El cierzo arañaba los cristales y en la calle las hojas de los plataneros danzaban en círculos indómitos. El cielo rebotaba una luz palpitante, con un azul rabioso y cristalino. Las nubes se ausentaron y la noche volvió a pertenecerle a las estrellas. Ese día estuve huérfano de literatura y noté que a mi buen corazón le faltaba algo más de severidad. Salí a pasear por la ciudad ensoñando con mis silencios y noté curiosos rincones, alumbrados con otro sol, con otros brillos especiales, donde se vivía una vida completamente distinta. Una mezcla de algo puramente fantástico, ideal y apasionado, a la vez que trágico y descolorido, en estos tiempos de decepción e incertidumbre.
En ese momento recordé al primer Dostoyevski y su literatura realista, justo un año antes de su encarcelamiento y su condena a muerte por participar en el "Círculo Petrashevski", un grupo intelectual crítico con el régimen zarista. Era el año 1848. La sociedad rusa estaba profundamente dividida, entre una élite aristocrática y una gran masa de siervos. Este sistema de servidumbre, aunque ya en declive, seguía siendo una realidad social cuantiosa, que no fue abolida hasta 1861. Dostoyevski retrató esta estructura social rígida y opresiva en la atmósfera de Noches blancas, donde el protagonista, un soñador solitario, se mueve en los márgenes de la sociedad. Era el momento de leerla.
Noches blancas es una novela sentimental que explora temas como el amor, la ilusión, la esperanza y el desengaño. La novela se enmarca en la tradición de la literatura urbana, con San Petersburgo como escenario principal. Las "noches blancas" del título se refieren al fenómeno natural de los días largos del verano en esta ciudad norteña, creando una atmósfera única que Dostoyevski utiliza magistralmente. La historia de sus personajes refleja la experiencia de vivir en una sociedad en transición, donde lo moderno y lo tradicional coexisten, creando una sensación de desarraigo y búsqueda de identidad. El estilo de esta emotiva obra, con su exploración de la psicología del protagonista y su uso del entorno urbano como reflejo del estado emocional de los personajes, ofrece los elementos literarios indiscutibles que convirtieron a Dostoyevski en uno de los más grandes escritores urbanos de la literatura mundial. Su obra sigue vigente y reactivada. Es un Huracán en Papel y el horizonte del siglo XXI.
«Las paredes y los pisos se habían descolorido, apagado, las telarañas se habían multiplicado. Sin saber por qué, cuando miré por la ventana me pareció que, a su vez, que la casa de enfrente también se había vuelto decrépita y apagada, que el estuco de las columnas estaba descascarillado y se había desprendido, que las cornisas se habían ennegrecido y agrietado y que los muros amarillo brillante tenían manchas de otros colores.»
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