Panza de burro, de Andrea Abreu

 

Perdí la pista de cómo la encontré. No soy capaz de recordarlo. Sé que fue una búsqueda de encrucijadas literarias, entre obras de reciente publicación, sobrevolando un océano de editoriales y luego internándome en una selva de autores jóvenes y desconocidos. No sé lo que ocurrió ni cómo conseguí salir de ese laberinto de novedades pero escapé. Fuera lo que fuese, anoté el título y entré en la güeb de la Biblioteca Pública de Zaragoza con número de lector y contraseña y activé el servicio de reserva  para retener esta innovadora obra cuando quedase liberada. La portada no me atrajo nada. Por eso me olvidé de ella. La cuestión es que muchos días después alguien la soltó un viernes y yo recibí en el móvil un mensaje a las 12:05 del mediodía, cuando el sol se encontraba en su punto más alto sobre el horizonte. 

Estimado socio: Se ha activado la reserva que había solicitado, Cod. Barras: 3901893, de título "Panza de burro /. Puede venir a recogerla a la Biblioteca Pública de Zaragoza hasta el día 21/09/2023". 

Como caída del cielo. Encontré un hueco en mi ajetreada agenda semanal y conseguí llegar a tiempo. El día que abrí este tesoro ya no pude separarme un instante del territorio íntimo y personal de Andrea Abreu. Lo retuve hasta el último día del préstamo. Contiene una expresividad tan poderosa que las palabras se transforman en latidos del corazón, pulsando hacia todos los órganos para sentir el brillo y la valentía de una vida auténtica. Cada página está cargada de sabores, olores y sonidos. Por su ventana entra un aire orgánico e insondable. 

Los días en los que el cielo está despejado se puede ver el vulcán. Detrás de las nubes con panza de burro vive un gigante de 3718 metros que puede pegarles fuego cuando quiera. Si algún día explota cogerán un barco en la playa San Marcos y se irán a La Gomera.  Andrea vive con su abuela Chela, la "bitch", y su tía Chuchi, la dueña de la venta del barrio, porque su padre trabaja en la costrusión y su madre por el sur de la isla limpiando hoteles y casas rurales para los jediondos estraneros que se tiran en las tumbonas a leer libros enormes y dejan  la mierda por fuera la taza y se cagan dentro de la papelera. Isora es su amiga eterna y su refugio subterráneo. Son como los pac de yogures que siempre van unidos. Quieren estar más flacas que un cangallo. Juegan a las barbis y se inventan historias encadenadas una con otra y al final las barbis tienen veinte hijos cada una con hombres diferentes, que poco a poco se van matando de formas distintas. Enriscados por un barranco, reventados contra una conejera, asfixiados por los propios hermanos, chamuscados porque las barbis se dejan las papas al fuego, acaban muertos de hambre y de sed. Los hombres se pasan el día en el bar de Antonio bebiendo vino y jugando a la baraja. Los martes y los jueves por la mañanita temprano acuden a las clases de informática del centro cultural y coquetean con la cuenta del mésinye —iso_pinki_10@hotmail.com— para hablar por el chat con gente de otros sitios que les piden abrir la cam. Si la vida avanza ellas avanzan. Han nacido predestinadas para ser amigas en una isla donde los perros ladran y el sol raja las piedras. En este universo femenino disfrutarás del ser humano y de la literatura.