HURACANES EN PAPEL™ - Reseñas literarias

Sólo me queda esperar la aparición de un Nuevo Tifón Literario de magnitud cinco como los producidos por Mikhail Bulgakov, Thomas Pynchon o Roberto Bolaño. Ese día llegará y mi búsqueda no habrá sido en vano. Huracanes en papel™ 2007-2024

sábado, 14 de septiembre de 2024

Los cuerpos del verano, de Martín Felipe Castagnet

Los cuerpos del verano (2012), la primera novela del escritor argentino Martín Castagnet, es una obra que desafía las fronteras del cuerpo, la identidad y la tecnología. En un panorama literario latinoamericano cada vez más abierto a la exploración de nuevos horizontes temáticos y formales, esta novela corta emerge como una pieza de ciencia ficción especulativa que se adentra en las implicaciones éticas, emocionales y filosóficas de la digitalización del ser humano. Aunque Castagnet no es aún un nombre masivo, su obra comienza a ocupar un lugar importante dentro de las nuevas voces narrativas que mezclan tradición y modernidad en el contexto literario contemporáneo.

Los cuerpos del verano es una obra con elementos ciberpunk. Este subgénero, que explora las posibles consecuencias del desarrollo tecnológico sobre la humanidad, tradicionalmente se ha vinculado a autores anglosajones como William Gibson y Philip K. Dick. Sin embargo, Castagnet aporta a la ciencia ficción un enfoque desde lo latinoamericano, donde las tecnologías no se presentan de manera fría o distópica, sino que están profundamente atravesadas por las idiosincrasias locales, lo que genera un diálogo fascinante entre lo global y lo regional.

La trama de Los cuerpos del verano parte de una premisa que puede resultar familiar a los seguidores de la ciencia ficción. En un futuro indeterminado, la muerte física ya no es un problema definitivo. Las personas pueden “resucitar” al cargar su conciencia en cuerpos nuevos, lo que plantea preguntas sobre la identidad, el deseo y las limitaciones del cuerpo humano. El protagonista de la novela, un hombre llamado Ramiro Olmedo, ha sido resucitado después de haber muerto varias décadas antes. Sin embargo, el cuerpo que ahora habita no es IDEAL. Es el cuerpo de una mujer gorda que nadie quiere, pues en este futuro no todos pueden permitirse cuerpos jóvenes o perfectos.

La obra se adentra en la performatividad, una noción que proviene de la teoría queer, especialmente de Judith Butler, y que propone que las identidades (especialmente las de género, pero también en otros sentidos) se construyen y performan mediante la repetición de ciertos actos y comportamientos. En Los cuerpos del verano, la idea del cuerpo como un ente intercambiable pone en crisis la noción tradicional de identidad. Si un individuo puede cambiar de cuerpo, ¿qué permanece constante en su ser? La novela invita al lector a cuestionar si la identidad está ligada a la biología, a la memoria o a los actos de comunicación y relación con otros.

Ramiro, el protagonista, se enfrenta a la tarea de re-aprender cómo habitar un cuerpo que no es suyo, cómo moverse, cómo ser visto por otros en esta nueva carcasa física. El contraste entre su yo mental y el cuerpo que ocupa resalta la dislocación entre mente y cuerpo, problematizando la noción de identidad unificada. Castagnet utiliza este desfase para poner en tensión el concepto del yo como algo fijo e inmutable. ¿Somos nuestros cuerpos? ¿O nuestros cuerpos son solo una herramienta transitoria que ocupamos por un tiempo limitado?

En ese sentido, la novela puede leerse como una crítica a la obsesión contemporánea con la juventud, la belleza y la perfección física. Los cuerpos, en este futuro especulado, se convierten en mercancías, objetos de consumo que se pueden adquirir, desechar o reemplazar según las posibilidades económicas. Así, la obra también entra en un diálogo con la teoría del posthumanismo, que estudia cómo la tecnología puede alterar lo que entendemos por "humano". En este futuro, el cuerpo deja de ser algo natural y se convierte en un artefacto, en algo completamente manipulable.

En Los cuerpos del verano, Castagnet utiliza una focalización interna, es decir, la narrativa está mediada por la perspectiva de Ramiro, lo que permite que el lector se sumerja en su desconcierto, frustración y descubrimiento ante el nuevo mundo en el que ha sido “resucitado”. Esta focalización interna es crucial porque, al estar el protagonista fuera de su tiempo, se genera un paralelismo entre su desconcierto y el del lector, que también está frente a un futuro extraño y, en muchos sentidos, inquietante.

El estilo de Castagnet es directo, despojado de florituras innecesarias, lo que facilita la inmersión en un mundo tecnológicamente avanzado, pero no completamente deshumanizado. A diferencia de otras obras de ciencia ficción, donde el lenguaje puede volverse árido o frío para reflejar la artificialidad del entorno, Castagnet mantiene una narrativa ágil y cercana, con diálogos fluidos que capturan la cotidianidad de los personajes. El tono es a menudo irónico, lo que refuerza la extrañeza de la situación sin caer en lo solemne o lo trágico.

A pesar de su ambientación futurista, Los cuerpos del verano es, en muchos sentidos, una metáfora del presente. La novela aborda, a través de su trama especulativa, cuestiones que ya forman parte del debate contemporáneo, la creciente dependencia de la tecnología, la mercantilización del cuerpo y las tensiones entre lo físico y lo virtual. Ramiro Olmedo podría ser un reflejo de cualquiera de nosotros en un mundo cada vez más definido por nuestra presencia en redes sociales, avatares digitales y personalidades construidas en el espacio virtual.

La obra de Castagnet nos invita a repensar el significado de la vida, la muerte y la trascendencia en una era donde las barreras entre lo físico y lo digital se desdibujan. ¿Qué significa vivir en un cuerpo que puede ser sustituido? ¿Qué permanece cuando el cuerpo desaparece? Los cuerpos del verano no ofrece respuestas definitivas, pero sí provoca una reflexión profunda sobre lo que nos hace humanos en un futuro donde, quizás, lo humano como lo conocemos ya no exista.

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