¿Quién ahora sino Javier Avilés?, editor multiegoíco del metaliterario blog El lamento de Portnoy, ese mítico espacio para la reflexión más intelectual dedicada al cine y la literatura. Un debut, por mi parte, muy esperado, por la original posición en la que coloca su ojo crítico-fenomenológico para escudriñar la realidad siempre enmascarada. Su motor existencial avanza por túneles húmedos, tuberías estrechas, entre marañas de cables y tubos hacia una ficción ajena, recubierto de polvo y mugre, distanciado del texto, observándose así mismo escribir, hacia la muerte del narrador, contra la imposibilidad e inexistencia del lector, buscando el ideal en la nada, en la prisión catártica de una habitación milimétricamente habitada para el otro, afinada igual que la de Celso Castro, pero en clave grave de Do, con el ansia, el hambre y la sed de acelerar el tiempo hacia un apocalipsis que detone definitivamente lo narrativo, en pro de un mañana en el hoy. Y puesto que como apunta, con su arma brillante y aceitosa, ya todo está dicho en la literatura, lo único que puede suscitar el tránsito devendrá en la forma de contarlo. Esa puerta, hoy cerrada, nos dará paso a La Cúpula. Siga avanzando lector, no se detenga. La Constatación brutal del presente, y olvídese de ironías, podrá verificarse atendiendo al Sigma Fake de Allen Smith (el punto omega de Javier Avilés), documental que desmiente lo narrado y descubre la impostura de ese legendario funambulista, Phillipe Petit (actor en realidad), que cruzó en 1974 (todo mentira) por un cable de 60 metros de una a otra torre del Word Trade Center de Nueva York. Pura estafa, ficción mediática, pero a la postre real en la mente popular que lo presenció desde el celuloide. Y avanzando por estas tuberías-dendritas, nos traerá al recuerdo la literatura de Goethe o la supratécnica descriptiva de algunas de las mejores escenas de La chaqueta metálica de Kubrick, incluido el himno maquinal a Micky Mouse que cantan los soldados al final del largometraje por las orillas del Río del Perfume, uno de los lugares más asombrosos por los que he podido transitar, en ese viaje de contracultura que hice por Vietnam y asaltado, como no, por las imágenes de Apocalipsis Now, también referenciadas con el mismo afán. Un mapa cognitivo que nos despierta un dolor común, universal.
Javier Avilés innova una nueva literatura, despiadada, brutal, escatológica y dilatada, ampliando el texto cuadrilátero hasta el último aliento de su pulso articulado, sin tregua a la razón y consiguiendo párrafos de una profundidad artística. Hacia una captura nabokoviana de grises mariposas ceniza, símbolo implacable de la belleza en la muerte y la destrucción, nos va guiando poco a poco con sus teorías metaliterarias, por las ruinas que ha de atravesar para llegar , tal vez como lo hizo Cormac McCarthy por su carretera sanguinaria, a una textura literaria que emita luz y calor, que permita al pez soñar y al hombre del traje marrón superar su fuga Bartleby quinquenal, como brutalmente he podido constatar en esta tarde de lectura, oscuridad y fogonazos estroboscópicos hasta el metemerómofo más teatral. Me gusta desconocer a Javier Avilés. Le seguiré hasta ese ansiado final.
Javier Avilés innova una nueva literatura, despiadada, brutal, escatológica y dilatada, ampliando el texto cuadrilátero hasta el último aliento de su pulso articulado, sin tregua a la razón y consiguiendo párrafos de una profundidad artística. Hacia una captura nabokoviana de grises mariposas ceniza, símbolo implacable de la belleza en la muerte y la destrucción, nos va guiando poco a poco con sus teorías metaliterarias, por las ruinas que ha de atravesar para llegar , tal vez como lo hizo Cormac McCarthy por su carretera sanguinaria, a una textura literaria que emita luz y calor, que permita al pez soñar y al hombre del traje marrón superar su fuga Bartleby quinquenal, como brutalmente he podido constatar en esta tarde de lectura, oscuridad y fogonazos estroboscópicos hasta el metemerómofo más teatral. Me gusta desconocer a Javier Avilés. Le seguiré hasta ese ansiado final.
“Todo debe ser falso. Para que se pueda alcanzar la belleza, el escenario sobre el que se plasma debe ser falso.”
2 comentarios :
voy a intentar conseguirlo de forma urgente
gracias
ha sido necesaria su lectura
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