
En mi caso lo compré el día de San Jorge, uno de los días más bonitos y románticos del año. Al poco de empezar a leerla me atrapó todos y cada uno de los sentidos como si un nuevo Huracán en papel me hubiera secuestrado de este mundo.
Paolo Giordano quiso ser cantante pero no tenía voz. Escribía canciones sin poder dotarlas de música. Como siempre fue un gran lector decidió ponerse a escribir su primera obra con tan solo veintiséis años. Giordano es licenciado en Física Teórica y trabaja el doctorando en Física de las partículas. Fue alumno en el taller de escritura de Alessandro Baricco y ahora se ha convertido en el fenómeno editorial más relevante de los últimos tiempos en Italia, ganando el más prestigioso premio de literatura de su país, el Premio Strega 2008, el cual obtuvieron Cesare Pavese, Alberto Moravia Primo Levi o Umberto Eco.
Su novela trata de una historia de amor envuelta en matemáticas y en agua, trata de Mattia y Alice, de la función zeta de Riemann y de porqué unas cosas flotan y otras no como postula el principio de Arquímedes. Trata de la anorexia, de las dificultades de la adolescencia y de un lado oscuro que todos poseemos, de la intimidad. Trata de un agujero negro procedente de la infancia desde donde gravita toda nuestra personalidad. Trata de la mentira que nos contamos todos por un tiempo en la vida creyéndonos ser especiales por algún motivo, únicos y no comunicables. Sentir que todos se sienten especiales por algo, significa que no tiene sentido, y se renuncia un poco a esta pretendida unicidad. Luego se cambia. El ser humano comparte muchas más cosas de las posibles que le separan.
Les transcribo el argumento de la contraportada para que vayan situándose:
Existen entre los números primos algunos aún más especiales. Son aquellos que los matemáticos llaman primos gemelos, pues entre ellos se interpone siempre un número par. Así, números como el 11 y el 13, el 17 y el 19, o el 41 y el 43, permanecen próximos, pero sin llegar a tocarse nunca. Esta verdad matemática es la hermosa metáfora que el autor ha escogido para narrar la conmovedora historia de Alice y Mattia, dos seres cuyas vidas han quedado condicionadas por las consecuencias irreversibles de sendos episodios ocurridos en su niñez. Desde la adolescencia hasta bien entrada la edad adulta, y pese a la fuerte atracción que indudablemente los une, la vida erigirá entre ellos barreras invisibles que pondrán a prueba la solidez de su relación. La sutileza de los rasgos psicológicos de los personajes, así como la hondura y complejidad de una historia que suscita en los lectores las reacciones más variadas, resaltan la admirable madurez literaria de este joven autor a la hora de asomarse, nada más y nada menos, a la esencia de la soledad, a la dificultad de las relaciones.
A mi me habría gustado otro final, pero el título es cristalino. Como dato final apunto que en la literatura de Paolo Giordano rondan los sabios quarks de David Foster Wallace, Ammaniti y Michael Cunningham. Y en cuanto a la elección del título es importante saber que fue propuesto por su editor, tras leer la novela. Giordano luchó por que ésta se titulara Dentro y fuera del agua, sin conseguirlo, por suerte. ¡Qué la disfruten!
Su novela trata de una historia de amor envuelta en matemáticas y en agua, trata de Mattia y Alice, de la función zeta de Riemann y de porqué unas cosas flotan y otras no como postula el principio de Arquímedes. Trata de la anorexia, de las dificultades de la adolescencia y de un lado oscuro que todos poseemos, de la intimidad. Trata de un agujero negro procedente de la infancia desde donde gravita toda nuestra personalidad. Trata de la mentira que nos contamos todos por un tiempo en la vida creyéndonos ser especiales por algún motivo, únicos y no comunicables. Sentir que todos se sienten especiales por algo, significa que no tiene sentido, y se renuncia un poco a esta pretendida unicidad. Luego se cambia. El ser humano comparte muchas más cosas de las posibles que le separan.
Les transcribo el argumento de la contraportada para que vayan situándose:
Existen entre los números primos algunos aún más especiales. Son aquellos que los matemáticos llaman primos gemelos, pues entre ellos se interpone siempre un número par. Así, números como el 11 y el 13, el 17 y el 19, o el 41 y el 43, permanecen próximos, pero sin llegar a tocarse nunca. Esta verdad matemática es la hermosa metáfora que el autor ha escogido para narrar la conmovedora historia de Alice y Mattia, dos seres cuyas vidas han quedado condicionadas por las consecuencias irreversibles de sendos episodios ocurridos en su niñez. Desde la adolescencia hasta bien entrada la edad adulta, y pese a la fuerte atracción que indudablemente los une, la vida erigirá entre ellos barreras invisibles que pondrán a prueba la solidez de su relación. La sutileza de los rasgos psicológicos de los personajes, así como la hondura y complejidad de una historia que suscita en los lectores las reacciones más variadas, resaltan la admirable madurez literaria de este joven autor a la hora de asomarse, nada más y nada menos, a la esencia de la soledad, a la dificultad de las relaciones.
A mi me habría gustado otro final, pero el título es cristalino. Como dato final apunto que en la literatura de Paolo Giordano rondan los sabios quarks de David Foster Wallace, Ammaniti y Michael Cunningham. Y en cuanto a la elección del título es importante saber que fue propuesto por su editor, tras leer la novela. Giordano luchó por que ésta se titulara Dentro y fuera del agua, sin conseguirlo, por suerte. ¡Qué la disfruten!
2 comentarios :
Pues a mí no me ha gustado tanto. Reconozco que se lee fácil y que la historia engancha. Pero me parece una historia de adolescentes, facilona, a la que quizás, salva el final. Y eso sí, tiene uno de los títulos mejor elegidos que he visto en muchos años.
Casi compré este libro en italiano hace poco, pero no lo hice a causa del precio (sobrecarga de importación y todo eso). Lastima. De todos modos, escribo para decirle que me ha gustado el descubrimiento de su blog. ¡Saludos!
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