HURACANES EN PAPEL™ - Reseñas literarias

Sólo me queda esperar la aparición de un Nuevo Tifón Literario de magnitud cinco como los producidos por Enrique Vila-Matas, Thomas Pynchon o Roberto Bolaño. Ese día llegará y mi búsqueda no habrá sido en vano. Huracanes en papel™ 2007-2024

miércoles, 28 de enero de 2009

Bartleby y compañía, de Enrique Vila-Matas

Este libro habla de los que dejan de escribir (Arthur Rimbaud, Juan Rulfo, Monterroso, Arthur Cravan , Hart Crane, Robert Walser, Felipe Alfau, Sócrates, Wittgenstein, Valéry Larbaud, J. Rodolfo Wilcock, Pepín Bello, Bobi Bazlen, Clément Cadou, Pedro Garfias, Maria Lima Mendes, Ferrer Lerín, Josep Joubert, Marcel Duchamp, Jacques Vaché, Chamfort, Thomas De Quincey, Jordi Llovet, Edmundo de Bettencourt, Carlos Díaz Dufoo, Salinger, Enrique Banchs, Barón de Teive, Hofmannsthal, John Keats, Marcel Schwob, J.V. Foix, Henry Roth, Juan Ramón Jimenez y un largo e interesante etcétera.) e indaga en los motivos de cada uno para preferir no hacerlo.

En relación al Síndrome de Bartleby hay dos obras referenciales: Bartleby, el escribiente de Herman Melville y Wakefield de Nathaniel Hawthorne. En ellas emerge la literatura del No, el laberinto de la negación, la pulsión negativa que paraliza las mejores mentes, exploradores que avanzan hacia el vacío.

Todos conocemos a los Bartlebys, son esos seres en los que habita una profunda negación del mundo. Toman su nombre del escribiente Bartleby, ese oficinista de un relato de Herman Melville que, cuando se le encargaba un trabajo o se le pedía que contara algo sobre su vida, respondía siempre, indefectiblemente diciendo: - Preferiría no hacerlo. En Bartleby y compañía se habla del mal endémico de las letras contemporáneas, de la pulsión negativa o atracción por la nada. El narrador del libro, que está escribiendo un diario que al mismo tiempo es un cuaderno de notas a pie de página que comentan un texto invisible, demuestra su amplia solvencia como rastreador de bartlebys al pasear por el Laberinto del No, por los caminos de la que considera la más perturbadora y atractiva tendencia de las literaturas contemporáneas, tendencia en la que ve el único camino que queda abierto a la auténtica creación literaria, pues para él sólo de la pulsión negativa, del rechazo, sólo del Laberinto lúcido del No puede surgir la escritura por venir.

Esta obra magistral persigue la no-literatura como la esencia de lo que quiere y quisiera apasionadamente descubrir. Quien afirme a la literatura en sí misma, no afirma nada. Quien la busca, sólo busca lo que se escapa, quien la encuentra, sólo encuentra lo que está aquí o, cosa peor, más allá de la literatura. Cuando se acaban las palabras, finaliza también el mundo conocido, y puede que por este motivo Franz Kafka le dijera a Gustav Janouch en alguna de sus conversaciones que "un escritor que no escribe es un monstruo que invita a la locura".

Hubo un tiempo en el que el malestar de la cultura se presentó bajo lagunas de formas extremas como la negación, la renuncia o el mutismo. La forma extrema por excelencia fue la que llegó con la Segunda Guerra Mundial, cuando el lenguaje quedó encima mutilado y Paul Celan sólo pudo excavar en una herida iletrada en tiempo de silencio y destrucción:

Si viniera,
si viniera un hombre
si viniera un hombre al mundo, hoy, con
la barba de luz de los
patriarcas: sólo podría,
si hablara de este
tiempo, sólo
podría balbucir, balbucir
siempre siempre
sólo sólo.

2 comentarios :

Gonzalo Muro dijo...

gustado tu comentario, ha sido un placer recordar esta lectura gustosa de este libro .

Un saludo.

Anónimo dijo...

Descubrí a Enrique Vila-Matas en Puntaumbría (Huelva) en el año 2008, compre su libro, junto a otros cinco, en la tienda de productos para turistas (bronceadores, toallas, imanes para la nevera, libros...) del hotel gigantesco en el que me alojaba. No fue hasta el penúltimo día de mis cortas vacaciones cuando lo abrí y comencé a leer.

La estructura del libro, una colección, creo recordar que numerada, de notas al pie de página de un libro que no existía me pareció original, aunque no ha sido hasta hoy, al leer tu blog, cuando me he dado cuenta de que se refería a un libro inexistente.

Seguí los casos descritos en el libro, los suicidios literarios que el considero oportuno citar, lo malo de la mayoría de 'los bartleby' es que son anónimos por eso es difícil citarlos. Y anoté en mi agenda mental que debía leer Bartleby, el escribiente. Eso lo hice hace relativamente poco. Pero lo importante, mi mensaje de hoy es: 'Mi opción es la vida del sí y de la escritura'. El libro de Vila-Matas fue un revulsivo para mí, me hizo aferrarme a las fuerzas que me quedaban para escribir y, sobretodo, me enseño a dejar de ser esclava del perfeccionismo paralizador.

La meta-literatura de Vila-Matas es terapeútica, recomiendo este libro a todo aquel que considere que lo que escribe no merece la pena.

Saludos a los lectores de Huracanes en papel,

Laura