HURACANES EN PAPEL™ - Reseñas literarias

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domingo, 22 de noviembre de 2009

Ferdydurke, de Witold Gombrowicz

Literatura traidora. Gombrowitcz lucha contra la "Forma". En ella ve al monstruo de la inmadurez, a la máscara estancada que petrifica la vitalidad del arte, la filosofía o la literatura. Atacó los cimientos ideológicos de la patria, la Alta Cultura de la tradición, la virilidad absurda y todos los signos del territorio nacional occidental moderno. Sus textos generaron una textualidad próxima a lo que Deleuze y Guattari llamaron literatura menor, literatura desterritorializada.

¿No entendéis que precisamente desde el punto de vista de la forma, del estilo, no hay nada que dé resultados más desastrosos, ya que aquel que se encuentra en una situación artificial, en una posición de baratillo, no es capaz de pronunciar ni una palabra que no sea de baratillo?

Ferdydurke fue la primera novela de Witold Gombrowicz, escrita poco tiempo antes de estallar la Segunda Guerra Mundial en Polonia y publicada en Varsovia en 1937. Witold experimentó todo lo que pudo con el lenguaje, creando neologismos, fusionando conceptos y saltándose los esteriotipos de la forma lingüística. Llegó a Buenos Aires durante el viaje inaugural del trasatlántico Chroby en 1939. En esa semana los nazis invadían Polonia. Gombrowicz rechazó su plaza para regresar en el crucero. No sentía ningún tipo de nostalgia. Allí conoció a un grupo de jóvenes interesados en una nueva literatura que hicieron todo lo posible por traducirla durante seis meses en las tertulias del Café Rex. La obra se puso a la venta a través de la editorial Argos en 1947. No tuvo ningún éxito y pasó dificultades económicas. En esa primera edición su autor dijo que sólo se parecía de lejos al Ferdydurke original, puesto que el lenguaje ofrecía grandes dificultades para los traductores. Y así es. Hay que tener cuidado con la edición. Algunas de ellas arrastran al lector a equívocos. Cuanto más antiguas peor. Ferdydurke está considerada como una de las mejores novelas del siglo XX. Sin embargo han tenido que pasar setenta años para que en España podamos disponer de una traducción fiel entre el polaco y el castellano que exprese las irónicas y rebeldes parrafadas de uno de los escritores más transparentes de la Literatura con mayúsculas. Pero ya se sabe que nunca es tarde si la dicha es buena.

Ernesto Sábato la declaró como una payasada metafísica en la que delirantemente estaban en juego los más graves dilemas de la existencia del hombre. En su lectura podemos encontrar los destellos de un Hamlet gombrowicziano que se emborracha de locura para encontrar un orden en la propia locura. Su locura es fingida. Sigue atendiendo a la simetría mientras aprovecha para experimentar y rondar a su presa, cansarla, agotarla, para que baje sus defensas y sea ella quien se ponga en evidencia mostrando su simbolismo secreto hasta desnudarse. Aquí es donde reside, a mi modo de ver, la genialidad de Gombrowicz, del nuevo Hamlet moderno. Al igual que en el enfoque que hace sobre la identidad, una identidad que depende en suma mayoría del contexto cultural y social del individuo.

“En realidad estamos en presencia de una mezcolanza compuesta de múltiples emociones y de muchas personas que, influyéndose mutuamente, producen una emoción colectiva.”

Witold Gombrowicz dijo que el supremo anhelo de Ferdydurke era encontrar la forma para la inmadurez, lo cual era imposible. Lo que quería conseguir a toda costa era una mayor libertad de palabra en este campo de la cultura, donde el escritor malo no puede decir nada porque es malo y el bueno tampoco puede decir algo porque es bueno. Así que Ferdydurke tiene un doble aspecto: por un lado es un relato y una novela, una descripción y, por otro, un acto de su lucha personal con la forma.

El ser humano no se expresa de manera directa y de acuerdo con su naturaleza, sino por medio de una forma definida, y esta forma, este estilo, esta manera de ser, no proviene sólo de nosotros, sino que nos vienen impuestos desde fuera. Y hé aquí por qué la misma persona puede manifestarse por fuera de modo sabio o necio, sanguinario o angelical, maduro o inmaduro, según el estilo que le pase por la cabeza y en función de su dependencia de la otra gente. Y si los gusanos y los insectos trajinan todo el santo día en pos de alimento, nosotros perseguimos sin cesar la forma.

Destaco especialmente todo el contenido del capitulo Filidor forrado de niño y seguidamente el microrrelato de Filiberto forrado de niño donde aparece el marqués de Filiberthe, Philippe Hertal de Filiberthe. Todo un personaje. No sólo es divertidísimo, sino de una literariedad artística. Conjuga surrealismo y crítica provocando un efecto muy potente en nuestro raciocinio y nuestra imaginación. Es genial. No tiene desperdicio. Yo lo releí varias veces y en cada una me brotó una carcajada. Es mejor leerlo del propio libro pero aun así lo voy a sintetizar para compartirlo con ustedes y tenerlo de recuerdo. Quien lo desee puede omitir la lectura de este siguiente párrafo. El resto es silencio.

El coronel de zuavos, sentado en las gradas de una pista de tenis envidia el juego perfecto de los tenistas y para impresionar a su prometida dispara con su pistola en medio del juego a la pelota. Los jugadores sin pelota que mueven sin sentido sus raquetas terminan zarandeándose entre ellos en su combate. La bala traspasa la pelota y le da a un industrial y armador que observa el partido de tenis en la gradería de sol. La esposa abofetea a la persona que siente sentado a su lado que resultar ser epiléptico y cae al suelo entre convulsiones, espasmos y espuma por la boca. El graderío aplaude. Mimetismo absurdo. Philippe Hertal de Filiberthe. Sale al centro de la pista como un gentlemen para pedir que ofendan a su mujer. Treinta y seis caballeros a paso lento y parsimonioso se acercan a la marquesa para insultarla y así sentirse también unos gentleman. Mimetismo absurdo. La marquesa malparió del susto. Filiberto forrado de niño de forma inesperada se sintió avergonzado y se fue a casa mientras una tempestad de aplausos estallaba entre el público.

“¡Has llegado al remate
te declaro botarate! ”

2 comentarios :

Unknown dijo...

Me gusto mucho leer Ferdydurke aunque quizá no lo he acabado de entender. Me sorprenda que sea un libro de obligada lectura en los institutos polacos. Me sorprende que los estudiantes lo entiendan. Sin embargo, recuerdo un muy grato recuerdo del mismo. Felicidades por tus elecciones Tránsito.

Tránsito Blum dijo...

Gracias Brisne. Pues sí, es una obra compleja. Ferdydurke de Gombrowicz al tiempo fue declarada una pieza modernista de la literatura. Yo la cogí con pinzas. Miltod tiene fama de alocado. No es para menos, sin embargo sale a flote con su mensaje global, según la lectura que yo hice. Tal vez la escena final en el campo se me hizo más pesada, pero también entiendo que cuando pasas por los capítulos de Filidor forrado de niño y Filiberto forrado de niño todo lo que viene después es difícil que lo supere. Carga con ideas muy sólidas y el ver como experimenta con el lenguaje hace recordar incluso al Ulyses de James Joyce. Su mérito no pasó desapercibido. Siempre que hablan de la lúcida literatura argentina se cita su nombre junto al de Borges. Yo, puedo decir, con la sinceridad envolviendo mi corazón latiente, que he quedado entusiasmado con su literatura traidora contra la “Forma”.