Se me ha encogido el corazón leyendo este potente testimonio sobre los konzentrationslager [campos de concentración] nazis. Un vestigio infausto envuelto en una directa y contundente prosa del primer húngaro que fue Premio Nobel de Literatura en su país. Imre Kertész. El acto de la lectura se convierte en una catarsis, en una ansiada liberación. Es inolvidable. Me ha recordado constantemente a El hombre en busca de sentido de Viktor Frankl.
Imre Kertész nació en Budapest, Hungría. Fue deportado muy joven, en 1944, a Auschwitz, en donde permaneció por suerte tres días y luego enviado a Buchenwald, cuanto tan sólo contaba con catorce años. Imre fue de aquellos que logró sobrevivir al Genocidio. Actualmente vive entre Berlín y Budapest.
Su relato extraordinario Sin destino, publicado en 1975, es una obra maestra sobre la destrucción masiva alemana de los otros europeos. Narra el paso por diversos campos nazis de un adolescente húngaro y judío en el último año de la Guerra Mundial. Curiosamente este escrito no logró, en parte por la censura de posguerra de su país, que sus libros se difundiesen como merecían. Su trabajo se volcó en las traducciones del alemán, con las que sobrevivió y superó el yermo estalinista.
Sus amargas palabras de 1986 "siempre seré un escritor húngaro de segunda fila, ignorado y malinterpretado", afortunadamente han sido desmentidas por los hechos en la década siguiente, gracias a los editores alemanes y a los lectores de toda Europa, interesados por sus escritos precisos, irónicos y sin concesiones sobre el exterminio. Recibió el Premio de Literatura de Brandeburgo en 1995 y el Premio del Libro de Leipzig en 1997. En 2002 fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura por una obra que conserva la frágil experiencia del individuo frente a la bárbara arbitrariedad de la historia.
En cuanto al periodo de escritura de esta potente obra, es importante saber que la ocupación rusa propició en Hungría la introdución masiva del realismo socialista durante mucho tiempo. Seguidamente la narrativa húngara vivió una profunda transformación en los años setenta de la mano de autores como Peter Nadás, Peter Eszterházy, György Konrád y el propio Imre Kertész. Estos autores se enfrentaron desde opciones formales y estéticas a los cánones vigentes y atacaron de manera sutil y radical ciertos elementos constitutivos del poder y del estándar literario, como por ejemplo la narración cronológica y lineal, que arrastra y somete al lector, y el Yo fijo e inamovible, que es la contraparte necesaria de un sistema igualmente fijo e inamovible. Esta ruptura permitía de un lado echar un vistazo al funcionamiento del poder y, de otro, suponía la activación del lector. Activación que se convertía en un peligro para el establishment político.
El trabajo consciente con el lenguaje, la utilización de perspectivas alejadas de las habituales (como la de un niño), el recurso de la memoria, de la historia familiar, del análisis sociológico, fueron los medios para minar una literatura anquilosada, una literatura mortal, de la que huye Sin destino.
Y es en este contexto y proceso en el que se inscribe la obra de Imre Kertész. Para situarnos un poco más en su singularidad sepan que Imre nació en 1929 en el seno de una familia pequeño-burguesa judía asimilada. Su padre comerciaba con madera y su madre era empleada. Siempre sufrieron problemas económicos. Vivió en su infancia la separación de sus padres. En 1940 ingresó en el instituto de enseñanza secundaria Mádach, cuando se crearon las clases judías en las escuelas. En 1944 le tocó vivir en primera línea el acontecimiento más sombrío de la historia húngara. Hungría, aliada de las potencias del Eje, ya había promulgado leyes que discriminaban a los judíos, sobre todo a partir de 1938. En marzo de 1944, ante el temor de que el gobierno húngaro quisiese separarse del Eje y buscar una paz por separado, las tropas alemanas ocuparon el país. Inmediatamente después, se inició la operación de exterminio de la población judía, liderada por Adolf Eichmann, con la colaboración de las autoridades estatales y locales.
Edmund Veesenmayer, plenipotenciario del Reich y embajador de Hungría, escribió a su Ministerio de Relaciones Exteriores que la deportación de 325.000 judíos de la región de los Cárpatos y Transilvania había de iniciarse el 15 de mayo:
“...tal como estaba previsto, se facturarán al destino [Auschwitz] cuatro trenes diarios con 3.000 judíos cada uno, de tal modo que la evacuación de las zonas mencionadas concluirá a mediados de junio.”
En pocos meses cientos de miles de personas fueron concentradas en guetos y enviadas en vagones de transporte de ganado a Auschwitz. El número total de deportados superó el medio millón. De este modo, el comando especial de las SS y el ejecutivo húngaro llevaron muchas más víctimas al campo de exterminio que, en dos años y medio, sus equivalentes en Francia. Imre Kertész, que por aquel entonces tan sólo tenía quince años, fue uno de esos prisioneros. Regresó en julio de 1945 a su país, concluyó la escuela y se dedicó al periodismo. Ingresó en el partido comunista, trabajó en el diario Vilagosság [Claridad] hasta 1950, cuando fue expulsado.
Sin destino es una obra puramente autobiográfica. Empezó a ser concebida en 1958, por lo que tardó trece años en finalizarla. Los pasos de György Köves, el protagonista, como verán son los mismos de Imre Kertész.
Quiero destacar concretamente en la página 153 la brutal descripción que plasma sobre el hambre. Da miedo. Desde que leí ese párrafo estoy comiendo mucho mejor. Vaya que si.
“En el momento en que distribuían la sopa había que ponerse atrás para recibir una porción más espesa.”
Y por último comentar que en la tan valorada traducción de Judith Xantus Fzarvas he detectado una errata en la página 148 que genera confusión. En su frase se lee "Al mismo tiempo, me di cuenta que la imaginación no es ilimitada" cuando el sentido de la afirmación viene a expresar que "en las paredes de la cárcel no pueden poner límites a nuestra imaginación", por lo tanto debería haber traducido "la imaginación no es limitada" para darle coherencia al texto de Kertész.
Existe también un reflejo fílmico proyectado en 2005, por el director húngaro Lajos Koltai que realizó la película Sin destino (Sorstalanság), basándose en esta especial novela de Kertész, la cual sería interesante que vieran. A parte, tengan en cuenta que toda su obra ha sido traducida al castellano por Acantilado con la cuidada traducción de Adan Kovacsics. Esta obra formó una trilogía junto con Fiasco y con Kaddish por el hijo no nacido. No me extrañaría nada que alguna de ellas, si no las dos, aparecieran en este Alto Vacío dedicado a los Huracanes en Papel. Disfruten pues de la Literatura de Altura. Aún nos queda mucho por leer. Y siempre uno detrás de otro. En columna de avance. Explorando la exosfera del conocimiento e inspirando el aire de la libertad. Disfruten.
2 comentarios :
Lo que he leído de este autor me ha parecido extraordinario. Su forma de aboradar los temas y su estilo conjugan maravillosamente con la temática que aborda. También me ha gustado tu reseña y el modo en que describes tu pasión por el autor.
Un saludo.
Este libro me noqueó como pocos. Imposible no cambiar despues de leerlo.
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