un primer título de una sugerente trilogía conocida como "Elevación de los pupilos". Tu entrada coloca el libro de Robinson bien alto en mi lista de próximas lecturas.
Saludos.
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