La infancia de Robert Walser estuvo oscurecida por la enfermedad psíquica de su madre y la situación financiera de su padre, que empeoraba, de año en año. Walser, vidente de lo pequeño y lo nostálgico, quiso formarse como actor y no aguantó mucho tiempo en ningún puesto como empleado. Permaneció unos años en Berlín desde 1905 a 1913 y en 1914 publicó estas Historias, dejando una vez más impresa la huella de su estilo sensitivo y vehemente. El más solitario de los escritores solitarios que deambulaba a cualquier hora del día, convirtiéndose en el deambular mismo de su recluso devenir, dejó escrito entre todos estos relatos uno que debo ensalzar por su colorido y ritmo apasionado: Kleis en Thun.
“La naturaleza es como una sola gran caricia. ¡Qué alegre y doloroso puede ser aquello.”El personaje de Kleis proyecta la identidad singular de Robert Walser en cada uno de sus movimientos literarios durante su estancia en Thun. En este relato podemos observar cuales eran las preocupaciones y deseos del autor, sus hábitos para escribir, precedidos de paseos en los que lanza su alma hacia el panorama espléndido, sagrado y silencioso que se abría a sus pies. Cualquier pregunta que podamos hacernos sobre Walser será respondida por Kleist, inundado de contagiosa vitalidad. Ahora que el bosque se teñirá de blanco y perderá sus hojas, es una buena lectura para disfrutar. Se la cedo, pero no olviden las otras veinte restantes. No dejan de asombrar.
2 comentarios :
Hola, muy interesante el post, saludos desde Panama!
Felicitaciones, muy interesante el post, espero que sigas actualizandolo!
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