
El cielo es azul, la tierra blanca muestra una manera de conseguir esa liberación que necesita Japón. El argumento les llevará a esa transgresión. Tsukiko tiene 38 años y lleva una vida solitaria. Considera que no está dotada para el amor. Hasta que un día encuentra en una taberna a su viejo maestro de japonés. Entre ambos se establece un pacto tácito para compartir la soledad. Escogen la misma comida, buscan la compañía del otro y les cuesta separarse, aunque a veces intenten escapar el uno del otro: el maestro, en el recuerdo de la mujer que un día lo abandonó; Tsukiko, en un antiguo compañero de clase.
Kawakawi nos cuenta una historia de amor muy especial, el acercamiento sutil de dos amantes, con toda su íntima belleza, ternura y profundidad. Tsukiko y el maestro pertenecen a generaciones muy alejadas entre sí y es en esa fusión donde reside la clave de esta narración. En el acercamiento que realizan ambos personajes. Kawakawi nos introduce durante horas en una taberna japonesa donde se preparan las más exóticas recetas zen. Nos pincela sus breves movimientos, sus impresiones en cada encuentro y las vibraciones que emergen de la macrópolis, en lugares como el salón de Pachinco, un especie de casino-pinball que arrasa en el país del Sol Naciente. Pero sobre todo, nos llevará al mundo de los sabores y los sentidos. Esto lo notarán sobre todo cuando el maestro le pase la mano por la espalda a Tsukiko. En la sutil manera de hacerlo. Entonces entenderán cual es esa apertura que buscan todos los escritores de Japón. ¡Disfruten!
Kawakawi nos cuenta una historia de amor muy especial, el acercamiento sutil de dos amantes, con toda su íntima belleza, ternura y profundidad. Tsukiko y el maestro pertenecen a generaciones muy alejadas entre sí y es en esa fusión donde reside la clave de esta narración. En el acercamiento que realizan ambos personajes. Kawakawi nos introduce durante horas en una taberna japonesa donde se preparan las más exóticas recetas zen. Nos pincela sus breves movimientos, sus impresiones en cada encuentro y las vibraciones que emergen de la macrópolis, en lugares como el salón de Pachinco, un especie de casino-pinball que arrasa en el país del Sol Naciente. Pero sobre todo, nos llevará al mundo de los sabores y los sentidos. Esto lo notarán sobre todo cuando el maestro le pase la mano por la espalda a Tsukiko. En la sutil manera de hacerlo. Entonces entenderán cual es esa apertura que buscan todos los escritores de Japón. ¡Disfruten!
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